Recuerdos sobre hielo

Capítulo 7 ─ Inseguridad

La fémina de cabello ébano parpadeó, boquiabierta. Había frotado sus ojos con insistencia, pero eso no desapareció el letrero de neón en la entrada del local, cuyo eslogan se complementaba con una diablilla que guiñaba seductoramente al público: «¿Beso de buenas noches o noche de buenos besos?»

─Shiro, ¿me trajiste a una sex shop?

Si no era una broma de pésimo gusto, entonces el chef perdió la cordura. Ignoraba cuál opción la aterraba más.

─ ¡No te alarmes! La única forma de hacerte llegar hasta aquí era ocultando el plan. Quiero que entremos y te pruebes un traje que te haga sentir atrevida y sexy. La mejor manera de adquirir confianza es saliendo de tu zona de confort... Explorar cosas nuevas para que te veas al espejo y notes lo hermosa que eres ─se apresuró en explicar el chico, sujetándola de los hombros. Sabía que huiría si le daba la oportunidad y no lo consentiría ─. Imagina que es una especie de terapia de exposición.

No culpaba a la maestra por impresionarse; admitía que una cita tan alocada parecía fuera de lugar viniendo de él. Sin embargo, tenía buenas intenciones. Si sólo le sugería acudir a esa clase de tiendas, su compañera nunca reuniría las agallas requeridas; por eso le brindaría un empujón. Quizás literalmente, si pretendía escapar.

Como era de suponer, Noir negó con firmeza.

─Asumo que asistes a estos negocios para experimentar con tus parejas y estás en tu derecho; no obstante, es obvio que yo no pertenezco a ese mundo. No hay nada que pueda presumir, mucho menos sin un novio que me admire ─Refutó, ofendida ─. Llévame a casa, por favor.

El agarre del moreno descendió hacia sus manos, todavía frente a ella.

─No suelo visitar sitios así, Noir, esto no tiene nada que ver conmigo. Esa actitud es precisamente lo que busco cambiar, ¿por qué crees que desencajas? Nadie te juzgará, todos merecemos divertirnos. Tampoco necesitas un novio para comprar un atuendo que te agrade al usarlo. Esto es para ti, yo sólo vine para apoyarte y opinar como hombre si te interesa.

Le dedicó una expresión seria y tierna a la vez, aproximándose al establecimiento con pasos lentos.

»Prometo que nos iremos si es demasiado para ti, ¿de acuerdo? Anímate a arriesgarte. Tú también tienes derecho a considerarte sensual, no dejes que Kaz dicte tu valor como mujer.

Pese a que la educadora trató de resistirse, su fuerza no se comparaba a la del adulto de un metro noventa. Resignada y jurando que no aceptaría más salidas sorpresa de éste, ingresó al iluminado negocio con cara de haber atestiguado un crimen. De inmediato, una extrovertida joven de melena púrpura los abordó.

─ ¡Bienvenidos! Mi nombre es Sasha y seré su bella asistente. ¿Cómo ayudo a estos adorables tortolitos?

─Somos amigos ─aclaró Noir, suspirando ─. Y sinceramente, no estoy segura de qué podrías hacer por mí.

Shiro le apretó un hombro a su acompañante y sonrió ─ ¡Hola! Verás, a mi amiga le urge subir su autoestima. Su última relación fracasó y el sujeto fue un imbécil. Dime que existe algo aquí que logre que Noir esté cómoda con su cuerpo ─indicó, casi rogándole.

Dado que finalmente entraron al local -que yacía desierto, exceptuándolos-, le costaba disimular su emoción. Esa estrategia no era diferente a la de cualquier muchacha convenciendo a otra de aplicarse un makeover.

Sip, es natural que la confianza se tambalee después de sufrir una ruptura ─Sasha entrecerró los ojos, examinando a la clienta como si fuese un espécimen inusual─. Delgada, estatura promedio, caderas anchas, trasero redondo… ¡Bingo! Recién recibimos un combo de disfraces perfectos para que pongas en marcha tu creatividad.

─ ¿Disfraces? ─ repitió Noir, preguntándose si en realidad no era víctima de un delirio perturbador.

─ ¡Claro! Jugar con alter egos aumenta la valentía de una persona; cuanto más osados y carismáticos sean, mejor. Lo importante es aventurarte a lo que normalmente te asustaría, ¡como debutar en una obra de teatro, por ejemplo!

La educadora inhaló profundo, asombrada por los argumentos coherentes de la vendedora. No era lo que esperaría de alguien que balanceaba un látigo justo antes de aproximárseles. Todavía se mostraba escéptica al respecto, pues emular a una stripper no vigorizaría su feminidad como por arte de magia; pero se encontraba atrapada hasta que al menos estrenase un condenado conjunto.

Sasha extrajo unas seis bolsas transparentes de una caja, las cuales contenían negligés personalizados: vaquera, enfermera, coneja y otras variaciones que Noir agradeció no identificar. ¿En qué lío la metió su confidente?

─Los vestidores están por allá. ¡Tómate tu tiempo y relájate! Ah, y no te saques la ropa interior cuando lleves el disfraz, ¿eh? Aunque los desinfectamos con frecuencia, no es tan efectivo como una lavadora.

Noir se las ingenió para cargar los indecorosos empaques, arrojándole una mueca desesperada a Shiro, quien obtuvo indicaciones de aguardar a un par de metros de la cortinilla. Su anfitriona les comunicó que unos invitados calenturientos intimaron en el pequeño cuarto hace tres meses, y no toleraría un incidente similar.

El chef sonrió con un ápice de piedad, percibiendo el nerviosismo de su amiga de la infancia. No obstante, se mantendría determinado y resistiría aquel silencioso llamado de auxilio. En lugar de salvarla, alzó sus pulgares y le deseó buena suerte. Tras ocurrírsele esa atípica intervención, supuso que la maestra elegiría una pieza sencilla de lencería, tal vez algo elegante con encajes; no contó con que acataría las sugerencias de la dueña.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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