---En alguna parte de los techos de Nueva York---
Una joven rubia, se encontraba lanzando puños por doquiera, como si estuviera enfrentándose a una enemigo invisible, en su rostro se reflejaba mucha rabia, pues sus ojos se encontraba rojos y no lilas como era natural, sin duda algo la estaba haciendo perder los estribos, pero no se detenía por nada, solo quería sacar de ella todo lo que sentía.
En algún momento le pego muy fuerte a una antena que recibía las señales del satélite para ver la televisión, y la destruyo por completo, se quedó mirando lo que acababa de hacer, sin embargo debía salir rápido de allí, pues se comenzaron a escuchar sonidos de voces molestas y pisadas que parecían que iban subiendo y podrían llegar hay por la puerta hacia el techo.
Rápidamente salto de ese lugar, para caer en un callejón, donde había dejado su moto estacionada, la caída no le provoco ningún daño, pues era una cazadora entrenada sabía muy bien como caer, con perfección.
Se quedó hay quieta por unos momentos, sin producir sonido algún, tratando de oír a las personas que se encontraban en la azotea.
Persona 1: ¿Qué demonios ocurrió aquí?
Persona 2: De seguro un desquiciado provoco todo esto.
Persona 3: Este lugar está hecho un caos, ¿Quién tendría la fuerza para derribar todo esto?
Persona 1: Alguien que no sabe contener la ira, o se quiso hacer el gracioso. Esto costara mucho a la administración.
Persona 3: Sin contar que destruyeron mi antena… (Molesto lanza un suspiro) Tendré mañana que comprar una nueva.
Persona 2: Deberían apresar a esa gente que se cree que esto es gracioso.
Persona 1: Miren… Destruyeron incluso las plantas de la señora Mack…
Persona 3: (Con una voz de pena) Hombre… Pero si es una señora mayor, se va a entristecer mucho. Ya no puede cuidarlas desde cero de nuevo.
Persona 2: (Suspira con cierta molestia) Sin mencionar que sus flores le daban un toque muy lindo a este lugar tan deprimente. Pobre de la señora Mack.
Persona 1: (Tomando fotos de todos los daños) Esto servirá para tener pruebas de los malditos delincuentes que hay por la zona.
Persona 3: (Caminando de regreso) Espero que atrapen a quien hizo todo esto.
Persona 2: Sin mencionar que no tiene ni el más mínimo amor por las plantas, ni respeto por las cosas ajenas, estúpidos malvivientes.
Persona 1: (Suspira y toma una última foto antes) Informare y levantare las firmas necesarias para una instalación de circuito cerrado de cámaras.
Se cierra la puerta, dejando escucharse el portazo fuerte, sin duda ya se habían retirado.
Pero la joven al quedarse para no hacer más ruido, escucho cada palabra de esas conversaciones, se quedó con el rostro hacia abajo, recordando todo lo que había hecho, cada golpe que había dado, tratando de aniquilar sus propios fantasmas por la discusión que sostuvo con Raph, el intentar destruir con sus puños las horribles palabras que le había dedicado al mutante.
Aquello conecto contra objetos, que eran preciados para sus dueños, golpeo algunas cubetas que las dejo inservibles, le dio una muy fuerte patada a un aire acondicionado, lanzo varias cosas al piso, rompiéndolas y por su enfado ni siquiera recordaba que eran, cuando aquel pequeño jardín estaba frente a ella en su mente, vio como lo rompía pedazo por pedazo, su ira la había controlado por completo, rompiendo aquellas flores rojas que sin duda eran muy hermosas.
Yang: (Pensativa con la mirada clavada en el piso) Eran… Rosas rojas…
Se comenzaba a sentir avergonzada, por lo había hecho, destruir cosas de personas que no conocía y que jamás lo haría, que nunca le hicieron algún daño, pero ella les hizo muchas cosas, todo su enfado lo descargo en personas inocentes, que ahora debían comprar de nuevo eso que perdieron por su falta de control, se sentía aún más culpable.
Romperle el corazón a Raph y a sí misma, diciéndole tales cosas horribles, y ahora lastimo a más personas que no tenían culpa de su estúpida actitud, se sentía sumamente mal consigo misma, y no sabía qué hacer para reparar todo los daños que había cometido en solo unas pocas horas.
No tenía el valor ni la cara para regresar de nuevo a la guarida de la tortugas, y tener que seguir viendo a Raphael a los ojos, era algo que ahora nunca más podría hacer, solo quería salir de ese lugar, de esa ciudad. No… Ella quería salir de esa dimensión en ese momento, pero tenía la conciencia suficiente para saber que no podría sino hasta acabar su misión, sin embargo no había mucho que hacer en ese momento.
Así que solo hizo lo único que ella consideraba sensato y fue, tomar de nueva cuenta su moto y salir de ese callejón, para ver hasta dónde podría llegar antes de necesitar combustible, como si no fuera poco, el cielo del atardecer se estaba tornando más oscuro de lo habitual pues unas nubes tormentosas se estaban posesionando de este, anunciando una tormenta muy fuerte.
Con el casco puesto en su cabeza y ella manejando a muy alta velocidad, esquivando los autos rebasándolos, una actitud muy peligrosa, manejada por la ira, la culpa y tristeza no tomaba en cuenta su propia seguridad, solo podía salir de esa ciudad o mínimo intentarlo, poco a poco las gotas de lluvia comenzaron a caer en su cuerpo y casco, pero gracias a lo que fuera ya se encontraba cerca del muelle y el tráfico era mínimo en esa zona.
Su visibilidad se comenzaba a empañar por la lluvia y por unas pequeñas lagrimas que salían de sus ojos, trato de contenerlas lo más que podía, tan solo cerro su vista un momento para hacer que esas gotas saladas se quitaran, pero por ese pequeño movimiento no vio que estaba a punto de estrellarse contra unas cajas metálicas muy grandes, trato de irse por la derecha esquiarlas, pero derraparon las llantas de la moto por la humedad del lugar, y si a eso le agregamos la lluvia, no pudo seguir teniendo el control del vehículo.
Cayendo estrepitosamente al suelo, con la moto por un lado, se encontraba tendida en el muelle de madera con la espalda hacia abajo, mirando hacia el cielo las nubes grises que estaban cargadas de agua, ella estaba completamente empapada así que no le importaba mucho seguir estando allí, se quitó el casco dejando que la lluvia la impregnara de su marca en su rostro y cabello, tal vez y solo tal vez podría darse permiso de llorar el dolor que llevaba consigo en su interior.