La risa de mi pequeño son música para esta casa, cada momento que pasó con él es inigualable, su llanto, sus ocurrencias, su aprendizaje, todo lo que ocurra en su vida es lo primordial en mi vida, soy la mujer más feliz de esta tierra, quiero que tenga una modelo a seguir, espero me llegue admirar algún día.
— Cariño, quieres bajar — grito desde la planta baja de la casa, en ese momento escucho unas pisadas bajado de las gradas, observó a mi esposo quien lleva en brazos a nuestro pequeño, una sonrisa aparece en el rostro de mi pequeño, con cuidado me acercó para poder cargar a Andrew. — tengo que prepararme su biberón. — observó a Thiago él sonríe observándome sin decir nada. — ¿qué ocurre? — le preguntó con una sonrisa divertida.
— te vez hermosa como madre — sonríe de lado a lado. — ¿qué te parece si Andrew tiene un hermanito para que puedan jugar? — me observa con cierta picardía, suelto una risita y me acercó para depositar un beso en sus labios.
— no tienes remedio, ¿cierto? — él se encoge de hombros mientras me sigue hasta la cocina para poder prepararle la comida a nuestro hijo.
— piénsalo, cariño. — vuelve a decir. — nuestra familia tiene que seguir así de grande — recalca.
Niego con mi cabeza mientras se dibuja una sonrisa en mi rostro, el día pasó demasiado rápido, todos los momentos maravillosos con este pequeño son cada día llena de alegría, pasamos cada momento como si fuera el ultimo, estoy enamorada de mi hijo, somos felices con el, Thiago es un padre cariñoso y muy atento con el, no hay nada que pueda arruinar esta alegría tan placentera.
Escucho el fuerte sonido del teléfono de la casa sonar, tomó el celular que se encuentra en la habitación, pero en cuanto lo hago no escucho ni una sola voz en el momento en que contesto.
— ¿bueno? — vuelvo a repetir, una respiración es lo único que logró escuchar en la otra línea, esto se está tornando algo extraño y tétrico. — ¿hola? — vuelvo a pregunta con cierta inseguridad.
— Te voy a matar, voy a matar a tu hijo — escucho su voz en la otra línea, es el, su voz la puedo reconocer tan fácil, mi respiración empieza agitarse junto con la aceleración de mi corazón está impidiendo que pueda tranquilizarme de algún modo. — escúchalo bien, los voy a matar, ¡a ti y a tu hijo! — escucho nuevamente, niego con mi cabeza a pesar de que no pueda verme.
— No, no, no — repito con rapidez. — ¡No, por favor! — repito con desesperación agarrando el teléfono en mis manos con fuerza. — ¡NO! — grito con fuerza. —¡NO! — vuelvo a repetir con tanta intensidad.
Me levanto de golpe con la respiración rápida con cierta dificultad, llevo mis manos hasta mi cabeza, desesperada por lo que acabo de soñar, observó como él tuvo de suero está en mi mano, confundida lo observó detenidamente, dirijo mis ojos hasta el lugar donde estoy y caigo en la realidad, estoy en el hospital, me percato al instante que mi abultada barriga no está, ¿dónde está mi hijo?, busco con desesperación dentro de la habitación, pero observó a Thiago acostado en uno de los sofás que se encuentran en la habitación durmiendo no tan plácidamente, puedo notar que su posición no es tan cómoda.
— ¡Quiero ver a mi hijo! — musitó sin importarme el sueño de mi esposo. — ¿dónde está mi hijo? — pregunto elevando mi voz, en ese momento él se levanta con dificultad del sofá un tanto asustado por el ruido que lo ha despertado, en cuanto sus ojos me ven, el alivio en su rostro es reflejado, una sonrisa se dibuja en su rostro.
— Despertaste — me sonríe con ternura.
— ¿dónde está mi hijo? — le preguntó con cierto miedo de conocer la respuesta, no estoy segura que fue lo que ocurrió en todo este tiempo, ¿qué pasó con William?, ¿qué fue lo que pasó en realidad? Y lo más importante, ¿pudo sobrevivir mi hijo?, empiezo a desesperarme al no obtener una respuesta y estoy dispuesta a salir de esta habitación y encontrar a un doctor que me ayude para conocer la respuesta hacia mi pregunta, empiezo a levantarme con dificultad y de repente siento una punzada fuerte en mi vientre bajo.
— Cálmate — se acerca con rapidez, deteniéndome con sus manos. — Nuestro hijo está bien — musita agrandando su sonrisa. — Está vivo, es un milagro que haya nacido con buena salud — exhalo con alivio al saber que no hubo vive, está vivo, pero no entiendo porque no está junto a mí, a mi lado, quiero conocer a mi hijo, a mi pequeño.
— ¿dónde está?, quiero conocerlo, besarlo — hablo con cierta desesperación.
— Fueron a alimentarlo — confiesa. — Es hermoso y tan pequeño — musita con suavidad, sonrío al escuchar sus palabras, él se acerca abrazándome tomándome un poco por sorpresa. — felicidades cariño. Creí que algo iba sucederles, me dio impotencia verte en ese estado, no sabría qué hacer si tú no estás presente en mi vida — Acuna mi rostro con sus manos, mis ojos empiezan a cristalizarse en el momento en que parpadeo una lagrima rebelde recorremos mejilla. — espero que esas lágrimas de felicidad, somos padres y sé que lo haremos bien — besa mi frente y luego mis labios, yo niego con mi cabeza mientras sus labios rozan los míos.
— Yo la maté — logró murmurar con dificultad, mis lágrimas empiezan a caer con rapidez al recordar todas las palabras de su confesión tan cruel y calculadora.
— ¿de qué hablas? — arruga su frente muy confundido, no logró articular una sola palabra, un sollozo se escapa de mis labios y él me abraza nuevamente. — ¿qué es lo que ocurre, amor?, háblame, dime que es lo que ocurre — musita, inhalo y exhalo antes de poder decir algo y tratar de no quebrarme y poder contarle todo a Thiago.
— Ella murió por mi culpa — muerdo mi labio inferior evitando así que un sollozo se vuelva a escapar. — William la mato. — siento como su cuerpo se tensa al instante. — Fue mi culpa..., nunca debí meterme con ese tipo — su pulgar logra limpiar algunas lágrimas que caen por mis ojos, él niega con su cabeza.