Recuperando lo que una vez perdimos.

Capitulo 37: Una agridulce bebida llamada sinceridad. Parte 2.

Ante todo, gracias por el apoyo dado a esta hermosa historia, la cual a partir de esta semana, será actualizada los sábados. Ahora disfruten el capítulo 37...
 

• Capitulo 37: Una agridulce bebida llamada sinceridad. Parte 2. 

“Y, tú ¿cuál crees que sea la respuesta?” __le respondió Adler haciéndole una pregunta. 

“Que no te importa llevarme entre tus brazos.” __le respondió la Marquesa en un susurro. 

“Entonces, te diré que eres una mujer muy sabia e inteligente, pues tienes toda la razón. De hecho, considero que cargarte me confiere una gran ventaja.” __le dijo su novio enigmáticamente. 

“Y, ¿Qué ventajas podría concederte el llevarme en brazos a todas partes?” __le preguntó su prometida muy curiosa. 

“Esta ventaja consiste, en que al cargarte puedo tocarte de una manera que de otra forma, sería sólo un sueño.” __le susurró el gobernador con una sonrisa lobuna. 

“¡Adler! Si mi padre te escucha, puede retarte a duelo, aunque ya no sean legales.” le respondió ella muy sonrojada. 

“Y yo correría el riesgo una y otra vez, por el gran placer que estoy sintiendo ahora mismo, al verte tan adorablemente ruborizada.” __le respondió Adler sonriendo seductoramente. 

“¡Que criatura tan cruel es usted, Alteza! ¿Cómo puede usted disfrutar el hecho de que yo esté tan apenada?” __le dijo la Marquesa a su novio. 

“No me malinterprete mi señora. Yo no disfrutó verla así de sonrojada, lo que verdaderamente me da placer, es ser el responsable y causante de dicho sonrojo.” __le respondió el Gobernador a modo de respuesta. “Esto es un manjar demasiado delicioso, como para no saborearlo.” 

“Eres un caballero muy atrevido Duque de Wellington, eres un incorregible.” __le respondió la Marquesa fingiendo estar escandalizada. 

“Sólo por ti y para ti, porque te amo demasiado.” __le respondió él besándole el dorso de la mano. 

“Yo también te amo mucho mi dulce Duque, mi corazón te pertenece, siempre te ha pertenecido. Sin embargo, necesito saber algo que es muy importante para mí.” __le dijo su prometida con inesperada seriedad. 

“¡Vaya! ¿Tan serio es el asunto querida? Dime, ¿qué te preocupa? Dime, ¿qué razón te ha robado la más hermosa de las sonrisas?” __dijo el Duque de Wellington y Gobernador de Londres a su prometida, haciéndola sonreír con ternura, por lo que ella mirándolo fijamente comenzó a hablar: 

“Ante todo, no quiero que malinterpretes mis palabras, o que pienses que esto será un reproche, o que no te he perdonado, porque yo si te perdone; sin embargo, este asunto me ha corroído el alma desde hace 2 años y es el siguiente, ¿Qué te convenció de mi infidelidad cuando estábamos casados, si diariamente yo te demostraba con mi corazón, con mis ojos, con mis actos, con mi piel y con mi cuerpo, que te era total y absolutamente leal? Y, sé que no es recomendable que hablemos sobre este tema en este momento, pero necesito saberlo, necesito saber por qué no quisiste siquiera escucharme.” 

“Yo… yo sé que teníamos que hablar sobre este tema, aunque si te soy sincero, esperaba que no fuera el día de hoy.” __se sinceró Adler con un deje de tristeza y arrepentimiento. 

“Mi intención no es hacerte sentir mal o incomodarte, perdóname por favor, será mejor que no hablemos de eso, ¿te parece?” __le dijo Giorgiana angustiada, por haber hecho sentir mal a su prometido. 

“No, mi amor por favor no sigas disculpándote, aunque no me guste esta conversación debido a las heridas que podrían volver a abrirse, si queremos que esta nueva relación entre nosotros realmente funcione, tenemos que ser sinceros el uno con el otro, aunque el tema de la conversación sea muy desagradable.” __le respondió el Gobernador de Londres. 

“Mi amor, yo no quiero entristecerte y mucho menos, que pienses que lo único que deseo, es reprocharte mi antiguo infortunio, pero…” se apresuró a decir la Marquesa, pero fue sutilmente silenciada, cuando sintió los dedos de su novio sobre sus labios. 

“Escúchame, por favor. Aunque ahora me duele el corazón ante la inminente conversación, que estoy seguro abrirá viejas heridas, en este momento me doy cuenta, de que tal vez sea necesario que la tengamos, para que logres perdonarme por completo.” le dijo el Gobernador en respuesta. 

“Pero, yo ya te he perdonado, mi amor. ¿Sabes qué? Es mejor que no hablemos de eso, nunca, perdóname por ser tan tonta y empeñarme en arruinar esta gran dicha que ambos sentimos.” __le respondió la Marquesa y se echó a llorar. 

“Mi cielo, por favor no llores, tú no eres ninguna tonta, es más, en éste instante yo voluntariamente acepto, hablar sobre lo que ocurrió hace 2 años, ¿sabes porqué? Porque sé que aunque tus labios me repitan una y otra vez que me has perdonado, en el fondo de tu corazón no lo has hecho, ¿o me equivoco?” __le dijo el Duque mirándola fijamente. 


• Escritora: Sayduvis Blanco. 
 




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