Red de amor

Capítulo 33

Luego de tomar una ducha solo para mi cuerpo, me he vestido y arreglado tal como tenía previsto, debo decirlo me veo espectacular, gracias a un bello y grande espejo que hay en el baño puedo verme completa y ver si no me hace falta nada y no, mi piel se ve radiante con el color del vestido acentúa perfectamente en mi cintura y eso es algo que agradezco, busco mi bolso pequeño y cuadrado color plateado lleno de pequeño brillos justo en ese momento escucho pequeños golpes provenientes en la puerta, es sin duda alguna mi acompañante, antes de abrirle meto mi llave en mi bolso y abro la puerta, dejando ver a un Thiago sumamente elegante, se ve alineado, su cabello está cepillado un poco hacia atrás perfectamente arreglado, no está húmedo y eso hace que su cabello se vea sin tanta estética y eso es sumamente atractivo, odio a los chicos que usa gelatina para el cabello, su traje es color gris con líneas negras formando pequeños cuadros sutiles en la tela, su camisa es color blanca con una corbata negra junto con zapatos sus zapatos color cafés, en realidad mis ojos no están acostumbrados a ver a Thiago con una corbata en un traje formal, normalmente el en el trabajo llega o no con corbata y naturalmente no la usa y es sexy debo admitir, se ve bien con o sin corbata, sus ojos verdes resaltan mucho esta noche.
 

— Rebeca..., Wow... — musita escaneándome desde la cabeza hacia los pies. — Te ves..., — dice dejando una ligera pausa. — hermosa. — mis ojos encuentran los suyos mis mejillas empiezan arden y él lo nota al instante. — No miento, seré el más envidiado esta noche — afirma.
 

— tú también te vez espectacular esta noche — declaró.
 

— Eso ya lo sé — se mofa, ruedo los ojos al instante y el suelta una risita. — sabes que bromeó y gracias beca — soy yo o acaba de sonrojarse, no estoy equivocada porque el color carmesí en su mejillas es notoria gracias a su suave y pálida piel. — ¿nos vamos? — asiento y empezamos a caminar hacia el ascensor, no tengo idea en donde es la reunión; al estar en el elevador el presiona el botón que está abajo de donde se encuentra la piscina, esta se cierra y espero impaciente por llegar al nivel la mezcla de adrenalina y de nerviosismo me provoca muchas ganas de desmayarme, al estar en el nivel indicado el ascensor se abre dejando ver una especie de sala de estar de una casa muy grande decorada con varios sofás beige, cuadros de la misma temática y una enorme alfombra café, lo único que distingue este lugar con todo el hotel son las flores que están en las pequeñas mesas que decoran el lugar, veo a algunas que otras personas vestidas elegantemente pero eso no es lo que llama mucho mi atención si no el inmenso candelabro de cristal que decora el centro del lugar unas columnas de mármol que la acompañan en el medio unas escaleras que lleva a una gran puerta de madera en la cual las personas entran y salen.
 

Escucho a Thiago carraspear desviando por completo la atención del lugar, su brazo esta estirado hacia mí en señal de que tengo que tomarlo por el ante brazo, sin pena alguna lo hago sintiendo nuevamente esa calidez que últimamente se ha hecho tan natural, es una especie de calidez de paz y de protección, es como si estuviera en mi hogar, es extraño, pero me siento protegida; empezamos a caminar hacia la puerta que está después de las gradas y al estar dentro veo varias puertas más en donde debo suponer son salones, el suelo no es de cerámica es todo lo contrario está formado por el mismo diseño que la alfombra de la entrada, nos acercamos a la segunda puerta en la cual había un hombre parado sin ninguna expresión facial enfrente de él hay una mesita color café un poco menos a la altura de él.
 

— buenas noches, Thiago Armitt y Rebeca Moore — dice, el hombre empieza a buscar en una lista y luego de unos segundo asiente tras abrir la puerta que está dividida en dos, ¿porque las puertas aquí son enormes?

 

— Pasen buena noche — musita con amabilidad.
 

Al estar adentro veo tantas personas, gente elegante y de vista puedo notar lo refinadas que son, la mayoría acompañados, en el centro hay una especie de pista de baile en la cual hay unas que otras parejas bailando al compás de la música tranquila que adorna el ambiente, en el lado derecho hay mesas debidamente alineadas y decoradas de acuerdo al evento, por el otro lado hay una especie de bufet con la cena y una que otras botanas. Seguimos nuestro camino hacia una de las mesas vacías y antes de que pudiéramos sentarnos una voz masculina lo impide.

 

— ¡Thiago Armitt! — exclama el hombre de máximo unos cuarenta años el cual está acompañado por una bella mujer, esto parece un deja vu y no quiero empezar a preocuparme ahora, no ahora, recuerdos inundan mi cabeza y el suyo trágico está ahora presente en mis pensamientos.
 

— señor Robinson, ¿cómo está? — se saludan y se abrazan amistosamente. — ¿cómo esta señora Robinson?

 

— Estamos muy bien Thiago —musita dulcemente la mujer de ojos cafés.
 

— ¿cómo está tu padre luego de su retiro? — indaga el hombre de cabello negro.
 



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En el texto hay: novela romántica, amistad, novelacontemporanea

Editado: 12.09.2020

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