Recuerdos sobre hielo

Capítulo 16 ─ Conmoción

«Divinity»; un local distinguido por su atmósfera casual y los retratos bohemios que colgaban de las paredes café. También fue la elección de Shiro para desayunar con Noir antes de llevarla al trabajo, procurando instalarse en un rincón discreto, donde serían libres de charlar sin interrupciones.

—Gushi ha estado muy contenta desde que Kukai comenzó a patinar en Lux Glazure, no sé cómo agradecértelo. Tu consejo lo motivó a buscarla y al fin se sinceraron con el otro —explicó la docente, complacida.

Su hermanita prácticamente brillaba cuando regresaba a casa y le compartía los progresos graduales de Diamond, incluso si apenas se percibían.

—No es necesario que lo hagas, Noir, ustedes son las chicas más preciadas para mí —el chef le sonrió con afecto, sujetándole una mano —. Aun si nuestro pequeño… acuerdo no se hubiese manifestado, yo seguiría ahí para Gushi.

El rubor invadió las facciones de la mujer, pues no acostumbraban a nombrar su intimidad fuera del dormitorio. Era inadmisible asociar al individuo que degustaba un bizcocho en ese instante con la fiera que la enloquecía de placer en la cama.

—L-lo sé, es justo por eso que conocerte fue una bendición para nosotras —aclaró, carraspeando al estudiar su agarre —. Oye, ya que mencionaste… eso, han pasado varias semanas desde que inició y me preguntaba si tendría fecha de caducidad.

Shiro esbozó un semblante meditabundo, mientras sus dedos acariciaban el dorso de su acompañante. A pesar de divertirse de sobremanera al citarse en su apartamento, no conversaban el asunto en profundidad. ¿Por qué Noir lo abordaría de repente? Mordió el interior de su mejilla cuando un par de teorías descabelladas -mas no imposibles-, ofuscaron su mente.  

—No imaginaba una fecha exacta, puede prolongarse durante el tiempo que deseemos. ¿A qué se debe tu curiosidad? ¿Te interesa la idea de experimentar con otros hombres? Sería natural, ahora disfrutas del sexo y sólo has estado con dos personas, entiendo si ya fue suficiente de mí para ti.

Noir apartó su mano, ofendida. ¡No cambiaría de pretendientes como si lidiase con meras prendas de vestir!

— ¡Por supuesto que no! Y me asombra tu rapidez al sugerir una opción tan radical. Eres quien podría echar de menos a las conquistas que reclutaste, pero yo te acaparé con nuestro acuerdo. Sólo me cercioraba de no haberte aburrido.

— ¡Perdón! No lo comenté con mala intención, fue una estupidez —Alexander se retractó de inmediato, poniendo ojos de cachorro arrepentido y acercando su silla a la de Noir. La encaró con determinación y atrapó una de sus manos entre las suyas.

»¿Acaparar? Esa palabra posee una connotación negativa y tú me haces dichoso, ¿cómo voy a extrañarlas si ni siquiera pienso en ellas? Te garantizo que no me aburres ni me aburrirás, nunca creas eso.

—De todos modos, no planeamos que esto fuese permanente —masculló la morena, bajando la guardia —. Supongo que me asusta que un día te hartes de conformarte conmigo.

—Noir, te elegiría por encima de cualquiera de mis amantes anteriores —el cocinero posó una palma sobre el muslo de la fémina y besó su mejilla —. Confieso que también me preocupó que te cansaras de mí, por eso llegué a una conclusión irracional. Es inconcebible que me fastidie satisfacerla, mi lady —susurró en su oído.

No era inusual que en ocasiones fingiera ser su galante caballero en el juego previo; uno destinado a cumplir cada fantasía de la mayor.

La docente sonrió, fascinada por los encantos de Shiro. ¡No en vano había accedido a cometer semejante locura a su lado! Unió tímidamente sus labios y lo empujó con delicadeza.

Por mucho que ansiara fundirse en la magia del momento, su mañana recién empezaba y ambos tenían responsabilidades pendientes.

Concluido su agradable desayuno, el adulto escoltó a la profesora hasta la prestigiosa academia «Velkiard», tomándose la molestia de salir del auto para abrirle la puerta.

—Que pases un maravilloso día, Noir —Shiro la peinó con ternura, depositando un casto beso en su frente.

Se sobresaltó al escuchar algunas risitas infantiles y, en menor medida, quejas, las cuales provenían de un grupo de niños de primer grado que corrieron hacia ellos tras reconocer a la mujer.

— ¡Buenos días, maestra! ¡Y novio de la maestra! —exclamó una pequeña, estrujándola.

Alexander saludó a los que se aproximaron a él, entretenido. A dondequiera que fuesen los confundían con una pareja; tal era la frecuencia de eso que resultaba más fácil restarles importancia que corregirlos.

Entretanto, Gushi se distraía con sus propios alumnos, quienes se impulsaban por la pista para reforzar sus saltos. La mayoría presentaba complicaciones para evitar aterrizar sobre sus dos pies; un fallo común que costaba puntos en competencias oficiales. 

— ¡L-lo conseguí! ¡¿Vio eso, profe?! —anunció un larguirucho de piel tostada, patinando hacia ella y alzándola como a una princesita.

— ¡Con claridad, Kory! —contestó la castaña, riendo por la típica efusividad de su discípulo. Sus abrazos de oso no faltaban cuando se emocionaba a ese nivel.

— ¡Me convertiré en un profesional como usted! ¡Quizás en unos años sea su compañero en Blyshia! —añadió Kory, aferrando a Gushi y girando de forma poco agraciada.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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