— ¿cómo que te irás mañana de viaje con Thiago?, ¿a dónde? — la veo de pie cruzada de brazos.
— Nos iremos a Canadá, mi madre aún... — escucho un chillido de parte de ella, veo como se sienta en una de las sillas de enfrente de mi escritorio.
— ¡esto están romántico, Beca! — niego con mi cabeza rápidamente.
— no Lizzy, escúchame, mi madre aún cree que somos novios — digo con dificultad esa palabra, ella se asombra ante mi confesión y sé que esto no le gusta para nada.
— demonios Beca, tú no sueles hacer estos teatros.
— enserio, no me digas — digo con sarcasmo. — el plan es ir, fingir y luego del viaje le diré a mi madre.
— ¿crees que esto puede salirse de control? — eleva una ceja con picardía.
— ¿con Thiago? — suelto una risa. — claro que no.
— yo te recomiendo que le faltes el respeto — frunzo el ceño confundida — sí, aprovéchalo Rebeca, no todos los días tienes aún hombre así.
— ¿de qué estás hablando?, déjate de estupideces quieres, recuerda que aparte de ser mi mejor amigo, es MI JEFE. — recalcó lo último, pero que se ha creído, ese no es un buen consejo..., ¿o sí?, ¡no, claro que no!
— está claro, fingirás ser novia de él, pues entonces hazlo bien. — dice antes de salir de mi oficina, dejándome con la palabra en la boca y mi mente enfocada en lo último que dijo. Yo no puedo hacer eso, es estúpido, así de simple, no tengo la mentalidad de Lizzy, jamás la tendré.
Luego de esa visita a mi oficina decidí que la mejor distracción es trabajar y así es, el trabajo es la mejor droga para salir de la realidad.
Me es inútil concentrarme y pensar que mañana tengo que fingir ser novia de alguien, ni recuerdo cómo funciona eso, ha pasado tanto tiempo de mi último noviazgo, las demás solo fueron salidas, William fue mi último noviazgo y vaya que resultó ser toda una estafa, muy inteligente para actuar y muy estúpida para no darme cuenta.
La muerte de mi padre y todas las infidelidades y engaños han causado tantas secuelas de temor en mi vida amorosa, no soportaría que alguien más me hiciera daño o perder a alguien por alguna razón, no podría soportar.
Escucho que llaman a la puerta sacándome de mi pensamiento y regresando a la realidad.
— Adelante — digo y finjo estar haciendo algo de trabajo cuando en realidad lo único que me he estado haciendo es en pensar y recordar. Veo entrar a Joseph y le regalo una sonrisa amable.
— Thiago quiere verte — anuncia.
— está bien, gracias Joseph. — de nuevo le regalo una sonrisa y el asiente con una sonrisa, me pongo de pie y salgo de la oficina para ir a la de mi jefe.
— El señor Armitt la está esperado, señorita Moore — dice su secretaria.
Camino hacia el pasillo en donde queda su oficina, toco lentamente la puerta y la abro, allí está, anotando algo en una hoja y tecleando en su computadora; cuando me ve, sonríe al instante y se pone de pie.
— quería verme señor Armitt — digo con ironía, me encanta molestarlo así, sé cuánto odia la formalidad en nosotros. Lo veo hacer una mueca de desagrado haciendo que suelte una risa.
Nos sentamos en aquel y conocido sofá que ahora se ha convertido en nuestro acompañante de pláticas.
— quiero hablar acerca del viaje
— ¿así?, ¿sobre qué? — pregunto confundida.
— Sobre tu familia — lo miro aún más extrañada. — recuerda que soy tu novio y por lo menos debo de saber a quién me toparé allá, ¿no crees? — sonríe
Tiene toda la razón, nunca le he hablado a Thiago sobre mi medio primo y de mis primos pequeños o de mi tío.
— estará mi tía Karen, que ya la conoces — digo con obviedad. — mi medio primo, es hijo de mi tía producto de su primer matrimonio, ese señor le dejó la casa en Montreal y por eso ella tiene esa propiedad.
— entiendo, ¿cuál es su nombre? — pregunta con curiosidad.
— Declan Jones, él ya está casado, no estoy muy informada de eso — elevó ambos hombros. — pero de lo que sí sé, es que no le caemos del todo bien, junto con mis primitos.
— ¿porque?
— porque nunca fuimos muy allegados, recuerda que es hijo de otro padre y tiene más cercanía con su familia paterna. — digo. — tendría que llevarse bien con sus hermanos, pero prefiere no ponerles tanta atención, simplemente le dan igual.
— eso es cruel, digo, que hermano no quiere a sus propios hermanos. — dice indignado y hasta con un tono molesto.
— también estarán esos pequeños, Jonathan y Elliot, uno de 11 y el otro de 8 años y por último mi tío Josh — veo como Thiago trata de aprenderse los nombre, aunque no sea necesario saber tanto lo único que debe de hacer es no decir o hacer algo que nos complique esto.