Recuerdos sobre hielo

Capítulo 14 ─ Amargura

Gushi aguardó a que el mesonero rubio terminara de atender una mesa para aproximársele. Después de compartir una maravillosa mañana con Noir y su madre, no era de extrañar que la alegría iluminara sus facciones. Intercambió saludos con Leander y le extendió una cajita rosada, la cual despedía un aroma apetecible.

─Todavía lamento que no nos acompañaras a celebrar, así que te reservé un trozo de pastel. O-ojalá te agraden las fresas ─musitó, nerviosa.

─ ¡Son mis preferidas! No era tu obligación traer esto, pero lo comeré con gusto.

Su comentario calmó a la castaña, pues por un segundo temió que fuese alérgico a ellas. Acto seguido, se giró para sonreírle a Kukai, quien reparó en su llegada tras anotar las órdenes de una numerosa familia.

─Parece que será un día incluso más ocupado que ayer ─comentó Gushi, evaluando el concurrido local.

─ ¡Ja! ¿Ayer? Lo dices como si fuera difícil de superar.

El tono burlón de Leander hizo que la fémina alzara una ceja, intrigada.

─Es que su jefe solicitó ayuda adicional, ¿no? Hasta llamó a los empleados que no tenían turno.

─ ¡¿Qué?! ¿De dónde sacaste eso? Mis colegas se aburrieron desperdiciando su tiempo aquí. Creo que la mitad de Caelthi estaba viendo tu espectáculo; la clientela de Galdrehn incluida.

La patinadora no daba crédito a lo que oía: ¿El restaurante quedó prácticamente vacío por el evento en Lux Glazure? Sonaba lógico si lo pensaba con frialdad. Sin embargo, eso contradecía la coartada de Kukai. Contuvo el aliento, sintiéndose como una idiota, y desconectó su mente de la conversación actual.

«Fui una gran ilusa en el parque y buscándolo entre las gradas».

¡Por supuesto que le mintió! ¿Qué esperaba de una persona que había expresado su resentimiento por los deportes sobre hielo? Fingir que fue víctima de una tediosa jornada laboral lo dejaría muy bien parado frente a ella. ¡Y funcionó!

No se atrevía a imaginar cómo decidió pasar su día libre mientras los demás la animaban.

─Bueno, meteré esto en el refrigerador y volveré contigo, ¿sí? Hay algo que me encantaría preguntarte ─añadió Leander, sin fijarse en la mirada afligida de Gushi.

Ésta asintió, apretando los puños al verlo partir.

No, no prolongaría su estadía en ese lugar. No si corría el riesgo de que el individuo que la subestimaba se le acercase. Decepcionada, molesta y contrariada, abandonó Galdrehn sin despedirse.

Cuando Kukai regresó de entregar los variados platillos de sus comensales, le sorprendió descubrir la ausencia de la castaña. ¡Acababa de llegar! Leander también lucía desconcertado por su súbita desaparición. Esa conducta descortés era inusual en ella... ¿Tal vez fue algo que dijo el rubio? Si se propasó de alguna forma, no dudaría en romperle la cara.

Preocupado, el nadador la visitó en casa luego de culminar su horario. Tocó con insistencia la puerta y sonrió cuando Gushi lo atendió.

— ¡Hola! ¿Está todo bien? Creí que podríamos platicar en el restaurante, pero te fuiste rápido. ¿Acaso Leander te ofendió?

—Él fue un caballero conmigo, como siempre —respondió la muchacha, en un tono cortante —. ¿Se te ofrece otra cosa?

— ¿Eh? Sí, ¿qué tal si charlamos? ¡He visto unas tres veces tu presentación con Lunari! Fue increíble. ¿Quieres que vayamos a la plaza o prefieres invitarme a pasar? —indagó el moreno, intentando convencerse de que esa actitud tajante era producto de una alucinación.

—Ninguna de las dos, estoy ocupada. Adiós —se despidió Gushi, cerrando la puerta sin concederle espacio para replicar.

— ¿Qué?

Kukai parpadeó un par de veces, atónito. ¿A qué se debía ese comportamiento? ¿Por qué era tan fría con él? Lo hacía recordar sus interacciones previas a su tregua y eso le arrancó un escalofrío. Juraba que protegía su relación al ocultar el verdadero motivo por el que faltó al show; ahora no estaba seguro.

Al día siguiente, quiso atraparla al salir de su hogar para caminar juntos al trabajo, tal como frecuentaban; no obstante, la chica se le adelantó. El mesero bufó y se consoló al recordar que esa tarde le correspondía el turno de entregas.

Dejó la academia como la última parada y saludó efusivamente a los estudiantes, repartiendo su comida antes de dirigirse al borde de la pista de hielo; Gushi continuaba patinando y a él aún se le complicaba observarla de cerca, pero deseaba que lo escuchase bien.

— ¡Hola! Le pedí a Shiro que cocinara su mejor sushi para ti e incluí un pedazo de pastel de chocolate como postre. ¡Es de mi parte, no te angusties por la cuenta! No tengo recados pendientes, así que almorzaremos juntos, ¿no es genial? —exclamó, con una sonrisa, aferrándose con fuerza del barandal.

La fémina frunció el ceño, encarándolo y retomando su rutina. A pesar de haber sido un vistazo fugaz, Kukai recibió cada estocada disparada de sus orbes cristalinos.

Gushi adquirió impulso y se elevó por los aires, ejecutando un giro triple y aterrizando con agilidad sobre una pierna. Inconforme, bordeó la pista saltando y asegurándose de que el metal de sus patines denotara el enojo que la consumía.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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