Recuerdos de una pandemia

Capitulo 35

—dame un momento, es mi padre —susurro mientras se alejaba con el celular cerca de su oreja, yo solo asentí entregándole la ropa que había elegido que me quedaba bien, me sorprendió un poco que todo era colores neutrales como el beige, blanco, negro y azul marino, tal vez por la “temporada” la ropa era así, como si Federick me llevaría de fiesta todo el tiempo.

Solté un suspiro saliendo de la tienda viendo como Jaqueline había salido de la tienda apartándose un poco del ruido de algunas personas que pasaban por allí. Por su postura es más que obvio que está discutiendo con su padre.

Los guardias ya nos habían encontrado, pero se mantenían alejados como si vigilaran cada esquina del centro comercial, atrayendo las miradas de todos quienes se preguntaban a qué celebridad estarían escoltando. Nada más alejado de la realidad, solo éramos nosotras.

Ellos se mantuvieron alejados y sus ojos nos miraban de vez en cuando antes de usar el comunicador que tenían entre los dedos, pequeño, discreto.

Di un par de pasos hasta una joyería a un par de tiendas de las que acabábamos de salir deteniéndome a mirar lo extravagantes que eran.

¿Federick me haría usar cosas así?

No pude dejar de pensar en algunos vestidos que Jaqueline había elegido y como algunos de ellos parecían quedar bien con los escotes, aunque no soy especialista en ello, le quedarían bien, su tono de piel casi inexistente hacia que todo lo que usara se acentuará más.

Tal vez porque me quede demasiado tiempo mirando las vitrinas la voz de Jaqueline me sobresalto.

—¿algo que te gusté? —contuve las ganas de responderle con sarcasmo.

—realmente no lo pensé en mi —le señale hacia el cristal y ella miro el collar con atención. —te quedaría bien con el vestido que te probaste, el rojo. —admití con calma y solo la escuche reírse.

—¡tienes razón!, vamos, tal vez adentro encontremos algo que te guste —ella tomo mi mano y abrió la puerta de cristal con la otra haciendo que sus tacones resonaran.

—Buenas- —el hombre detrás de la vitrina al ver a Jaqueline se quedó sorprendido un segundo y al siguiente sonrió tan ampliamente que me asusto. —Señorita Quinlan, por favor, sea bienvenida —el hombre salió tan rápido de detrás del mostrador con dos mujeres siguiéndolo mientras se arreglaban la ropa que no tenía ni una arruga.

¿así se siente tener poder?

En la otra tienda tambien fue lo mismo, se acercaron a ella como polillas a la luz, todos adulándola y tratándola demasiado bien, ella parecía tan familiar con todo, como si no fuera nada del otro mundo.

Ni las bolsas nos dejaron cargar, me quede allí como tonta y sintiéndome un poco mal por como todas las empleadas me miraban, como si supieran que no pertenecía a la ropa que usaba.

—necesitamos algunos accesorios para ella —hablo con confianza haciéndome ponerme a su lado y los empleados me miraron justo como los otros, como si yo fuera alguien sin importancia, las muecas de asco que no pudieron disimular me hicieron enojar.

Ya quería regresar a casa. Bueno, la casa de Federick.

—no, no lo hacemos —la intente persuadir con la mirada. —Fede ya compro mucho y-

—¿Fitzroy te compro joyas? Vaya, eso es nuevo —la mire extrañada. —lo normal sería que te diera una tarjeta y te mandaría a gastar por tu cuenta —los empleados me quedaron mirando con sorpresa y algo que parecía miedo.

—¿ha dicho… Fitzroy? —los vi temblar visiblemente, no se atrevían a dudar de la palabra de Jaqueline.

—cierto, deben grabarse bien su cara, ella es la prometida de Federick Fitzroy —todos retrocedieron, mientras ella los ignoro mirándome a los ojos. —Calma Grecia, debemos hacer que luzcas tu nuevo estatus. —la sonrisa que me dedico me hizo darme cuenta que tal vez esto iría para largo.

—¿tengo que hacerlo? —pregunte arrugando la nariz y mirando el lugar, levemente familiar ¿Por qué sentía que ya había estado aquí si… jamás había venido?

—mira, hay muchas zorras allá afuera que tal vez Federick no les presta atención, pero eso no quiere decir que no vayan a querer humillarte —lo pende durante unos segundos.

Si es cierto que Federick tiene estatus y dinero, esto será un reto, solo pensar en la última fiesta y en cómo me miraban algunas personas me hizo asentir.

—tienes razón. Entonces… ¿Qué hacemos? —ella sonrió y dio aplausos complacida para luego sentarme a elegir cosas sobre una mesa que trajeron.

Pasamos todo el rato eligiendo anillos, pulseras, collares que realmente comenzaron a gustarme.

—ya sabes, lo de ella cargalo a la cuenta del Sr. Fitzroy y envialos directamente a la residencia —ella le hizo un ademan con la mano y el hombre dudo un momento, incluso yo lo hubiera hecho.

—como diga la señorita —el hombre se marchó junto a las asistentes y se llevaron las cajas.

Termine de comerme el ultimo bocadillo de lo que nos habían servido. Jamás pensé que algo así pasaría, pero Jaqueline parecía estar esperando por ello.

Ambas salimos de allí hasta que mis pies se quedaron quietos mirando de lejos la tienda de comics.




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