Alejo la mirada de la ventana cuando escucho el sonido de mi móvil, con rapidez lo miro encontrado el resultado que tanto estaba esperando, los nervios se apoderan de mi cuerpo, pero no dejo que me intimide y abro el mensaje, lágrimas, muchas lágrimas descienden de mi rostro.
Lo sabía, un mal presentimiento se apoderaba de mí cuando empecé a sentirme mal, tenía mis dudas y ahora no me queda ni una de ellos, regreso, regreso a dañar mi vida como cuando tenía cinco años. Escondo el móvil con rapidez cuando escucho el sonido de la puerta de la habitación siendo abierta, limpio mis ojos rápido cuando veo a mi madre.
—Mi amor, estás demorando mucho, ¿qué sucede?, Josh y tu padre están impacientes, además tu hermano está desesperado porque quiere irse con sus amigos —rio porque sé que Franco odia este tipo de cosas. Al parecer mi hermanito le teme al amor.
—No puedo casarme, mamá —digo dándome la vuelta para mirarla al rostro. Ella parece sorprendida.
—Estás bromeando, ¿cierto? —niego.
—No, no puedo hacerlo, lo siento, sé que no debí dejar que llegara hasta este punto, pero no sabía como detenerlo —mi madre me toma de la mano para llevarme hasta la cama y sentarnos en ella.
—Quiero que me digas la verdad, hija, tú no eres así y sé lo mucho que amas a Josh, no puedes decirme que no —aprieto mis labios porque sé que ella no me creerá, pero debo irme, no puedo dejar que mi familia y Josh sufran este calvario de nuevo, ninguno lo merece.
—Es solo que creo que no estoy lista para casarme, sabes que quiero trabajar en París, siempre ha sido mi sueño, creo que lo mejor es que acepte el empleo que me ofrecieron allá.
—No, claro que no, no vas a salir huyendo, tú no eres así, no te educamos de esta manera —sé que lo que voy a hacer la lastimara, pero debo hacerlo.
—No es tu decisión, mamá, ya no soy una niña, no voy a casarme y lo mejor es que se lo digas a todos, me voy a ir y nadie me detendrá.
—¡Pero por amor a Dios, hija!, ¿qué paso contigo?, pareces una mujer diferente.
—Solo abrí los ojos, me di cuenta de que soy joven para casarme, necesito vivir, lo que no he podido toda mi vida, es todo —digo intentando que ella me crea.
—Comprendo que no te quieras casar hija, pero debiste decirlo antes, sabes que esto le partirá el corazón a Josh, él te ama —asiento sintiendo como el corazón se rompe en miles de pedazos.
—Lo sé mamá, pero debo hacerlo —digo levantándome de la cama para quitarme el vestido, cuando estoy cambiada, tomo una maleta de las que traje estos días que estuvimos en Rusia, sí, la boda seria en la casa de los padres de Josh. Con el bolso en mi hombro me volteo para mirar a mi madre.
—Sé que no me comprendes, pero todo lo hago por una razón, espero me perdonen —digo besando su frente para luego salir de la habitación, alejándome de todo lo que amo y dejando en el altar al hombre que he amado desde hace casi seis años. Sé que no me entenderán, pero un sacrificio por amor, vale la pena, siempre la valdrá.
Llegue al terminar para esperar el avión que me alejaría de las personas que más amaba en la vida, estaba destrozada, pensé que viviría feliz al lado de Josh, el hombre de mi vida, pero las cosas no siempre salen como pensamos.
Escucho el llamado de mi avión por los altavoces y me levanto para caminar hasta mi puerta de vuelo, pero un fuerte grito con mi nombre, hace que me detenga.
—¡Emilia, detente! —aprieto con fuerza los ojos cuando reconozco la voz de Josh, ¿cómo llego hasta aquí?, pensé que aún estaba en nuestra boda —. Emilia, mírame por favor.
—No puedo, no quiero lastimarte, por favor, déjame ir.
—¡No, claro que no!, me debes una explicación, nos íbamos a casar, nos amamos, ¿o es que tú no lo haces?
Dios, esto como duele, no sé cómo partirle el corazón a ese hombre tan bueno que tengo frente a mí, pero no tengo otra salida. Con rapidez, me volteo para mirarlo a los ojos.
—No, Josh, no te amo, no lo he hecho nunca, me lastimaste cuando te fuiste y eso me llevó a olvidar —su expresión es de dolor y traición.
—No te creo, tú no eres así, sé que algo está pasando, dime, ¿qué sucede?
—¡Que no te amo!, déjame ir, no quiero esto para mí, mi vida no puede terminar como ama de casa al lado de un hombre que no amo, ¿no lo entiendes? —se queda en silencio y luego asiente.
—Bien, si es lo que quieres, vete, pero te puedo jurar que jamás voy a perdonarte esto, acabas de romperme el corazón, estás muerta para mí, Emilia, muerta.
Me regala una última mirada antes de darse la vuelta y desaparecer para siempre, lo perdí, lo acabo de perder.