Recuerdos sobre hielo

Capítulo 13 ─ Orgullo

El último mes se esfumó en un parpadeo. Faltando apenas dos días para el gran espectáculo ofrecido en Lux Glazure, una emocionada patinadora se dirigía con pasos veloces a su restaurante favorito. Había repartido recientemente las invitaciones vip a la mayoría de los Diamond, quedando sólo Shiro y Leander en su lista.

No obstante, al ingresar en Galdrehn, descubrió que el camarero rubio se encontraba ausente disfrutando de su día libre. Esa noticia la frustró, pues pretendía compensarlo por su especial interés en el progreso de la gala.

«Supongo que insistiré mañana», se dijo, encogiéndose de hombros y recobrando su buen humor al caminar hacia la barra de sushi.

─ ¡Shiro! ─saludó, alzando su boleto correspondiente ─. ¡Aquí está la entrada que te prometí! Vas a asistir, ¿verdad?

─ ¡Por supuesto! No le fallaría a mi hermanita ─el sonriente chef aceptó el objeto ─. Allí estaré, hace mucho que no te veo patinar y ya era hora de que eso cambiara.

Luego de una breve conversación, la castaña se retiró, dejando al moreno sumido en sus pensamientos. Tenía una orden pendiente, pero parecía importarle más observar la invitación como si fuese alguna clase de señal divina.

«Hermanita, ¿eh? Últimamente la considero mi cuñada», meditó, sonrojándose.

Aunque sabía que no era la pareja de Noir, haberse convertido en su amigo con derecho no se sentía tan diferente. Fue ingenuo asumir que podría separar los sentimientos del sexo, mas no se arrepentía; si bien no consumaban ese trato con la frecuencia que desearían, cada encuentro superaba al anterior.

Reanudó sus obligaciones, evocando lo sucedido en su apartamento tras aquella explosiva salida al bar.

Despertó con un terrible dolor de cabeza, los párpados pesados y la garganta seca. Tomó asiento a regañadientes, detectando que no usaba nada debajo de las sábanas. Qué extraño, él no solía dormir desn…

Un ruido a su izquierda lo hizo voltear de inmediato: una familiar mujer se había levantado con prisas de una silla, partiendo a trotes de la habitación. El rostro del adulto palideció.

Los difusos recuerdos empezaron a retumbar en su mente, empeorando los mareos. No lograba organizar todas las piezas ni poseía los detalles concisos; aun así, algo estaba más que claro:

Tuvo relaciones con su mejor amiga.

No le restó un atisbo de duda al distinguir cierto látex usado en el suelo.

Se forzó a espabilar, notando una aspirina y un vaso de agua en su mesita de noche. ¿Fue obra de Noir? Después de ingerir la pastilla y cubrir su desnudez, caminó en círculos como animal enjaulado, alborotando su ya despeinado cabello con ambas manos. ¡¿Cómo ocurrió semejante desliz?! ¡Juraba que consiguió reprimir sus instintos al no acostar a la maestra sobre la mesa de pool!

Jamás sopesó tanto la idea de saltar por su balcón como en ese instante, a medida que golpeaba su frente una y otra vez. ¡El alcohol no excusaba que perdiese el control a esos extremos! «Noir debe odiarme, maldición, ¡maldición! ¿Cómo nos recuperaremos de esto?»

No escuchó en ningún momento la puerta principal e intuyó que la mayor aguardaba a confrontarlo. Mortificado por sus acciones, el hombre salió del cuarto para lidiar con la conversación más incómoda e irreal de su vida.

─ ¡Noir, l-lo siento tan…!

─Déjame hablar primero, por favor ─fue la respuesta de ella, quien alzó una mano para indicarle que callara.

La aparente serenidad en sus delicadas facciones presagiaba la calma previa a la tormenta. Que sus pies la desplazaran de un lado a otro como si interrogara a un criminal tampoco amainó el estrés de Shiro.

Su voz sonó suave y pausada, delatando que ensayó ese discurso con anterioridad:

─Lo de anoche fue un descuido mutuo, así que no estoy enojada contigo. Abusamos de la cerveza y nos comportamos como unos adolescentes irresponsables. No te mentiré, esta mañana me llevé una enorme sorpresa y casi huyo, pero se trata de un asunto grave que no discutiría por teléfono ─explicó, acelerando su andar de manera inconsciente. Incluso si su memoria difuminó el affaire hasta hacerlo parecer un sueño húmedo, no olvidaba del todo la satisfacción que le brindó el cocinero.

─G-gracias por no irte, te habría pedido vernos en cuanto asimilara lo que pasó ─Shiro apretó los puños, procurando relajarse para pronunciar oraciones sensatas ─. Lo lamento muchísimo, nunca quise que las cosas sucedieran de esta forma, ¡o que sucedieran en absoluto! Sabía que mis fantasías tenían que permanecer en mi imaginación, no fue mi intención aprovecharme de ti, estaba igual o más ebrio que tú… P-pero me consta que yo empecé, por eso me disculpo. Dios, ¡soy un imbécil!

¿Siquiera lo escuchaba? Su constante caminata le impedía divisar su rostro por más de cinco segundos y necesitaba corroborar que no lo ignorase. La sujetó de un brazo y se arrepintió enseguida, puesto que fue como colocar la mano en una estufa encendida. Quizás eso habría dolido menos. Retrocedió, relamió sus labios y su respiración volvió a agitarse.

─ ¡Shiro! ─gritó Noir, apartándose de un salto. Por su mueca horrorizada, cualquiera sospecharía que acababa de mancillarla ─. ¿T-te das cuenta de la gravedad de la situación? Ahórrate las disculpas, ya te dije que ambos cometimos un error imperdonable.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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