El lugar es simplemente maravilloso, una majestuosa basílica que transpira paz y tranquilidad, un lugar simplemente para encontrarse a sí mismo y a la fe; lo primero que llama mi atención son las esculturas religiosas que se encuentran enfrente al fondo del lugar y luces color azules salir por detrás de ellas, me recuerda mucho a un castillo debido al estilo en el cual está construido, estoy segura que está hecho de oro, un estilo muy gótico y dramático, me encanta.
La fachada presenta tres niveles verticales en donde debo imaginar que allí hay más lugares donde sentarse, está dividida en tres zonas verticales en donde se encuentran las bancas, el techo es de color azul oscuro con pequeñas estrellas en ella, la vidriería del santuario es como un tipo de historia, me parece ser una historia religiosa en donde se puede apreciar distintas personas talladas en el vidrio. Sin duda alguna un monumento de lugar.
Mis ojos se mueven de un lado a otro impresionada por cada rincón de este lugar, hasta que mis ojos chocan con los de mi jefe en la cual ya estaban puestos en mí, siento mi corazón acelerarse y mis manos empiezan a sudar debido a los nervios, logró tragar un poco de saliva para poder hablar con claridad.
— ¿has terminado de admirarme? — digo repitiendo sus palabras que hace rato ha dicho.
— al contrario de ti..., yo no mentiré..., y si, estaba viendo como tus ojos se iluminan al ver todo esto y lo emocionada que estas.
— estás en lo correcto..., estoy muy emocionada e impresionada de estar aquí..., tenías razón al elegir este como tu primer lugar a visitar. — esbozo una sonrisa.
— Estoy encantado con todo esto..., al igual que la compañía — sonríe son despegar su labios ocasionando así que me sonroje por segunda vez.
Decidimos en sentarnos en una de las bancas y poder admirar cada detalle del lugar, debo admitir que al igual que Thiago es mi primera vez aquí y estoy tan arrepentida de no poder visitarlo antes, aunque estoy feliz que haya sido ahora.
— ¿cómo te sientes después de lo que pasó con tu tía? — había olvidado por completo ese asunto y sin duda alguna estoy más calmada, no podré superar su traición, pero no puedo competir con su hijo.
— Estoy más calmada... — trato de sonreír, es difícil para mí todo esto, nunca había peleado con ella y esta pelea se salió de control. — Debo admitir que no estoy del todo bien — dejó salir un pequeño suspiro — pero no hay que hablar de eso. — el asiente con una sonrisa aceptando por completo mi decisión.
— ¿quieres tomar algo?, está empezando a bajar la temperatura.
— vi un Starbucks cerca de por aquí, podemos ir allí — sugiero.
— Me parece genial — con una sonrisa se pone de pie extendiéndome la mano para poder pararme, siento su mano un poco más helada pero aun así se la cerró para poder irnos de la hermosa basílica.
Mi piel se eriza al sentir el choque del aire helado en mi rostro y cuerpo, en efecto, la temperatura había descendido, gracias al Bleiser Lila que combina perfectamente con mi pantalón amortigua un poco el frío, pero Thiago sin duda alguna se está muriendo de frío, el hombre lleva únicamente una camisa de seda con estampados, se abraza así mismo para tratar de calentarse los brazos frotándose para hacer calor.
— Creo que debemos irnos..., — detengo mi caminar justo en medio de los escalones.
— ¿Por qué?, vamos por un café, no seas aguafiestas — dice llevando ambas manos a sus labio y poder calentar sus manos.
— Thiago, te estás muriendo de frío...
— No creí que Montreal era tan fría a media noche — eleva ambos hombros sin ninguna importancia. Camina adelantándose en bajar los escalones, lo sigo sin ninguna objeción, sé que estoy siendo una exagerada y él no le pone importancia pero a pesar de llevar un saco, puedo sentir el frío que hace y me imagino lo que siente él.
Antes de poder pronunciar algo un hombre de tirantes y pantalón beige de mediana edad se acerca con una cámara muy antigua ofreciéndonos sus servicios.
— Estamos bien — sonrío. — gra...
— ¡claro que queremos fotos!, ¡quiero dos! — el señor muy emocionado empieza a acomodar las patillas de la cámara para poder centrarla.
— Thiago tenemos muchas fotos juntos — digo a regañadientes.
— Pero no polaroid..., vamos Rebeca, no empieces con tu amargura — ruedo los ojos fastidiada, sin más que decir nos acomodamos enfrente de la cámara en donde el señor ya estaba debajo de una pequeña manta en la cual era parte de la cámara.
— bien..., a la cuenta de tres tomaré la foto. — y ambos asentimos. — Uno..., dos... — justo antes de que él pudiera decir "tres" los labios de Thiago ya estaban en mi mejilla izquierda tomándome por sorpresa haciendo que me sonrojara y soltara una sonrisa — tres... — y el flash de la cámara salió disparada. — Muy enamorados — sonríe el señor, tomando la fotografía que salía de la parte de arriba de la cámara, déjala aún lado.