Pase la peor noche de mucho tiempo, no dejaba de pensar en lo que le diría a Josh, no le debía explicaciones, pero eso no quería decir que no tendría que dárselas, aún quedaba un mes de prueba de mi contrato, pero no podía esperar más, si lo hacía terminaría volviéndome loca.
Me desperté más temprano que los demás, mis padres seguían aún aquí, pero en unos días se iban, querían que yo lo hiciera también, pero no, me sentía bien con Ann y no iba a dejarla sola cuando ella fue la persona que más me ha ayudado en este proceso.
Salgo de mi casa con rumbo al restaurante, estaba nerviosa, las manos no me dejaban de temblar, no sabía qué podía pasar en ese lugar, solo esperaba que esa mujer no estuviera. Llegue después de media hora de recorrido, me baje del auto y entre al lugar encontrándolo en su esplendor, al parecer hoy había un gran evento.
Pase a los casilleros para poder cambiarme, luego de ello me dirige a la cocina, encontrándome de frente con los ojos oscuros y la expresión seria de Josh.
—Necesito que prepares un menú dulce para una boda, Emilia —asiento, ni unos buenos días, qué hombre más grosero, no recuerdo que hubiera sido así.
—Lo necesita solo dulce o también lo puedo combinar con salado.
—Te pedí dulce, si no sabes atacar órdenes, dímelo y puedo conseguir una persona que si lo haga —la expresión de todos en el lugar es de asombro, también la mía, no entiendo que le pasa, pero si sigue por ese camino, no voy a reaccionar bien y esto terminar muy mal.
—Entiendo —exclamo con los dientes apretados.
No dice nada más y yo solo me preparo para empezar con el menú, solo voy a trabajar hoy y me iré, aguanta, solo un poco más. Suspiro con fuerza y empiezo con la preparación del menú dulce.
Estaba terminando de hacer el último postre cuando lo siento detrás de mí, su aliento me hace cosquillas en la parte de atrás de la nuca, ¿por qué hace eso?, ¿a qué juega?, con rapidez me hago a un lado encontrándome con su mirada.
—¿Se le ofrece algo, chef? —sus ojos no dejan de verme sin pestañear y eso me pone nerviosa.
—Sí, ¿quiero saber si vas a demorar una vida haciendo lo que te pedí?
—Acabo de terminar, puede probar lo que guste, si algo está mal puedo corregirlo —digo con una sonrisa en el rostro, toma, para que veas que yo también puedo jugar a esto.
Toma una cuchara y la introduce en uno de los postres que están en la mesa, cuando lo lleva a su boca no puede controlarlo y cierra los ojos saboreando mi postre, sí, así es, hice tu favorito, para que te duela
—Esto, esta deliciosa —sonrío cuando de nuevo pone la mirada en mí.
—Pensé que esté seria el indicado —asiente colocando de nuevo esa expresión de enfadado que ha tenido todo el día.
—Bien, prepara veinte de cada uno —abro la boca sorprendida.
—¿Veinte? —asiente.
—Sí, ¿algún problema? —niego suspirando, ojalá el cansancio, no me termine postrando en una cama.
—No, en unas horas tendrá todo listo.
—Bien, cuando acabes te espero en mi oficina, quiero hablar contigo —exclama alejándose de mí para seguir con lo que hacía hace poco.
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Cinco horas después estaba terminando con los postres, el dolor de espalda y cabeza que tenía eran insoportables, necesitaba descansar o iba a terminar desmayándome en cualquier lugar. Limpio mis manos antes de tocar la puerta de la oficina de Josh.
—Adelante —exclaman desde adentro, con manos temblorosas abro la puerta, encontrándolo en su silla con el móvil en la mano.
—Ya he terminado, ¿necesita hablar conmigo? —digo logrando que despegue la vista de su móvil.
—Sí, por favor toma asiento —hago lo que me dice sintiéndome un poco incómoda —. Necesito hablar de un tema muy importante.
—Entiendo, pero antes de cualquier cosa, quisiera primero agradecerle por la oportunidad que me ha dado, ha sido muy bueno poder hacer lo que amo, pero creo que lo mejor es que renuncie.
Su expresión se endurece y parece sorprendido, creo que no esperaba que le dijera eso.
—¿Qué?, ¿estás renunciando? —asiento
—Sí, eso hago, como le decía, agradezco mucho la oportunidad, pero este no es mi lugar y lo mejor es irme.
—Deja de hablarme de usted, me enferma, y no, no pienso aceptar tu renuncia.
—¿Que es lo que quieres, Josh?, ayer me trataste horrible, parece que me odias, y ahora que vengo a renunciar, te opones, ¿a qué juegas?
—Te traté mal porque eso mismo hiciste con la mujer que será mi esposa, ella merece respeto —gruño golpeando con fuerza el escritorio.
—¡Yo también, no importa lo qué pasó en el pasado con nosotros, yo también merezco respeto, y ella no me lo ha dado, ¿por qué debo yo hacerlo?!
—Eso no es cierto, y cálmate, estás ofuscándote mucho y no quiero una discusión contigo —bufo sentándome en la silla de brazos cruzados, lo escucho reír y eso me enoja más.
—¿Qué es tan gracioso?
—Estás actuando como cuando discutíamos en el pasado, siempre refunfuñabas y luego te sentabas en esa posición en la que estás ahora —con rapidez dejo caer mis brazos a los lados, haciendo que él cambie su sonrisa por una expresión seria.