Recuerdos sobre hielo

Capítulo 9 — Celebración

Las siguientes dos semanas no fueron sencillas para el chef, pues aunque conversara con Noir por teléfono un par de ocasiones y ella no denotara enfado alguno, los mensajes eran breves debido a la extraña atmósfera. Sobraba mencionar que ninguno se atrevía a reunirse en persona después del bochornoso beso.

Sin embargo, eso cambiaría aquella noche; Edward le propuso matrimonio a Kiana y organizaron una fiesta semiformal en el «Stallegur Hotel» para celebrar el acontecimiento. Shiro se vio obligado a confesarle a su hermano lo que sucedía, cuando éste detectó su incertidumbre al indagar si Noir también fue invitada. Por suerte, estaría demasiado ocupado con su prometida como para sabotearlo.

Tenía esperanzas de que el espacio animado y concurrido fuera un buen escenario para normalizar las tensiones con su mejor amiga; hasta podrían perderse entre la multitud si la situación se tornaba intolerable.

La posición de la educadora no era muy distinta a la de su confidente en ese instante. Cuando una efusiva Kiana prácticamente le exigió asistir a uno de los eventos más transcendentales de su vida, no logró rehusarse, incluso a sabiendas de que la presencia de Shiro se encontraba garantizada. Lo peor del caso era que, además de sus nervios, en el fondo experimentaba una inusual expectativa por cruzarse con él.

Los hormigueos en su estómago nunca faltaban al evocar cada cumplido obtenido en Xanallium. A fin de cuentas, ahora entendía su verdadera complejidad. Quizás eso fue lo que la motivó a decantar por un largo y sofisticado vestido negro de tirantes, el cual dejaba expuesta su pálida espalda. Un atuendo más que indicado para asistir al hotel cinco estrellas… y llamar la atención del cocinero.

Avergonzada y contrariada por acunar semejantes pensamientos, Noir negó y terminó de maquillarse para salir con Gushi, quien aguardaba en la estancia. Al igual que su visita a la sex shop, prefirió ocultarle su más reciente incidencia con Alexander. No empañaría la excelente impresión que la castaña poseía de él.

Luego de un viaje de aproximadamente media hora, bajaron del taxi e ingresaron al salón de fiesta de la lujosa edificación, cuyo luminoso exterior emulaba la apariencia de un castillo moderno. A pesar de tratarse de una fastuosa celebración, contaba con una cantidad moderada de invitados y la música no ensordecía. Los mesoneros deambulaban por doquier repartiendo bocadillos y el buen humor se palpaba entre las gigantescas paredes color crema.

La sonrisa de Noir se borró tras vislumbrar a Shiro a lo lejos. Corrección: al muchacho que culminó su plática con él para ir por una bebida. Alarmada, giró de manera instintiva hacia Gushi, que tampoco perdió detalle de lo ocurrido. No estaba segura de cómo interpretar su mueca relajada, pero la asió de la muñeca para dirigirse al chef.

─ ¿Por qué trajiste a Kukai? ¿No consideraste que yo vendría con mi hermana? ─cuestionó la indignada docente, omitiendo los saludos y reprochándolo con la mirada.

Su preocupación por balbucear y actuar como una idiota al enfrentarlo había desaparecido.

No obstante, la patinadora fue rápida en intervenir. Si bien le asombró observar a su exnovio en ese sitio, era de suponer que Alexander incluiría a alguien preciado de su círculo social.

─Descuida, Noir, no me importa. Shiro no hizo nada malo y Stallegur es enorme, creo que podremos evitarnos sin problema.

El atónito hombre tardó unos segundos en procesar ese agresivo recibimiento. Se volvió a la menor en cuanto reaccionó.

─D-discúlpame, Gushi, ella tiene razón. Es que Kukai ha estado distante y callado las últimas semanas, pensé que un evento diferente lo distraería. Dudo que te moleste; si lo hace, avísame y hablaré con él.

Su principal angustia ese día fue elegir su vestimenta. En ese momento, se sentía ridículo con su camisa formal gris manga larga y el chaleco negro encima, que no cubría el cuello de la prenda inferior. Se preocupó tanto por la opinión de Noir que olvidó a la castaña.

E irónicamente, quedó mal con la mayor por lo mismo.

La nombrada forzó una sonrisa y acomodó los mechones delanteros de su melena. Si acompañaba a ese par, eventualmente la colmarían con su sobreprotección. Ellos merecían divertirse tanto como Diamond.

─De acuerdo. Si me necesitan, veré a los prometidos y después iré al área de la piscina a tomar aire.

Antes de que reinara el silencio entre los adultos, el nadador regresó con dos cervezas.

─Oh, ¡hola, Noir! Debí imaginar que vendrías, de saber que llegaste te habría traído una bebi… ─su voz se atenuó.

Noir. Noir Bellanger. La hermana de-

─ ¿Gushi está aquí? ─indagó, ensombreciendo su semblante. Obtuvo una afirmación doble y una advertencia de su colega de trabajo: «No te acerques a ella».

Alexander no habría dicho aquello de encontrarse enterado de la conversación en el parque; al menos no con palabras tan directas. Kukai asintió y se alejó, vaciando el líquido en su copa de un sorbo. Aunque intentó reanudar su rutina diaria, continuaba centrándose en la patinadora. Con frecuencia escudriñaba la clientela de Galdrehn y echaba un vistazo a su residencia al llegar o salir del vecindario.

La buscaba inconscientemente -justo como en ese preciso instante-, volteando a sus alrededores y examinando a cualquier castaña de piel de porcelana. Apretó los puños, guardándolos en los bolsillos de su saco índigo desabotonado. Odiaba usar traje y corbata, pero se convenció de que valdría la pena el sacrificio a cambio de una dosis de entretenimiento.



#16866 en Novela romántica
#3185 en Joven Adulto

En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.