Recuerdos Peligrosos | Libro 2

13

Luego de liberar a Eli y a Connor.

Los tres revisaron la casa de arriba abajo, no me despegué de Bags hasta que llegamos a la cocina, era el último lugar por revisar, por segunda vez.

―Bags, sabes que es inútil, ya debe haberse ido. ―Eli se frotaba los hombros adolorido―. No sé qué hiciste esta vez, no hubo guacamole de por medio, como aquella vez que te comiste su…

―Elías, sal un momento. ―Merri había encontrado una nota pegada a la nevera, sabía que no era una despedida amorosa―. Ahora.

Fue la primera vez que él levantaba la voz, Eli siempre era el que perdía la paciencia con Bags, no al revés.

―Claro, lo siento ―respondió Eli, me dedicó una frustrada mirada―. No le hagas caso, solo llámame y vendré. ―Eli sabía que me había escapado de Bags, así que seguro supuso que me iba a regañar o algo, en serio, preferiría eso.

Él aún no se giraba releyendo la pequeña nota―. Margarita ¿Te lo contó por diversión o se lo preguntaste? ―Su tono era pensativo.

A ver, esto era serio, él había evitado este tema en particular y ahora me llamaba por mi nombre correcto.

¿Eso que detecté fue enfado, resentimiento o asco?

Me removí de mi lugar―. ¿Eso importa? ―Seguía moqueando por el miedo.

―Sí.

Ajos y cebollas, el sujeto estaba ardiendo en furia, había arrugado el pedazo de papel con el puño.

Miré al techo rogando por paciencia―. No estoy segura si fue diversión, yo solo le pregunté de qué quería hablar y por qué amarró a los idiotas ―respondí frustrada.

Él asintió con la cabeza.

―Acudo al terapeuta cada semana y me someto a análisis médicos una vez al mes.

¿Qué demonios?

No entendía a qué quería llegar, su horrendo hermano me había aterrado de muerte, su historia había sido fantástica pero capaz había exagerado en los detalles.

―Bags, no…

―Está bien si crees que soy un psicópata o un lunático traumatizado ―dijo sereno.

Yo me rasqué la cabeza, él no había hecho nada por cambiar esa percepción en primer lugar, bueno, ya no había secuestrado a nadie para interrogarle al estilo SAW, tenía sus excentricidades que no ayudaban mucho; sin embargo, su hermano Bas había resultado ser un auténtico desquiciado.

¿Cómo podría gustarme ser secuestrada? ¿Pensar en asesinar a su propio hermano? ¿Y por qué diablos iba a hacerlo? ¿Qué tenía yo de bueno? ¿Mis genes de científica loca?

Bags era un buen tío después de todo. ¿Me acosaría si lo mandaba por un tubo? ¿Tendré el síndrome de Estocolmo?

― Señor Poma, hoy hubo una infiltración en casa, me temo que es mi culpa, he fallado por completo y…

Le arranqué el handsfree que tenía pegado a la oreja, este idiota era un completo desastre cuando intentaba auto inculparse.

― Papi, el hermano de Bags está loco, lo voy a denunciar por acoso, amenaza de secuestro, allanamiento de morada y creo que manoseó a los chicos.

―Ah, está bien hija, solo acude con Charlie, él te asesorará mejor sobre el tema, yo soy capaz de meterlo dentro de un foso y no creo que eso sea bonito para asuntos internos...

Le colgué, porque mi inocente padre estaba medio dormido, así que tiré el aparatito a un lado para enfrentar al idiota que tenía en frente, Bags me miraba inmóvil, se había girado durante la llamada con toda la intención de soltar algún estúpido discurso.

―Margot, seré todas las cosas que piensas, pero no estoy loco... ―Lo besé en los labios y lo abracé acurrucándome en su pecho, olía a cloro y a Lysol fragancia flores nocturnas.

―Solo dedícate a cuidarme y todo estará bien. ―Sus brazos me rodearon con fuerza por un buen placentero momento―. Cuéntame la verdadera historia ―murmuré.

Él respiró profundamente escondiendo su rostro en mi cuello―. Margot ―Su lamento fue extraño―. Gabriel jamás miente ―Su respuesta me dejó helada.

― ¿QUIEN DIABLOS ACOSA A MI HIJA, BASTIEN?

Bueno, ese era mi padre muy despierto tratando de reventar las lunas de la casa con su potente voz, el pobre no había escuchado muy bien los hechos, pero sí captó algunas palabras, Eli y Connor serían la carne de cañón mientras nosotros tratábamos de asimilar un poco la situación a la que nos enfrentábamos en un delicioso silencio.

La nota arrugada había caído al suelo de losa, abierta como una flor, permitiendo leer el mensaje del verdadero psicópata: «La verdad y nada más que la verdad, Merri».

Creo que su desquiciado hermano jamás superaría su problema de egocentrismo, supongo que si le hubiera seguido la corriente no habría terminado en esta situación, pero había notado algo más importante.

― Bags, deberías estar aterrado por mis demostraciones de afecto, he notado que durante todo este tiempo solo pareces disfrutarlo ―susurré bajito, padre seguía ladrando en la sala, juguetear con los cabellos de Bags era más entretenido.

El idiota tuvo el descaro de sonreír― ¿Y por qué debería? ―Había caído derechito en su trampa.




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