03/02/16
Aquí estoy de nuevo yo, con otra carta para ti. Hoy no me siento tan bien como otros días y desearía que estuvieras aquí conmigo. Te pienso demasiado, no tienes idea cuanto, mi hermana me dice que fue una estupidez haberme alejado de ti, los doctores me lo dicen, los enfermeros me lo dicen, hasta la luna me lo dice en sueños. Pero no quiero que sufras, no quiero verte llorar, porque si tu lloras; yo llorare contigo y eso no estaba bien, porque debo ser fuerte, debo seguir adelante, debo luchar... aunque me estoy cansando, debo seguir haciéndolo porque espero algún día regresar a ti y pedirte disculpas, no importa si debo arrodillarme, lo haría solo por ti, aunque eso sinceramente dañaria mucho mi orgullo, pero por ti... hasta el mundo entero daría.
Hoy estaba mirando por la ventana de mi habitación y vi el atardecer y recordé aquellas tardes que veíamos el atardecer juntos y todas aquellas veces que te decía que me encantaba como el cielo se teñía en colores, que el mundo es maravilloso y solo debemos detenernos un segundo a apreciarlo. Si todos hiciéramos eso, las cosas hoy en día serían muy diferentes.
Te decía que me parecía que las nubes eran rojas, tu te reias de eso pero nunca me refutaste, ni aunque supieras que solo divagaba, nunca quitaste tu sonrisa y aquel brillo en tus ojos. Oh, amor mío, esta mal escribirlo o pensarlo, pero te extraño tanto. Extraño aquellos abrazos a medianoche, aquellos dulces besos, aquellos te quiero susurrados, aquellas salidas improvisadas, aquellos mensajes, aquellas llamadas... te extraño.
Pero, no quiero seguir escribiendo sobre esto... deseo seguir recordando todas aquellas maravillosas cosas que llegamos hacer juntos. Como aquel día en el que te pedi que te mudaras conmigo, sabía que era demasiado rápido, sabía que a lo mejor me dirias que no, aún así me arriesgue y te lo pregunte. Tu respuesta fue tan sencilla que hasta me hizo llorar, me llevaste hasta tu apartamento y comenzaste a hacer tu maleta para irte esa misma tarde a mi casa. En ese momento me hiciste muy feliz, de verdad que si.
Aunque me pregunto... ¿Por qué apresuramos todo? ¿Por qué tomamos las decisiones de ir tan rapido? ¿Por qué no detenernos un segundo a analizar mejor la situación? ¿Por qué dejarnos ganar por nuestros deseos?
Poder el estar siempre juntos era maravilloso pero al mismo tiempo desastroso, al fin de cuentas ambos estamos acostumbrados a vivir solos, así que cuando todo eso cambia de la noche a la mañana te sientes un poco confundido, sientes que no importa seguir con tus costumbres ya que la otra persona se integrará a tus costumbres, el problema de eso es que ambos pensamos de esa forma y eso provocaba aquellas horribles y tontas peleas.
Como aquella vez que nos encontrábamos discutiendo por unas cortinas... es decir, eran unas ¡estúpidas cortinas! y nosotros estábamos discutiendo por eso. Solo porque tu querías un color y yo otro, fue una muy estúpida discusión a decir verdad, pero supongo que toda pareja llega a tener una discusión por el color de las cortinas. Y lo peor es el recordar que el resto de ese día no nos hablamos y todo iba de mala gana, ahora recordando todas esas cosas, pienso que fuimos tontos y es que; discutimos por unas cortinas. Creo que esa anécdota jamás la ire a olvidar.
Siempre tuya.
Nicole.
22/06/15
-Nicole... por Dios, esas cortinas son horribles. -Te dije de forma exasperada. Ya llevamos dos horas con las benditas cortinas para la sala y aún no nos podíamos decidir por una.
-No son horribles, tú eres el que no entiende de moda. -¿Que no entiendo de moda? ¿En serio? Esto es una estupidez.
-El color es horrible, parece verde vómito.
-No es así. Es verde pasto. -Me refutaste de inmediato.
-Es asqueroso, no quiero esas cortinas en la sala. -Te dije con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Tu me miraste y frunciste el ceño.
-Pues, si no te gustan puedes salir de la sala y nunca entrar aquí. -Eleve una ceja y suspire, no llegariamos a ningun lugar con esta discusión.
-¿Eso quieres? Bien, entonces me voy. -Di media vuelta y salí de la sala, recogí mis llaves y salí de la casa, entre a mi auto, lo encendí y me fui sin rumbo alguno.
Di vueltas por la ciudad hasta que anochece, como deje el celular en la casa no se que hora es, pero quizás sean como las ocho de la noche. Con la mente más despejada regreso a la casa, aparcó el carro en el estacionamiento y me bajo, suspiro unas cuantas veces y entro, no escuche señales de Nicole así que voy a la cocina para beber algo de agua y además de ir al baño, sentia que la vejiga me iba a estallar en cualquier momento.
Regrese y me armo de valor para ir a la sala y suspire resignado al ver colgadas esas asquerosas cortinas verdes vómito, realmente eran horribles. Daban ganas de arrancarlas y quemarlas, así de feas eran. Al final me puse a ver televisión hasta quedarme dormido en el sofá, a la mañana siguiente al despertar lo primero que vi fueron esas cortinas y literalmente me arruinó la mañana. Me levanté del sofá y fui a buscar a Nicole, pero no estaba por ninguna parte de la casa, fruncí el ceño pero no le di tanta importancia, fui hasta el baño para bañarme ya que debía irme al trabajo y nunca he sido alguien que le guste llegar tarde.
Debido a que el día en el trabajo fue muy estresante no tuve ni un minuto de tranquilidad para poder llamar y hablar con Nicole, regrese a la casa a eso de las siete y la encontré a ella en la cocina con su mejor amiga. Las salude e intenté besar a Nicole en los labios, pero ella giró el rostro, así que termine dándole un beso en la mejilla, fruncí el ceño y me fui al baño para poder bañarme, estaba realmente cansado debido a todo el trabajo, al salir del baño llevaba solo una toalla enrollada en mi cintura, fui hasta el cajón donde guardo los interiores y me coloco uno después de dejar caer la toalla.