—¿Por qué no lo detuvieron? —el doctor regaño a los hombres e incluso a mi después de que reviso a Federick.
—Nadie se atreverá a llevarle la contraria, así que ni lo intenté —dije con desdén ganándome la mirada de todos en la habitación. —¿Qué? no estoy diciendo nada que no sea cierto, además, a todos les convine mantener su trabajo y sus vidas, así que no tiene por qué regañarnos. —me cruce de brazos mirando hacia otro lado.
—bueno, ese es un buen punto, pero ¿usted es… —lo mi observarme de pies a cabeza intentando descifrar porque una mujer pequeña en pijama estaba hablando con tanta soltura sin preocuparse de las consecuencias.
—ella- —Donatello intento hablar, pero lo interrumpir.
—Grecia Martínez, prometida de ese idiota —extendí mi mano hacia el doctor y abrió los ojos con sorpresa, para luego soltar una risa muy estruendosa.
Mire hacia Federick que estaba dormido, al parecer los calmantes que le dio son súper fuertes.
—¿así que ella es esa chica? —los ojos del doctor están directamente mirando hacia el asistente de Federick quien luce incomodo con la postura casi como una estatua.
—¿hay otra? —cuestiono ahora enojándome, no creí que aceptar ser su prometida fuera a tener que “compartir”, cuando se despierte la va a tener difícil.
—espero que no —bromeo el doctor como si todo esto le pareciera un gran chiste. —¿desde cuándo? —volvió a mirar al asistonto y cuando estaba por hablar volví a interrumpirlo.
—desde que lo llamaron —lo vi levantar una ceja.
—entonces debe cuidarlo bien, que tome sus comidas en la cama, limiten que pueda ponerse de pie hasta que la herida cierre y nada de levantar peso o enojarse. —mientras hablaba saco una hoja y me la entrego. —su plan de alimentación —le entregué la lista a Donatello y asentí.
—no se levantará de allí al menos que vaya al baño —sonreí y el doctor intento no volver a reírse en nuestra cara.
—déjeme acompañarlo —los otros dos hombres se apresuraron a abrir la puerta y todos los hombres abandonaron la habitación dejándome en una enorme habitación completamente sola con Federick.
Lo mire recostado en la cama, una cama igual de enorme que la mía, pero sus sabanas son oscuras, los pilares en cada extremo de la cama le dan un toque muy viejo al lugar, el techo es similar al mío, pero es como si cada parte de la casa intentara encajar entre sí, como si alguna especie de artista loco intentara conectar cada estancia de la casa con algo muy interno en él.
Me acerco a la cama acomodando la sabana sobre el pecho de Federick, notando lo pálido que está a pesar de ser blanco, coloco con cuidado mi mano sobre su frente y no se inmuto, su rostro tranquilo me dejo con el estómago revuelto.
Hace solo un momento estaba comportándose con prepotencia comprando mi libertad por encima de mis amigos, y ahora está aquí, completamente sereno.
Su celular vibro en la mesa de noche a su lado y mis ojos fueron directamente hacia él sorprendiéndome por el fondo de pantalla que tenía; mire hacia la puerta mientras tomaba el celular y presionaba el botón de desbloqueo, solo para mirar mejor la imagen que tenia de fondo.
Más allá de los mensajes en griego que había en su pantalla, la foto de fondo me dejo en shock, recordaba haberme tomado esa foto, pero no darse la nadie completa. En redes sociales la había subido algo recortada pero allí, allí estaba.
¿Cómo es posible?
El terror como la claridad llego a mi mente, la única manera de obtener las fotos de mi galería era o tomando mi celular y desbloquearlo o…
—eres un hijo de- —apreté los labios conteniendo las ganas de golpearlo con su propio celular. Me contuve soltando un suspiro y dejando el celular en la mesa de noche. —así que así es como sabes todo de mí. Hackeaste mi celular ¿no tendré privacidad contigo? ¿miraras tambien cuando voy al baño o cada tanto hago del dos? —a pesar de hablar en voz alta el seguía sereno sobre la cama, completamente dormido.
—no sé qué tengas en esa cabeza tuya, pero no es sano lo que haces —lo regañe en un susurro atenta a saber si abría los ojos.
—yo sé que a mi tal vez me falten tornillos en mi cabeza, pero tu… tú debes tener todo suelto en esa cabeza —apenas me apoye en la cama mirando su tranquilidad.
El celular de nuevo volvió a sonar, esta vez en una llamada. Con dudas mire el rostro de Federick esperando que se despertara con el molesto sonido de la vibración, pero no lo hizo. El nombre en la pantalla es de una mujer y cuando tome el valor de tomar la llamada el celular simplemente dejo de sonar, pero de nuevo, allí estaba un mensaje en otro idioma que ni siquiera podía leer o usar el traductor de mi celular porque no tengo señal.
—bien. Te dejare descansar —me fui cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido notando a los mismos que regañaron parados a cada lado de la puerta. —está dormido, yo… me cambiare y daré una vuelta por la casa —avise como si fuera alguna especie de ladrona caminando de puntillas hasta el otro lado del pasillo abriendo la puerta de mi habitación y cerrándola con seguro.
Tome un par de pantalones de jeans y una camisa pegada al cuerpo aparte de un suéter y un poco ancho y las mismas zapatillas blancas.