Recuerdos sobre hielo

Capítulo 20 ─ Culpa

Cuando Kukai creyó que debería limitarse a fotografiar paisajes, su inspiración se reavivó al observar a Gushi en el hielo. Fue atacado por ese instinto creativo de nuevo y actuó en necesidad; extrajo su teléfono e intentó capturar los mejores ángulos de la castaña. Estuvo satisfecho con su esfuerzo adicional para conseguir buenas tomas sin sus alumnos.

¡El resultado le gustaba mucho más que lo obtenido con Naomi! La vibra casual de Bellanger transmitía calidez y convicción. 

Moría por analizarlas en la pantalla de su computadora. Con algunos toques de edición podría brindarles un aspecto medianamente profesional.

Concentrarse por completo en el patinaje lo hizo impacientarse por saltar a la pista; ¡el grupo brillaba como nunca! En esa ocasión ensayaban cargando a un colega para las coreografías dobles. Luego de la clase, Kukai se deslizó con regocijo al interior de la gélida arena, respirando profundo y saboreando el frío.

—Me alegra estar aquí, Gushi. Aunque, antes de patinar... Tengo una pequeña petición —comentó, sonriéndole —. ¿Qué tal si me enseñas una rutina corta? Soy capaz de mirar el video de tu presentación y he seguido viendo los concursos de Blyshia, pero me interesa enfrentar las acrobacias en persona.

La joven accedió, tras dudar unos instantes, dando inicio a un modesto recorrido por la superficie helada. Procedió a girar sobre sí misma, equilibrarse en un pie al cruzar una curva y, pese a evitar ejecutarlos en serie, se elevaba con saltos cortos y simples.

— ¿Qué opinas? —inquirió, deteniéndose frente al moreno.

— ¡Fue genial! Y no salí corriendo. —Kukai la sujetó de las manos —. Eres muy talentosa, Gushi. Además, luces preciosa patinando. ¿Cuándo será tu próximo evento? ¡Sé que esta vez estaré en primera fila para apoyarte!

—Oh, te lo agradezco. A decir verdad, no me he involucrado en las competencias profesionales desde hace meses. Esa gala con mi madre fue una excepción especial.

Diamond se abstuvo de preguntar lo obvio; conocía a la perfección el porqué del retiro de la castaña. Comenzó a desplazarse con ella, clavando su vista en el suelo.

—Lo siento, no imaginas cuánto lamento no poder acompañarte en los concursos. Odio que ese estúpido juego de hockey ocurriera antes de nuestro debut competitivo. Incluso si lo olvidaba, me hubiese encantado que conservaras ese recuerdo. Nuestro arduo entrenamiento no sirvió de nada.

La muchacha entrelazó sus dedos, dedicándole una expresión conciliadora.  

—No te disculpes, tú ya me acompañas en la pista y eso es más que suficiente para mí. Un torneo no definirá el valor de estos momentos.

Kukai apretó su agarre, enternecido. Se sentía el chico más afortunado del mundo cuando Gushi era tan dulce con él.

Decidido a animar el ambiente probando cosas nuevas, asió su cintura al colocarse detrás de ella, patinando con torpeza hasta que sus pasos se sincronizaron.

— ¡Uf! Casi golpeo uno de tus pies, y eso que no estoy tan cerca, ¿cómo lo hacen los expertos? —manifestó, entre risas.

Quizás influenciado por las lecciones presenciadas ese día, alzó a la fémina sin previo aviso.

Su éxito duró unos diez segundos.

Un trastabillón, causado por su falta de experiencia, lo hizo desplomarse de trasero y amortiguar la caída de Gushi con su cuerpo. El lugar se atestó de las carcajadas de un adolorido Kukai.

— ¡P-perdón! Quería lucirme contigo —admitió, rodeándola con ambos brazos y descansando el mentón en uno de sus hombros.

— ¿Qué fue eso? No parecía una rutina casual —señaló la atleta, divertida.

—Sí, sólo experimentaba. ¿Podemos quedarnos así un rato? —solicitó él, echándole un vistazo al estadio vacío. Que fuesen los únicos allí lo relajaba. Cerró los ojos y añadió lo siguiente:

»El otro día me di cuenta de que tal vez todavía me agrada la fotografía. Le pedí la cámara a Alex y salí a tantear el terreno. No te mentiré, no sé si mi técnica actual esté a la altura. ¿Qué opinas? ¿Crees que sea posible que retome ese hobby?

— ¡Claro! Por ahora, lo importante es que practiques una actividad que te haga feliz, no la calidad de las fotos —alentó Gushi, cómodamente sentada en medio de sus piernas —. Con el tiempo averiguarás si es lo tuyo o no; y si no funciona, encontraremos algo diferente.

—Ya te tengo a ti —afirmó el mesero, frotando sus mejillas por unos segundos.

Supuso que le convendría aislarse de sus viejas aficiones para renovar su identidad; no obstante, en un giro irónico, se hallaba más cómodo ejerciendo las actividades que tanto frecuentó en su pasado. Y junto a quien fue su gran amor.

El ruido de las puertas a lo alto de las gradas los sobresaltó, sobre todo al amnésico.

— ¡¿N-Naomi?! ¿Qué haces aquí? —cuestionó, levantándose con ayuda de Gushi.

La frustrada rubia bajó las escaleras casi a pisotones, reclinándose de la valla de seguridad.

— ¡Esa es mi línea! ¿En serio olvidaste nuestra cita por venir a este sitio?

Kukai se golpeó la frente al escucharla y no demoró en sentarse en el banco más próximo para quitarse los patines.



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En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

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