Recuerdos de una pandemia

Capitulo 32

—tuve un sueño muy extraño —dije esperando que el revelara alguna cosa.

—¿si? —pregunto el mirándome con curiosidad mientras estamos en la cama desayunando.

—¿tú no? —pregunté y lo vi dudar.

—no, la verdad es que no recuerdo nada —su tono fue sincero mientras volvía a comer.

Nos quedamos completamente en silencio después de ello; él parecía que genuinamente había dormido tranquilo, pero ¿Qué mierda fue eso?

—Fede… —el levanto su mirada del plato, como si le costara comer todo lo que tenía en frente. —esta casa… ¿Qué tan vieja es? —mi pregunta lo sorprendió y comenzó a mirar a su alrededor.

Una de las cosas que me ponían paranoica al pensar en comprar una casa es la historia que cuenta, las personas ven solo una estructura sólida para vivir, pero mientras más viejo sea el lugar, la energía acumulada dentro de ella puede detonar en cualquier momento.

Me asome a la ventana cuando salió el sol nuevamente y la grieta ya había desaparecido, había durado demasiado tiempo… tal vez; esas grietas espacio temporales nos llevaron al pasado o alguna línea paralela a esta con sucesos diferentes.

Sea como fuera, yo no entre allí y está claro que... Federick tiene algo que ver.

—sí, bastante vieja —el soltó un suspiro mientras miraba hacia el techo. —tuve que reformar casi toda la estructura y colocar elementos que había comprado.

Mis ojos fueron directamente hacia los cuadros y los demás accesorios, no es que yo supiera mucho de elementos viejos, pero algunas figuras o retratos en los cuadros no parecían estar en el mismo estilo, es como si la casa fuera una especie de museo de los recuerdos, recolectando trozos de diferentes épocas.

—es lindo, todo parece encajar —murmure intentando parecer sorprendida y curiosa.

—asimetría y colorimetría —yo solo asentí a su respuesta volviendo mi vista a mi plato.

Cuando terminamos de comer saque su silla de ruedas justo al jardín donde habíamos estado en el sueño.

En esta realidad, el jardín lleno de flores, casi como un laberinto por la manera organizada en la que se encontraba. El jardinero a lo lejos seguía rociando las flores dándole un toque irreal.

Nos quedamos bajo la sombra y lo mire, sus ojos recorrían las flores como si estuviera pensando en algo.

—¿todo bien? —pregunte con curiosidad mientras trato de que el viento no desordene tanto mi cabello.

—sí, el aire aquí es muy… fresco —mis ojos de nuevo fueron al jardinero que nos daba la espalda, el olor que emanaba del suelo gracias al sol y el viento, es a tierra húmeda y el olor de las flores que de alguna manera son más perfumadas.

Soy más fanática del suelo mojado que de las flores, no crecí oliendo el olor de las rosas y margaritas, pero no es mi favorito.

—damos un paseo más largo, quiero ir un poco más allá —dije con ánimo y una sonrisa en los labios y el solo asintió, le hice una seña a uno de los chicos que parecen nuestra sombra y el comenzó a empujar la silla de ruedas de Federick por el camino de piedras hasta que llegamos al camino de tierra que va al bosque.

El agradable que el sol no toque directamente y estemos protegidos por la sombra, solo me quedo mirando a mi alrededor con asombro, los árboles son tan altos que las aves vuelan sobre nosotros saltando de una rama a otra por lo cercanos que estaban sus pinos entre sí.

—¿te gusta? —pregunto mientras mis dedos tocaban el tronco de un árbol, el más grueso del camino.

—es lindo… es como si la ansiedad desapareciera —mis dedos definieron las líneas del tronco y por un segundo hubo un flash, una visión del pasado.

Entonces no fue solo una línea temporal.

—Fede… ¿si crees en las vidas pasadas o no? —pregunte directamente mirándolo, esperando alguna reacción que lo delatara, estamos justo afuera de los límites del hechizo de la casa, pero aun así no puedo detectar nada.

—¿Por qué lo preguntas ahora? —sus ojos azules me analizaban mientras descuidadamente me apoye la espalda en el árbol.

—tengo una muy mala vibra en esta casa, incluso cuando me ahogue —lleve la mano en mi pecho, recordando el sentimiento de asfixia, el agua con cloro entrando en mi nariz se sentía antinatural, quería gritar, pero la presión era mayor, Tal vez deba olvidar eso, para evitar más sumas a mi talasofobia.

Mis ojos fueron directamente a la casa que apenas se podía ver entre los árboles.

—bueno, es una casa vieja, tuve que hacer mucho por ella

—¿Por qué? omitiendo el claro y obvio hecho de que está lejos de toda civilización a kilómetros —lo escuche contener una risa y su asistente no sabía dónde meter su cara, arrugaba las cejas y entrecerraba los ojos como si le costara mirar algún punto fijo entre los arboles a lo lejos.

—aparte de eso —respondió con una sonrisa. —este lugar me hace sentir bien —lo vi inflar su pecho tomando aire mientras cerraba los ojos. —es precioso.

—eso no lo discuto. —le hice una seña para seguir el recorrido hasta llegar a una especie de lago donde nos detuvimos. —¿Por qué no me dejabas venir? —cuestione casi como un regaño agachándome y colocando mi mano en el agua, solo para darme cuenta de lo fría que esta.




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