—de nuevo en casa… —suspire cuando ya por la tarde nos hicieron regresar a la casa, según solo fue un desmayo.
Camine al lado de la silla de rueda completamente tranquila metiendo la mano en los bolsillos del cárdigan, mientras dejo que mi cuerpo camine en modo automático mi mente va recitando y moviendo mis manos poco a poco para sacar el hechizo de mi cuerpo.
Lo he escuchado con claridad y con mis recuerdos intactos el conocimiento sobre magina negra y demás, puedo combatir esto. Aunque aún la pregunta navega en mi mente desde que abrí mis ojos.
¿Por qué mi padre abrió portales?
Para esta época después de que la pandemia terminara sucedieron cosas tan graves que estuvieron vinculadas gravemente con los cielos y el dominio de estos.
La constante guerra por el territorio celestial el cual los humanos tanto mencionaban en sus historias es real solo que es más complejo que el simple “batalla por las almas”.
Llegamos hasta la puerta y no pude evitar soltar un suspiro, el mundo aquí no es tan dispar con los cielos, excepto que los problemas que los humanos crearon son por egoísmo y sin dar su brazo a torcer en ningún momento.
Mire de reojo a Federick intentando descifrar porque él, de todos los humanos me mentiría a la cara.
Los planes de padre siempre tienen un propósito egoísta y el de siempre es controlar lo incontrolable, que somos sus marionetas en vez de sus hijas.
Sé que en ninguna de mis versiones en el multiverso darían su brazo a torcer por nuestro padre.
Una vez el helicóptero aterrizo, baje con cautela entrando directamente a la casa, soltando un suspiro pesado, la energía dentro de la casa es más densa con cada paso que doy se vuelve difícil respirar.
Llego al centro de la habitación con la mirada en el suelo y comienzo a comprender varias cosas que antes ignoraba deliberadamente.
Un gran sello. Con mis ojos mortales no lo había visto y ahora con esta claridad gracias a mis memorias desbloqueadas. Con precisión hago un giro apoyando solo un pie y el otro como si marcara un circulo, mantuve una sonrisa calmada y relajada viendo a Federick avanzar, esa clase de magia la conocía y es la misma que a Samuel le impide entrar a la casa.
—¿todo bien? —pregunto con calma Federick regresándome la misma sonrisa.
—sí, solo… intento dejar de sentirme mareada —mi cuerpo aun parecía tener cierto resentimiento al vértigo; siendo humana es peor las sensaciones que rozan mi piel a cada segundo.
—bueno ¿tienes hambre? —lo pensé un momento desviando mi mirada al techo notando la cantidad de símbolos en color blando ocultos en algunos rincones del gran cuadro.
—papas fritas y pollo frito —solté como si nada, manteniendo una fachada más relajada, es como si mi memoria no se adaptara del todo a estar en esta situación.
—Don, ya escuchaste, ella quiere pollo y papas fritas —sonreí con los labios juntos en dirección al hombre que sin la vista de su jefe rodo los ojos.
—enseguida —intente contener una risa y sin moverme, rascando deliberadamente detrás de mi oreja y luego el contorno de esta.
—tú debes subir, anda, ya escuchaste al doctor —lo señale con el dedo índice y el asintió, los guardias a su lado lo comenzaron a llevar escaleras arriba.
—mañana daremos una caminata —hable un poco alto viendo como lo subían con cuidado por las escaleras, el solo levanto una ceja. —obvio tú en silla de ruedas yo la empujo —el solo hizo una seña y espere a quedarme completamente sola, casualmente deje caer mi zarcillo y me agache tocando el suelo, enfocando mi energía para desestabilizar el sello que tenía la casa.
Mi energía comenzó a drenarse y la casa vibro durante unos segundos y en un parpadeo unos zapatos negros están delante de mí.
—de rodillas… es nuevo. Me gusta —levante el rostro para mirar a Samuel, mantenía esa sonrisa encantadora en sus labios.
Golpee con mi puño cerrado en su pie aun sabiendo que tal vez no podría tocar algo inmaterial. Mi intento resulto en que si apenas pude tocarlo.
—auch, vengativa —se quejó dando algunos pasos atrás.
—no olvides que recuerdo lo que hiciste en el hospital —lo regañe en un susurro caminando escaleras arriba con el detrás de mí.
—¿Qué? yo no hice nada —rodé los ojos guardando silencio y entrando a mi habitación.
—te pille haciéndole la vida difícil a Federick —el desvió la mirada comenzando a examinar la habitación a su antojo, con completa curiosidad.
—no hice tal cosa —se defendió con tono de fastidio.
—sé que, si sabes algo, ahora, habla ¿Qué planea mi padre con todo esto? —él se quedó parado dándome la espalda mientras miraba el espejo con la peinadora.
—oooh… ¿tú qué sabes? —su tono de ser casual paso al precavido y ahora soy yo la que tiene que estar alerta.
Soltando un fuerte suspiro lo observo con cautela, jamás e desconfiado de él pero está en su naturaleza ser precavido.
—no fue “casualidad” que un portal quedara abierto directamente en ese lugar ¿cierto? —el siguió en silencio sin mirarme.