Recuerdos Oscuros

Capitulo 17- Momento infernal (continuación)

Capítulo 17 - Momento infernal (Continuación)

La atmósfera del bar era pesada. No por el humo, ni por la música ausente, sino por las miradas. Frías, como si cada par de ojos estuviera juzgándome desde la sombra de sus secretos. Sentí una punzada en el estómago, no por el trago, sino por esa intuición punzante que suele aparecer justo antes de que algo se desate.

—Oye, dije que no quiero problemas —repetí con calma, pero sin perder firmeza en la voz.

El sujeto, un tipo fornido con barba desprolija y ojos vidriosos, esbozó una sonrisa burlona.

—¿Problemas? Tú los traes, forastero... desde que llegaste, las cosas han empeorado.

No entendía a qué se refería, pero algo en su tono me dijo que no hablaba solo de supersticiones. Alcé mi vaso, bebí un sorbo y me giré lentamente para observar el local. Entonces lo vi.

Sentado en una esquina oscura, con el rostro cubierto por la sombra de un sombrero viejo, alguien me observaba. No bebía, no se movía. Solo... observaba. Sus ojos, apenas visibles, parecían vacíos, como pozos sin fondo.

Un crujido en la madera del suelo me devolvió al momento. Me giré: el tipo fornido se me había acercado demasiado.

—Te lo diré una sola vez más... lárgate mientras puedes.

Algo en su tono me recordó a las advertencias que se oyen justo antes de una tormenta. Pero no era miedo lo que sentí. Era certeza. Certeza de que si me iba, jamás resolvería el caso de la niña. Y, sobre todo, de que algo mucho más grande estaba en juego.

Me levanté lentamente, mi mano rozando el bolsillo interior donde aún tenía una daga ritual que el viejo del pueblo me había entregado días antes. Salí del bar sin decir palabra. Sentí sus miradas clavarse en mi espalda como si cada paso que daba fuera una cuenta regresiva.

Al doblar la esquina, el aire cambió. Un hedor pútrido, casi imperceptible pero inconfundible, me golpeó. Venía del callejón lateral. Me detuve, y entonces escuché... un susurro. Un murmullo arrastrado, como si la noche hablara en un idioma olvidado.

Me acerqué con cautela. El callejón estaba vacío, pero las paredes estaban cubiertas de símbolos antiguos, grabados a fuego o a cuchilla. Reconocí algunos. Runas de invocación, sellos de prisión espiritual. Y sangre. Había sangre aún fresca en las grietas.

Entonces lo sentí: la misma parálisis de antes. Mis músculos se tensaron, mi respiración se volvió lenta, forzada. Y detrás de mí, lo escuché de nuevo… esa respiración gutural, húmeda… algo estaba allí.

—No has terminado lo que comenzaste... —susurró una voz detrás de mi oído.

Me giré de golpe, pero no había nadie. Solo la oscuridad.

Saqué la daga. Esta vez, no pensaba dejar que la criatura tomara la iniciativa.

Un destello en el suelo me llamó la atención. Era una pequeña cadena... con un dije de mariposa. La misma que describió el padre de la niña desaparecida.

Mi corazón se aceleró. Ella había estado allí. Quizás seguía viva.

Pero entonces la tierra tembló ligeramente, y las paredes del callejón comenzaron a rezumar un líquido oscuro, espeso. Como si el mismo pueblo estuviera vivo, y enfermo.

—Ella está en la caverna... —dijo la voz—. Pero el precio será tu alma.

Cerré el puño. No iba a negociar con espectros. Pero ahora sabía hacia dónde debía ir.

La caverna... el lugar que todos en el pueblo se niegan a mencionar. El mismo que ni siquiera figura en los mapas. Si ella estaba allí, debía llegar antes de que esa cosa la reclamara.

Giré sobre mis pasos, la noche se sentía aún más pesada. Sabía que no podía confiar en nadie. Ni en los vivos, ni en los muertos.

La verdadera pesadilla apenas comenzaba.



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En el texto hay: mistisismo, misterio paranormal, mistica

Editado: 13.05.2025

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