Recuerdos sobre hielo

Capítulo 10 ─ Inicio

La mañana de Gushi se resumía en avanzar hasta la puerta que daba a la salida de su hogar, retractarse y tomar asiento en un mullido sofá de la estancia. Entre sus brazos se hallaba el saco que Kukai le prestó la noche anterior, ahora pulcramente limpiado y planchado.

Era como si en vez de devolverle una simple prenda, estuviese a punto de ingresar en la boca del lobo.

Noir alzó la mirada de su libro, esbozando una sonrisa piadosa. Comprendía la crisis por la que atravesaba la menor; ella misma debía lidiar con sus sentimientos difusos hacia el experto del sushi.

─Dijiste que él fue un caballero contigo en la fiesta, no creo que cambiara de opinión al despertar ─la animó, asustándola por su súbita intervención.

─S-sí, pero eso no implica que no pueda arrepentirse después. ¡Odia el deporte que amo! Y yo no soy una gran nadadora, tampoco me gusta que se volviera un mujeriego… ¿Siquiera es factible que dos personas tan distintas se agraden?

─Kukai sabía todo eso y aun así se acercó a ti anoche ─recordó la morena, tamborileando el tomo en su regazo ─. Si sacrificó su orgullo por ti, es porque considera que vales la pena.

La patinadora exhaló, incapaz de compartir el optimismo de Noir. Un día el muchacho la aborrecía y al siguiente le suplicaba que perdonase su insolencia. Si intentaba enloquecerla, lo conseguiría pronto.

─ ¿Preferirías que yo lo entregara por ti?

Aquel comentario causó que Gushi negara con avidez. Era un asunto que sólo le concernía a ella y su exnovio. Todavía vacilante, abandonó el sofá por enésima ocasión.

─Deséame suerte ─murmuró, sujetando la perilla con una mano temblorosa.

─La mejor del mundo, hermanita ─contestó la docente, viéndola partir, y presagiando un desenlace positivo con esa reunión.

La confusión y rabia por el accidente hicieron que Kukai recurriera a métodos poco ortodoxos para consolarse; sin embargo, en el fondo continuaba siendo una persona honesta y alegre. Noir lo aseguraba, pues su propia convivencia con Diamond -si bien más distante en la actualidad-, no acabó desmoronada a pesar de su agria ruptura con Gushi.

«Es algo que incluso él ignora. Necesitará mucho apoyo para abrirse por completo a los demás».

Cierto joven bebía agua en la cocina cuando escuchó el timbre de la entrada. Consciente de que era el más cercano en ese instante, dejó el vaso y se dirigió a la puerta. Al toparse con la visita, temió convertirse en una estatua por la tremenda impresión.

─ ¿G-Gushi? No te esperaba ─expresó, luego de varios segundos, revolviéndose el cabello ─. E-es decir, ¡pasa! Adelante.

Se apresuró en apartarse, evidenciando sus nervios a través de una breve risa. ¿Respondería su oferta del evento reciente? ¿O quizás le regresaría la chaqueta y se iría? Le aterró que se tratase de lo primero. Si lo pensó tan rápido, definitivamente se rehusaría.

─Gracias, con permiso.

La castaña accedió, contemplando los alrededores con un dejo de nostalgia: las apacibles paredes azules, los muebles sofisticados de la señora Uilani, retratos familiares y una consola de videojuegos desparramada frente al televisor... No entraba en ese sitio desde que atendía a Kukai durante sus primeros meses de recuperación. Carraspeando, salió de sus cavilaciones y le tendió el saco a su dueño.

─Oh. Asumo que sólo viniste para devolver esto, ¿eh? Te lo agradezco, imagino que aún tienes que reflexionar respecto a lo que hablamos ─comentó el moreno, invadido de alivio. Recibió el objeto y apreció el agradable aroma floral del detergente ─. No era necesario que lo lavaras.

─Claro que sí, se llenó de vino ─aclaró ella, frotándose un brazo, incómoda.

Quería escapar a su casa y zanjar el tema, pero también se preguntaba cómo sería su dinámica bajo una nueva perspectiva. ¡Odiaba pelear y sentirse acorralada con su presencia! Además, si Kukai la defraudaba, ya nada le dolería tanto como haberlo perdido en la pista de hockey, ¿correcto?

Por impulso, extendió bruscamente una mano hacia él, sobresaltándolo con eso y el chillido que emitió de inmediato.

─ ¡G-gusto en conocerte! ¡Me llamo Gushi Bellanger y soy tu vecina!

El joven parpadeó varias veces, arrugó el ceño y se cuestionó seriamente si el agua lo intoxicó. No obstante, para su mutua sorpresa, se echó a reír a carcajadas al entender lo que sucedía, experimentando una mezcla de entusiasmo y ansiedad.

─ ¡Wow! ¡No sabía que fueras tan original! ─admitió, recobrando la compostura. Estrechó su mano y la encaró con sumo afecto ─. El placer es mío, Gushi. Yo soy Kukai Diamond, ayer no tuvimos oportunidad de presentarnos, ¿verdad?

A la muchacha le fue inevitable admirarlo con ternura. Nunca lo había visto reír de esa manera desde que reaccionó en el hospital. Eso la hizo suponer que eligió la decisión más acertada. Asimismo, recordó cómo ocurrió su primera interacción tras mudarse con Noir.

La vida daba vuelcos de lo más misteriosos.

No terminaban de desempacar su equipaje cuando el insistente sonido del timbre las alertó. Sus visitantes eran dos adolescentes enérgicos y su hermanito, el cual mostraba una conducta más civilizada y acorde a las circunstancias.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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