Recuerdos sobre hielo

Capítulo 1 ─ Final

Después de una semana ajetreada, el sonido del acero rasguñando el hielo a su paso resultó reconfortante para Gushi. Una sonrisa decoró sus pálidas facciones cuando el responsable de aquella reunión improvisada la alzó entre sus brazos, realizó un elegante giro por la pista, y luego la liberó como si fuese una muñeca de cristal. Tal como le había dicho Kukai, todos sus problemas se esfumaron tan pronto como inició su habitual coreografía.

La joven de cabello castaño contempló a su pareja con embeleso. A pesar de ser él quien lidiaría con un evento importante al día siguiente, rechazó salir con sus compañeros de hockey para ayudarla a despejar su mente. Si bien la competencia de patinaje en dúos también se hallaba a la vuelta de la esquina, tenían más días de preparación física y mental. 

Ambos representaban el alma de la capital de Allumia; la ciudad Caelthi se enorgullecía de sus atletas y su mezcla de culturas. 

─ ¿Lo intentamos de nuevo? ─sugirió Gushi.

A diferencia del muchacho de cabellos azabaches y tez bronceada, que parecía inagotable, ella necesitaba reforzar su resistencia. Inició en el patinaje desde su más tierna infancia; no en vano era hija de la prestigiosa Lunari Bellanger. Sin embargo, jamás se enfrentó a un entrenamiento tan riguroso como el impuesto para el concurso, el cual sería su primero en años.

─ ¡Sí! Una última vez por hoy ─respondió Kukai, atrayéndola hacia él con una vuelta.

Depositó un beso en su mejilla, antes de repetir de cero la danza que podrían ejecutar con los ojos cerrados. Jamás imaginó que se divertiría tanto en esa pista sin un stick en sus manos... Y la única culpable de aquello era la adorable joven entre sus brazos, dueña de un par de ojos celestes que lo enloquecían. 

Cuando sus miradas no yacían conectadas, sus latidos ansiosos contaban los segundos para la próxima oportunidad de admirar la sonrisa en la cara del otro y saborear el mágico momento. 

─ ¡Te tengo!

Acercándose el clímax, Kukai le arrancó un débil grito a su amada al cargarla como si fuese su noche de bodas, balanceándose entre risas.

─ ¿Qué piensas de eso? Deberíamos terminar así la presentación ─bromeó, trazando un camino de cortos besos a lo largo de su desconcertada expresión.

─Opino que a los jueces no les convencería una maniobra tan rústica ─comentó Gushi, saliendo de su estupor y viéndose contagiada por el típico entusiasmo del hombre─. Pero yo te daría un diez.

eres un diez ─añadió él, con un guiño travieso.

Abandonaron la tranquilidad del hielo casi a regañadientes, listos para un merecido descanso. La muchacha apartó la vista del agarre entre sus manos para estudiar mejor al atleta. Mostraba la misma soltura y despreocupación que lo caracterizaban, lo cual no la asombraría de no ser por la gran final de hockey a disputarse próximamente. 

¿Cómo lo hacía? Ella aún presentaba complicaciones para asimilar su regreso a las competencias oficiales; a fin de cuentas, siempre fue tímida y reservada. Al menos hasta que su vecino decidió arrastrarla a sus constantes locuras. Entre ellas, su repentina inscripción a la sección de patinaje en parejas.

─ ¿No estás nervioso? ─se atrevió a indagarle, dando un fugaz apretón en su dorso ─. Yo no podría dormir en tu lugar.

─Solo es un juego más. ─Kukai se encogió de hombros ─. Me divertiré, daré lo mejor de mí y te buscaré en la audiencia apenas pueda. Es gracioso que estés más inquieta que yo, Gushita, se supone que tú deberías animarme, no al revés.

─ ¡U-una final no es "un juego más"! ─chilló la nombrada, observando sus alrededores con precaución. Parecía asustarle que los amigos de su novio aparecieran de un callejón para escarmentarlo por semejante comentario ─. Lo siento, claro que te apoyaré, pero sabes que no me divierte ver que te embistan contra el suelo.

El delantero se rio con ganas y la abrazó. 

─Lo sé, lo sé. Oye, el patinaje artístico tampoco es la actividad más segura del mundo, por eso me preocupa más nuestra presentación que lo de mañana. Y aun así, tú confías en que no fallaré, en que estaré ahí para atraparte en cada salto, ¿cierto? Necesito que hagas eso en el partido. Además, no hay ninguna herida que tu canto no cure, ¡festejaremos en grande al terminar!

La castaña se preparó para protestar, mas se dio cuenta de que no tenía nada a su favor. Inhaló una larga bocanada de aire y curvó sus labios en una dulce sonrisa.

─Es verdad, celebraremos tu triunfo y también nos luciremos en el torneo de equipos ─afirmó, juntando su frente con la del moreno ─. Pase lo que pase, ya me siento muy orgullosa de ti.

El chico la apreció en silencio. ¿Cómo angustiarse si su mera presencia lo tranquilizaba? A veces seguía sin entender qué hazaña hizo para merecer su amor. ¡Pensar que alguna vez la consideró una enemiga simplemente por ser patinadora artística! Le sujetó las mejillas, usando los pulgares para acariciarla con ternura.

─ ¡Esa es la actitud! Muchas gracias, Gushita. ¡Espero poder dedicarte un gol! ¿Has planeado algo para tu novio? ¿O yo me encargaré de la fiesta privada? No me quejaría, aunque mis ideas incluyen sudor, algo de ruido... ─inquirió, besándola en los labios por breves segundos, con la picardía asomándose de sus ojos azules y su voz.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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