Recuerdos Peligrosos | Libro 2

9

Solo por esa noche, mi hermano durmió en la sala con Connor, y por los extraños gemidos y risas excéntricas que provenían de la sala, no me apeteció dormir mucho, terminé escondida en el clóset enviando mensajes a Eli.

Él era un noctámbulo así que no pareció importarle mucho, por obvias razones evitamos mencionar al psicópata, aunque hubiera preferido preguntarle si al menos estaba comiendo algo.

Por la mañana, mi adorable familia me había dicho que habían hecho una ronda interminable de ‘Cranium’ con singulares castigos, yo no estaba muy convencida, de solo ver la cara indescifrable de Connor que decía otra cosa...era mejor evitar el tema.

Después del desayuno, Robin condujo hasta la playa El Charco, quedaba muy cerca de su casa, en el camino recién pude dar con un par de detalles que había dejado al aire.

― Ya estás mucho mejor y recibes a tus amigos en casa ―dije de la nada.

Mi lindo hermano mayor empezó a sonreír como una ameba.

― ¿Quién es la nueva afortunada?

Él me miró y sonrió más, provocándome dolor estomacal.

¿Es que no aprende este idiota?

―Se llama Amy y la conocí en el centro de ayuda, es muy pero muy tímida cuando no te tiene confianza. ―Genial, mi pobre hermano lidiando con otra chica problema.

―Pero Rob, apenas han pasado unos meses ―dije en obvia acusación. Él asintió fijando su atención en el camino.

―Empezamos a salir hace poco, solo nos caímos bien y no hablábamos de nuestros problemas, hasta que un día la rescaté de su ex, un tipo golpeador.

Lo miré con los ojos como platos, Robin es un instructor de defensa personal, trabaja en varios lugares y tiene prohibido reventarle la cara a alguien, a menos que su vida corriera peligro, en ese sentido literal.

― ¿Lo mataste?

Él me miró muy serio, ok, no sé si quiero seguir preguntando.

―Lo envié al hospital y la verdad pensé que ella me denunciaría o iría tras el tipo en la ambulancia. ―Parecía muy pensativo al respecto―. En cambio, me llevó a una clínica para atender el raspón que me hice al resbalar con una envoltura ―me dijo con algo de sorpresa.

Suspiré, Robin nunca ha sido tan patético en su vida.

¿Resbalón? ¿Con una envoltura?

―Un raspón. Por una envoltura ―repetí sin creérmelo.

―Oh sí, sus padres la buscaron al enterarse, ya habían denunciado al tipo por acoso. ―Sospecho que también mi hermano empezaría por ese camino―. Fíjate que comimos en su restaurante de parrillas. ―El verdadero amor de mi hermano, la carne. ―Desde entonces, empezamos a colaborar juntos en las actividades grupales del centro.

Me di de cabezazos contra el tablero.

¡Solo estaban alardeando de haber enviado a un pobre diablo al hospital!

Llegamos al lugar reservado por la familia, curiosamente apellidada ‘Toro’, Amy Toro nos recibió con un hermoso vestido floreado que le llegaba algo más arriba de las rodillas y la verdad es una chica muy bonita y serena.

― Debes ser Margarita, Robin me habló mucho de ti. ―Su sonrisa Colgate estaba a punto de dejarme ciega.

―Margarita, te presento a Amy, mi verdadero amor.

Creo que también podría llamarla Glucosa, porque me apachurró y depositó un interminable y sonoro beso en la mejilla antes de iniciar una ronda de besos con mi hermano.

Luego del bochornoso saludo, nos condujo con el resto de la familia―. Papa, Nona, deben conocer a Margarita, la hermanita de Robin ―exclamó animada.

Me sentía enrojecer; ellos, aparte de ser de sangre italiana por la bisabuela, tenían sangre latina en las venas, pues toda la gente no se limitó a decir un ‘hola’ o alzar la mano, sino que me abrazaron como si fuera de la familia.

¿Qué demonios?

―Ellos son muy cariñosos con los que les caen muy bien ―susurró Rob a mi oído. Yo lo miré confundida tratando de recobrar el aliento―. Ya sabes, son tímidos con los extraños ―susurró mi hermano en complicidad.

¿Y no soy una extraña?

De repente, las risas murieron mientras la gente daba paso a un abuelo vestido con una camisa blanca y pantalones cortos, se fue acercando hacia nosotros con paso gallardo. Mis respetos para el hombre que iba descalzo sobre la arena caliente.

Mostraba cara de pocos amigos.

― Tú eres Robin Poma. ―Por primera vez desde que llegamos, mi hermano empezó a sudar frío― ¿Y la bambina? ―Clavó su dura mirada en mí.

―Es mi hermana Margarita, señor Toro. Es un honor conocerlo. ―Rob estiró la mano y el cabeza de familia se la estrechó con firmeza antes de abrir los brazos hacia él y luego hacia mí con una inesperada sonrisa de aprobación.

El abuelo abrazaba con fuerza.

―Qué delicia, ha traído a su hermana, y yo pensando que solo quería seducir a nuestra Amy. ―Me asfixió con su abrazo de oso y el resto comenzó a reírse―, ni siquiera hace escándalo por el trozo de tela que lleva puesto ―. Amy que traía dos platos cargados con carne y papas enrojeció como un tomate.




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