Recuerdos Peligrosos | Libro 2

7

Salí del contenedor pisando uno de los cadáveres.

Y antes de darme vuelta para preguntarle hacia dónde, escuché el disparo, Bags me tomó del brazo alejándome de la matanza que había realizado.

Brincaba cada vez que Bags disparaba al tiempo que apuntaba con el arma, no dudaba en interponerse entre las balas y yo, comenzaba a desesperarme, pero no quería desconcentrarlo, parecía estar en modo ‘matar’.

Yo solo seguía sus pasos, corría mirando al frente, entre tropezones, llegamos a una especie de hangar, donde noté varios almacenes ordenados por cuadrantes.

Bags cambió la cacerina por una nueva que había arrebatado a un infortunado que se atrevió a atacarlo demasiado cerca; al ingresar a uno de los almacenes, los gritos angustiosos de un grupo de chicas nos recibieron.

Era casi una docena de ellas. Reconocí a un par, habían sido las ambiciosas conquistas de Camilo y Dereck, estas chicas apartaron la mirada al verme. Podía recordar sus expresiones de alegría cuando me dijeron que irían de viaje al extranjero.

Una se atrevió a decirme que me enviaría souvenirs. Ellas sabían sobre el estricto cuidado de mis padres y sus burlas solo alimentaba sus egos.

― Cierren la boca o moriremos todos.

Bags no tenía para nada esa mirada ni voz atenta que me había dedicado a mí momentos antes, yo sujetaba con fuerza su camisa sucia mientras las chicas nos rodeaban.

― Vamos a salir de aquí, la ayuda vendrá pronto.

¿Y cómo Bags?

Me reprimí de preguntarle en voz alta, porque no tenía idea de cómo lo iba a lograr hasta que sacó un teléfono que había robado y marcó un número de emergencia.

― Trae tu culo ahora o me cargaré al resto ―soltó en tono firme y luego tiró el equipo a un lado.

Todas lo miramos con los ojos como platos. ¡Este tío es un imbécil!

Bags investigó los demás almacenes y más chicas llegaron al encuentro con nosotras, algunas con las ropas rasgadas y otras en un estado medio catatónico.

Espero que alguien pudiera ayudarlas después.

Bags me encontró tratando de recuperar el teléfono que había descartado.

― Nunca descifrarás su código de bloqueo, solo puedes hacer llamadas de emergencia ―susurró bajito, yo lo miré confundida y él me llevó a un lado haciendo notar una cojera que no había visto antes, su brazo izquierdo ahora estaba rígido―. Si marcas a la línea de emergencia y digitas tres veces seis durante la marcación, irá a la línea de emergencia de Bas ―dijo confidencial, supuse que su hermano se llamaba así, qué original.

―Él podría llamarte de vuelta ―dije esperanzada, él me miró como si hablara en chino y luego acarició mi cabeza―. Entiendo el sarcasmo ―solté.

Bags se giró hacia las chicas sopesando las opciones que tenía―. Nadie deberá salir de aquí, es posible que los secuestradores estén distraídos con los refuerzos. Esta zona será cercada en cualquier momento y no vale el esfuerzo salir heridos. ―Dicho esto, se acercó a la puerta para vigilar y se apoyó del hombro ileso.

El sudor cubría su frente y cuello, sospecho que tiene fiebre.

Una de las chicas, se me acercó nerviosa―. Estefany salió por un agujero de atrás, quiere vengarse de uno de los sujetos que abusó de ella ―dijo nerviosa.

Revisé el agujero y la chica tenía que ser muy menuda para haber salido por ahí, escuché sus gritos ahogados y no lo pensé dos veces, salí por el agujero raspándome la espalda con la calamina.

¡Antitetánica, tenemos una cita!

Estefany estaba de pie, cubriéndose la boca mientras uno de los tíos que Bags había baleado se reincorporaba del suelo, llevaba un chaleco antibalas de la policía bajo un chaleco de construcción, creo que era el mío.

Como estaba delante de mí, dándome la espalda, tenía el elemento sorpresa.

Miré en varias direcciones y cogí un hacha para incendios, corrí lo más rápido que pude, el estúpido no reparó en mí hasta que le asesté un golpe con la cabeza del hacha, cayó desplomado al suelo y la otra estúpida, en vez de agradecer y volver, cogió el arma que el sujeto dejó caer y siguió su carrera suicida.

Maldije por lo bajo iniciando la absurda persecución, el mal olor que me envolvió me dijo que Bags iba a mi encuentro, me detuvo al instante que una bala le rozó el brazo haciendo que soltara el arma.

― ¡Bags! ―grité.

La otra chica no tuvo tanta suerte, cayó desplomada al suelo.

― Si me da gangrena te castigaré ―susurró cubriéndome con su cuerpo, pude notar que se acercaban varios hombres armados. Prometo no seguir a nadie cuando salga a una misión suicida.

Merri tenía el cuerpo muy caliente, esto es muy malo.

― Pero que cosita tan linda resultó.

Reconocí la cara del hombre que asesinó a Valerio, iba acompañado de cuatro más que nos rodearon.

― Bags, aun te quiero vivo ―dijo divertido, se encogió de hombros al escuchar los disparos y sirenas que se iban acercando―. Verás, no perderé mucho aquí si me llevo a tu linda novia, claro, será placentero alquilarla a todos tus enemigos, se la montarán en tus narices.




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