Recuerdos de una pandemia

Capitulo 36

—asumiré que… Jaqueline te ayudo con las compras —la sonrisa bajo su vaso de whisky me hizo sentir culpable. Sabía que todo eso había costado demasiado, ni en toda mi vida hubiera podido gastar tanto.

—intente persuadirla, pero… —el dejo el vaso y me hizo una seña con su mano para que me sentara a su lado, con duda me acerque y me senté.

—¿te divertiste? —me acaricio la cabeza como si fuera una niña, el tacto cálido me hizo relajarme. He estado tanto tiempo en estado de alerta que parezco un chihuahua.

—no pensé que fuera tan agradable —el solo asintió comprensivo.

—sí, la señorita Jaqueline no es muy cercana a mí, pero-

—oh sí, eso quedo claro. —mire hacia donde se había ido Donatello apenas llegue.

El había ido directamente hacia Jaqueline dándole las “gracias”, aunque se notó algo forzado su acercamiento. Imagino que Federick lo orillo a sacrificarse.

—aunque no me gusto que estuviera conduciendo como si estuviéramos en carreras ilegales —el contuvo una risita y me beso la frente.

—¿quieres que hable con ella? —negué varias veces.

—se sintió bien, además… tengo un regalo para ti. —sus cejas gruesas se levantaron con sorpresa para nada fingida.

—¿en serio? —yo asintió y me levante, tomando la bolsa que había dejado en la silla más alejada de él, intento quitarme la bolsa de las manos, pero la pegue en mi pecho.

—vamos a la habitación, no quiero que Donatello ande de chismoso —dije mirando como parecía que las paredes tuvieran ojos.

Sé que Maxwell nos vio riéndonos como locas dentro de la tienda, pero no tenía permitido acercarse a nosotras, esa al parecer había sido la regla.

—¿tiene algo que ver con la tienda de comic? —y allí estaba, ellos le estaban contando a tiempo real cada paso que dábamos.

—sip, así que vamos. —no lo espere. Comencé a caminar rápido hacia las escaleras, no estando acostumbrada a tanto cristal, le pregunte un día casualmente a Maxwell sobre las ventanas y había insinuado que al menos que cayera un meteorito, el cristal no se rompería.

¿es contra balas? ¿tanques?

Al menos había quitado un peso de mí, el saber que no se rompería, ya que las escaleras tambien son cristalinas con una alfombra de color beige.

Aquí no había tantos cuadros como en las otras casas y las esculturas junto a otros adornos todos parecían más abstractos, como si la casa realmente solo fuera un accesorio más.

Igual que yo si no logro saber quién está detrás de todo.

—a ver… ¿de qué se trata? —la puerta se cerró detrás del mientras yo estaba sobre la cama, gateando hasta quedar en medio.

Me levante sacando el pijama de dinosauro.

El chico de la tienda había buscado los pijamas más grandes que tenía, pero no tenia de godzilla de esa talla así que… aquí estamos.

—¿Qué… es… eso? —miro con incredulidad, tomando la tela entre sus manos extendiéndola por completo, gracias al cielo que él lo hiciera me dijo que si era acertado.

—es un pijama de dinosaurio —dije intentando contener la risa. Solo vi como el permanecía quieto mirando el pijama. —porque no vas al baño a ver si te queda. —lo inste mirándolo con ojos abatidos esperando que se conmoviera.

Luego de un silencio largo soltó un suspiro.

—bien, lo hare —él se dio la vuelta y fue al baño, yo rápidamente saqué el que había comprado y me lo puse.

Tenía planeado como iba a hacerlo, así que me moví en la cama tomando el edredón y cubriéndome para que no se notara mientras mantengo mi celular en mano esperando a que salga del baño.

—dime que no tienes el celular en mano? —grito desde dentro del baño luego de un rato e intente no reirme.

—no, claro que no. —hable alto, con total seguridad.

—Grecia, solo hago esto por ti —su tono de resignación me dio algo de orgullo. Ni Matteo nunca se atrevió a unir esas palabras en una misma oración.

—lo es y lo agradezco. —volví a responder alto mordiéndome el labio inferior con la cámara apuntando directamente hacia la esquina de la puerta del baño.

—¿Por qué compraste esto? —al parecer ya se lo ha colocado, no puedo evitar contener la emoción y reirme.

—para tener pijamas a juego —dije esperando no morirme de risa mordiendo mi labio inferior.

—¿esto no es un pijama? —se quejó sin salir aun del baño, estaba por levantarme e ir directamente a por la evidencia, pero me mantuve apretando las sabanas con mi mano libre.

—de donde yo vengo lo es —respondí con rotundidad, con Matteo nunca había experimentado algo así, con ningún novio en realidad y Federick sería el primero.

—bueno al menos es mi tall- dijiste que no tomarías fotos —me reí viendo cómo se acercaba con el ceño fruncido y las manos a cada lado del traje.

—¡waoh! Te queda genial —lo vi hacer una mueca por la incomodidad.

—no soy un niño —lo dijo manteniendo una ceja elevada.

—no, pero cuando tengas hijos seguro que querrán que su padre use uno —vi esos ojos azules profundos brillar. Oh no, ¿Por qué dije eso?




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