Luego de un mes más en este lugar, al fin él dijo que nos iríamos, pensé que nos iríamos en el helicóptero y ya estaba haciendo notas mentales sobre ello cuando escuche el motor de varios autos afuera.
El lugar era muy silencioso para mi gusto, así que hasta el sonido de un alfiler se podía escuchar.
Cuando abordamos, condujeron hasta lo que parecía un campo demasiado abierto y desierto, allí estaba un jet, listo para ser abordado pero la cantidad ridícula de guardias en todas partes me sorprendió aún más; las miradas curiosas de todos se dirigieron a mi más que a su jefe. Abordamos en silencio y no quise ni mirar por la ventana, el subidón del despegue se sentía igual que cuando mi alma se despegaba de mi cuerpo: vibrando, zumbando, como si todo le molestara.
Un par de horas más tarde aterrizamos y por fin había más personas, trabajadores, no hombres de traje de pingüino y miradas serias. Suspire con alivio.
—recuerda tu promesa —dijo en un tono tan bajo cerca de mi oreja que me hizo revolver más el estómago.
Cierto. Ahora soy prisionera, esto será como un grillete invisible en mi pierna. Deje mi libertad a cambio de estar con este idiota.
Todo el tiempo que estuvimos allá evito volver a mostrarme la habitación con retratos inquietantes de mi yo del pasado.
¿tendrá uno actual? Es seguro que sí.
—la recuerdo bien, no tienes de que preocuparte —le di una palmadita en su brazo, esperando que así bajara la guardia, pero esos ojos azules me miraban muy intensamente.
—eso espero, duendecillo —tomo mi rostro con su mano y me quede completamente quieta, su rostro tan cerca ya no era un problema, pero ahora, no lo había besado y ahora, con todo lo que sabía y en la posición en la que me encuentro realmente esto se siente forzado.
El solo siguió su camino y al último instante, tal vez viendo tomo mi cuerpo tenso sus labios se dirigieron a mi frente dejando un beso allí.
No sabía que estaba conteniendo el aire hasta que expulse todo de mi pecho, con alivio.
Apenas bajamos dejo que uno de sus hombres me llevara a mi casa, pero mientras más miraba por el espejo retrovisor, me di cuenta de que había un auto siguiéndonos, uno idéntico al que me subí.
—el señor Fitzroy fue especifico al decir que solo fuera por sus cosas personales. —me quede tiesa en mi asiento, colocando mis manos en el asiento de cuero.
¿Qué ese idiota dijo que?
—¿Cómo que cosas personales? —pregunte en tono de alarma viendo el retrovisor, el hombre volvió a mirarme por allí mismo y con calma volvió a responder.
—vivirá con él a partir de ahora, señora —la forma tan formal en la que me llamo me hizo abandonar el calor de mi cuerpo, ya de por si el aire acondicionado dentro del auto se sintiera peor.
—no creo que sea mayor que tú, para que me llames señora —dije cruzándome de brazos esperando que así me enfriara un poco.
—ahora será nuestra señora, deberá acostumbrarse. —suspire mirando por la ventana de nuevo el camino de regreso a mi casa.
Que ya no sería mía.
Tome mi maleta con la que había llegado al país hace tanto y con algo de perfume le quite el olor que tenía ha guardado, mientras enrollaba la ropa para que fuera más espaciosa, el guarda espaldas que me toco se me paro en la puerta de mi habitación.
—el señor Fitzroy me dice que solo artículos personales, su ropa y lo demás puede ser reemplazado —el hablo con tanta calma como si hablara sobre el maldito clima soleado de afuera, tan monótono que es obvio que no es de por aquí, sus rasgos europeos y acento delatan que es de Reino Unido, me toco escuchar mucho ese tipo de acento mientras tomaba clases de inglés e incluso en la calle, era algo gracioso y molesto al mismo tiempo.
—¿Cómo que reemplazado? —pregunté con horror, aunque se bien la respuesta, Federick quiere tomar todo lo que fui y pegarme como un sticker en su vida.
Si no hubiera recordado lo que se hasta ahora… tal vez me tomara todo esto con mas humor.
—podrá ir de compras mañana si gusta, igual la ropa que estaba en la mansión fue enviada a la casa —no quise preguntar como movieron todo tan rápido, pero mirando mis cosas, comencé a sacar todo de nuevo, llevaría solo las cosas que no podía reemplazar ni, aunque las comprara.
Mis peluches y mis documentos originales e incluso mi dinero ahorrado todo lo saque.
—¿Qué pasara con mi ropa? —pregunte mirando mi armario, todo me había costado tanto obtenerlo.
—El señor Fitzroy dijo que todo lo que tenga a partir de ahora le pertenecerá. —me quede mirándolo fijamente unos segundos para luego girarme a mirar mi closet. ¿Cómo puedo negarme? Y a la vez ¿Qué mierda hice con mi vida?
El sueño de toda mi vida fue que alguien me mantenga y ahora… se siente amargo.
—como si eso fuera un alivio —murmure y termine de cerrar mi maleta.
El tomo mi maleta y regresamos al auto, afuera del edificio estaba el auto que nos siguió, pero para mi sorpresa y horror no era un solo auto, eran tres en total.
—señora —vi la puerta del auto abierta y solo caminé por inercia, viendo todo pasar frente a mis ojos.