Recuerdos Peligrosos | Libro 2

4

Mi primer día fue de lo más tranquilo.

Nada que decir, nada que cambiara el ritmo de la universidad; Mina y Alison me abrazaron con fuerza y empezaron a llorar, fue demasiado para mi pobre alma confundida, lloré con ellas solo el tiempo suficiente como para terminar en la enfermería.

― ¡En verdad tus guardaespaldas son feroces, nos dieron media vuelta y contaron hasta tres! ―exclamó Mina sorprendida.

Ellas nunca sabrían que yo había pedido que nadie me visitara, aún tenía mis dudas con el psicópata que me vigilaba, mi única alegría era que vivían cerca de mis nuevos escoltas.

―Lo siento, hablaré con ellos a ver que logro ―dije nerviosa.

Sonreí un poco, mis amigas se habían preocupado lo suficiente por mí, no lo voy a negar. Ambas habían tenido una conexión tensa con Dereck y Camilo, en pocas palabras, no se habían llevado bien con ellos dos.

Por suerte.

―Cuando te perdiste esa semana, Mina empezó a organizar una vigilia en tu nombre al segundo día.

Alison estaba pálida y no parecía creer que me veía en carne y hueso. Ella tenía el cuerpo latino de infarto que todo hombre amaría tener a su lado, con el cabello azabache, ojos color miel y la piel trigueña bañada con un bronceado natural la hacían única.

Mina era más bien una chica larguirucha de tez clara, ojos negros y risos castaños que iban en contra de la ley de gravedad.

―Eres muy fuerte Margarita ―Tuvimos otro abrazo grupal. Habían visto las noticias y los nombres de esos dos eran mencionados y relacionados con una agencia de trata de chicas.

Mina y Alison se aseguraron de que todos los que estuvieran implicados con esos dos terminaran bajo investigación.

A la salida, las tres caminábamos por el estacionamiento de la universidad, Mina tenía un pequeño Volkswagen rosa, regalo de sus padres al ingresar a la universidad y nos llevaría a casa, Alison vivía muy cerca de su calle.

Claro que antes, iríamos por un pastel, me estaba inclinando por darles el beneficio de la duda.

―No sabía que los ángeles hubiesen caído del cielo otra vez ―murmuró Alison con la vista al frente.

Yo había estado revisando unos apuntes con Mina, por lo que al levantar la vista solo pude ver a un sujeto muy bien vestido con un penacho blanco, sin alas, apoyado contra un Nissan Sentra negro y que respondía al sobrenombre de ‘Bags’.

Le concedería a Alison la parte de ‘expulsado del cielo’ porque no era para nada un santo.

―Ese sujeto no es nada de otro mundo ―murmuré con fastidio, pero sospecho que no fui escuchada.

Bags dirigió una sonrisa trémula en nuestra dirección, sé que es muy probable que no sepa sonreír y parecía estar esforzándose.

― ¿Qué dices? Si es tan guapo. ¿A quién habrá venido a buscar? ―Rogué que Bags fingiera que no me conocía.

―Margot, he venido a llevarte ―soltó el psicópata cuando estuvimos cerca, el auto de Mina estaba al lado.

Mina y Alison sonrieron de oreja a oreja― ¿Lo conoces Margarita? ―exclamaron al mismo tiempo.

Solo hay una cosa que podría decir a mi favor y no tenía ganas de hacerlo―. Bueno, es una larga y aburrida historia, pero solo lo hace por trabajo.

Y gracias a Dios Eli bajó del asiento del pasajero, había perdido su puesto del copiloto con mi llegada y no parecía perturbarlo, casi nada lo fastidiaba.

― Hola oficial.

Él sonrió y deslumbró a mis amigas que, mirándolas detenidamente, una estaba babeando y la otra parecía tener alguna especie de fantasía erótica que era mejor no preguntar.

Alison sacudió su cabeza―. Estem, soy Alison Peña y ella es Mina del Prado, somos amigas de Margarita―. Y sonrió como esas modelos de televisión.

―Hola. ―Eli fue el único que saludó sin empezar su discurso favorito, estaba actuando raro. ¡No seducía a ninguna! ― Soy el oficial Elías Pachari y él, Merri Bastien, somos pareja ―Se presentó en seria actitud.

Ok, no esperaba esto, me encogí de hombros divirtiéndome con las expresiones confundidas de mis amigas.

― Margarita, vinimos a ver como estabas, el capitán nos llamó para ver un caso y de paso pensamos recogerte ―Se explicó Elías, aun en ese modo nuevo de ser. Al menos para mí.

¿Sufre de doble personalidad?

Admitiré que bajo esa actitud de macho alfa me estaba calentando algunas neuronas. 

Bags se metió al auto sin mediar palabra, mientras, Eli me abría la puerta del asiento de atrás.

―Pero puedo ir con...

―No te preocupes, tu amiga agradecerá evitar el tráfico de esta hora ―Me cortó Eli, se me hacía sospechoso; el tipo era un niño bien, ni siquiera podía imaginar qué andaba por su cabeza.

Bags abrió la puerta del copiloto y dio palmaditas sobre el asiento con la mirada clavada en mí. Eli sonreía nervioso esta vez―. Merri, ese es mi lugar.

― ¿Magui, en verdad es seguro? ―Mina no estaba muy convencida de estos dos. ¡Al fin! Si los dejaba plantados…




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