En el cielo… un tiempo después
—¿Cómo te declaras? —pregunto el Arcángel Gabriel con fastidio en su mirada azul cielo.
—inocente —dije con firmeza mientras mantenía la mirada sobre sus ojos.
Estábamos compartiendo una de esas miradas, donde su jefe juzga el comportamiento de su empleado.
—bien, estarás bajo investigación, SIN dones, hasta nuevo aviso —sentencio con el mismo fastidio como si ya fuera algo que debía de esperarme, y así es.
—está bien. —sonreí con labios apretado levantándome de la silla.
Samuel, detrás de mí me había explicado que apenas mencione al innombrable de mi padre este había llegado apenas inmovilizando a su hermano con un solo golpe y cuando me vio solo sano mi herida de critica a leve, solo lo suficiente para que sobreviviera.
¿Por qué? no se había quedado ni siquiera a dar explicaciones.
Lo siguiente que supe fue que mi tío había estado lavándole el cerebro a varios humanos encarnados, haciéndole creer que yo había sido la culpable de sus desgracias, dejándolos atrás, olvidándome de ellos.
Solo así fue como logro usar a Federick para reunirnos en esta vida y así, desencadenar todo esto, desde inculparme como “niña mimada” abusando de mis dones y del apellido de mi padre para romper las reglas.
Con mi historial anterior es más que obvio que no tendría credibilidad ante el jurado, pero al parecer una sola palabra de mi padre y todas mis infracciones anteriores habían desaparecido, incluyendo esta.
Desestimo tanto a su familia contra el resto que nadie tenía ganas de pelear por un alma humana que se había dejado manipular, lo protegía el libre albedrio, mientras que, a su hermano, eso ya era otra cosa.
Había echo tanto alboroto que su propia familia le dio la espalda, haciendo que asumiera la culpa de su fracaso.
—¿Qué harás ahora? —su pregunta me hizo detenerme a mitad del pasillo, estaba de camino al portal para regresar a la tierra.
—nada, solo, comer, vivir, llegar entera a los ochenta —me quede mirando un segundo a la nada comprendiendo algo. —jamás he llegado a los ochenta —susurre casi para mí, pero Samuel se rio y apretó mi nariz.
—lo sé, no tomes todo por sentado, tal vez no llegues a los ochenta —arrugue la nariz ente su advertencia.
Era cierto, si yo no hubiera abierto mi tercer ojo por completo en plena pandemia, nada de esto estuviera pasando, tal vez fuera una persona deprimida en una silla detrás de un monitor atendiendo personas que odiaría con mi alma y con ansiedad por seguir adelante, viendo todos los escenarios posibles de mi vida pasando frente a mis ojos como si nada, sin ser capaz de escribir mi propia historia con mis actos.
—sí, lo se… me portare bien —sonreí mostrando mis dientes y el solo entrecerró los ojos con sospecha.
—te conozco… no hagas nada estúpido Ahmed. —le señalo con el dedo, su tono de voz severo solo me hizo soltar una risita baja.
—lo sé, ya dije que me comportare. —le tomé del brazo y comencé a arrastrarlo hasta el portal.
—te estaré vigilando. —sentencio y solo asentí con firmeza.
Cruce el portal de regresando a la tierra solo para abrir los ojos y encontrar a Jaqueline mirándome preocupada.
—¿todo bien? —yo solo asentí y miré hacia afuera.
—¿Cuánto tiempo paso? —pregunte al ver el cielo afuera oscuro.
—dos horas —la mire con sorpresa y luego hacia afuera. ¿tanto así? Para mi fueron como unos minutos nada más, minutos largos escuchando la cantidad de cosas que salía de la boca del Arcángel Gabriel.
No entiendo como en toda la historia lo han colocado como alguien extremadamente varonil y con barba, cuando claramente le pones una falta y lo confundirías con una mujer.
Sus rasgos andróginos son tales que puede ser comparado con Apolo, pero más guapo, y con el mal genio que se carga parece niña haciendo rabietas, ni mi hermana mayor que es rubia es tan femenina como él. Delicado, guapo, y con mal carácter.
—siento que no podre más —mire mis manos, tan pálidas a pesar de mi tono de piel, un claro ejemplo de que necesito tomar sol y retomar mi tono caribeño.
No me he atrevido a salir de la casa de Jaqueline, necesito recuperarme primero antes de hacer cualquier cosa, ahora soy humana, tan frágil que apenas mis dones mantenían en pie mi cuerpo.
—descansa, iré a avisarle a Maxwell —susurro y me dejo sola en la habitación.
Oh cierto, Max.
Maxwell fue el único que no estuvo ni cerca de la casa ese día, fue gracias a él que Samuel se enteró de todo.
La barrera que había colocado mi tío sobre la mansión no dejaba paso a ninguna señal, bueno, casi ninguna señal, Claramente la de mi padre había llegado tan rápido que parecía sospechoso.
¿todo esto sería un plan de ambos?
Desde ese día han pasado un mes y aun no se ha reportado y nadie ha sabido nada de él.