Recuerdos de una pandemia

Capitulo 34

—iré sola —dije con firmeza viendo como Maxwell y Donatello se quedaban mirándome a mí y a Federick, en poco tiempo demostré que no pensaba huir de la casa y que… a pesar de todo, me iba a quedar a su lado, ellos planeaban hacer una boda grande, pero ¿a quién invitaría yo?

Federick dijo que solo eran “apariencias”, solo socios suyos irían y aun así…

—he dicho que no, mi prometida no puede ser vista sola por la calle —lo vi tensar la mandíbula tal vez para no decir lo que realmente quería.

“no puedes salir sola, eres la prometida de un mafioso”.

La puerta sonó indicando que alguien había llegado, me quede plantada en mi lugar a punto de hacer un berrinche cuando la voz fuerte de una mujer desde la entrada nos distrajo.

—¡Hola a los señores Fitzroy’s! —llego con tanto animo que mirarla parecía algo irreal.

Una mujer hermosa de cabellos negros y piel pálida, casi sin color, haciendo que el rojo de sus labios resaltara, nuestras miradas se cruzaron por un momento hasta que toda su atención fue captada hacia alguien en particular.

—Doni!, Hola —su tono seductor no paso por alto y menos como fue directamente hacia el arisco de Donatello y lo tomo del brazo con posesividad, abrí mi boca con incredulidad y miré hacia Federick que parecía mucho más animado mirando la escena a un costado de nosotros.

—Señorita Quinlan, es… un gusto verla —los ojos verdes aqua de ella se volvieron cristalinos, como si hubiera esperado siglos por oírle decir eso.

Mientras que nosotros tres solo mirábamos entre sorprendidos, curiosos y conteniendo las ganas de reír.

—ay, sabes que tú me puedes llamar Jaqui —su sonrisa y la manera en que sus grandes senos se estrujaban en su vestido contra el brazo de Donatello me hizo sentir pena por un segundo por él, se notaba a kilómetros que el roce no era de su agrado.

¿era gay?

Tampoco es que intentara alejar a la mujer, tal vez por respeto.

—Señorita, Quinlan, no haga que mi asistente tenga un colapso —le hablo con una risa contenida Federick haciendo que la mujer lo soltara por fin.

El pobre soltó un suspiro tan sonoro que solo la risa contenida de Federick le hizo competencia.

—y tu… —me miro de arriba abajo, como si le pareciera la cosa más extraña de la habitación. —tu puedes llamarme Jaqueline —extendió su mano hacia mí y la tome.

—un… gusto, Soy Grecia —sonreí con algo de incomodidad, ella está demasiado alegre, para todo lo que yo he tenido que soportar, aunque… puedo ver en ella sinceridad.

—¡ay, ya lo sé! Eres tan adorable, ahora entiendo mejor porque Federick se quiere casar cuanto antes —le echo una sonrisa quizás ella sea ¿una amiga? Todo parece indicar que sí, aunque es más que obvio que su interés es por Donatello.

Si no nos lleváramos bien, podría decir que no está mal, ambos son bastante atractivos.

—porque no… salen ambas —ella se giró a mirarme ante la repentina propuesta de Federick.

—¿seguro? —pregunto ella de una sola vez tomando mi mano y mi brazo.

—Grecia me decía que quería salir sola, pero eso no será posible, así que ¿Por qué no van de compras? —los ojos de ella brillaron cual niña.

—creo que ahora si fue una buena idea venir —ella parecía emocionada y sin pensarlo dos veces comenzó a jalarme del brazo. —nos vemos, te la regreso para la cena! —yo intente defenderme, decir algo, pero la mujer siguió llevándome en contra de mi voluntad hasta afuera de la casa.

Pero ¿Por qué opongo resistencia? Al menos estoy saliendo de casa.

Maxwell abrió la puerta del auto donde había llegado la mujer, muy distinto a los demás. Me coloque el cinturón de seguridad y ella comenzó a conducir. Estoy agradecida de colocarme el cinturón, pues su auto parece de carreras y la manera en que creo una nube de humo rechinando sus ruedas traseras me hizo pensar en querer bajarme.

—¡alcáncennos! —la mire con terror cuando acelero hacia la entrada que ya estaba abierta y salimos a toda prisa.

Siempre he odiado las velocidades y justo ahora creo que moriré y volveré al cielo antes de tiempo.

—relajate cariño, vine a tu rescate. —dijo animada con sus lentes de sol puestos, sonriendo ahora como una demente. ¿en qué clase de mujer confía Federick? ¿quiere darme una lección? Pues ya la aprendí, ahora quiero bajarme.

—po-podrías bajar… —el motor rugió antes de que pudiera terminar las palabras. Parece que esta mujer está practicando para salir en la película de rapidos y furiosos once.

—ay calmate Grecia, he conducido desde los quince, este auto es muy seguro —la mire con la misma expresión de terror mientras mis manos y dedos están aferrados a mi asiento, sin tener un lugar de donde sujetarme.

Mire por el espejo de mi lado no podía ver los autos de seguridad.

—así que… ¿reencarnación? —la mire sin comprender. —¿la mansión embrujada Budrioli? —entonces capte, ella lo sabía.

—¿Cómo?

—mis padres son los dueños, que mi Doni me pidiera buscar hasta el último archivo de esa casa, me sorprendió un poco —ella disminuyo la velocidad considerablemente y me relaje un poco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.