Red de identidades

Capítulo 4⚡

Un triángulo amoroso 
Parte 1.
 


 

•••
 


 

Abrí los ojos y lo primero que visualice fue oscuridad.
 


 

Hundi las cejas en confusión y me levante del suelo frío tallandome los ojos.  
 


 

¿En dónde estoy?
 


 

Busque una salida pero no había ninguna. Solo una densa negrura. Revisé mi vestimenta y aún llevaba mi pijama de cuando llegué a casa está tarde.
 


 

Decidí caminar en la oscuridad buscando una salida. Caminé por un largo tiempo y aún seguía en lo mismo; nada. No había salida. No habia luz. Solo oscuridad.
 


 

—¿Hola?
 


 

Mi única respuesta fue el eco de mi propia voz.
 


 

Comencé a rascar mi cabello en gesto de frustración. Preguntas sin respuestas eran todo en lo que podía pensar.
 


 

¿En dónde estoy?, ¿Qué hago aquí?, ¿Cómo llegué a este lugar? 
 


 

Preguntas y más preguntas me invadían junto la impotencia de no saber que estaba sucediendo.
 


 

Hasta que paso.
 


 

Estaba parado en la nada cuando escuché un susurro. No distinguía aquella voz, ni lo que estaba diciendo, pero bastó para que pudiera seguirla.
 


 

Susurros leves que se intensificaban con cada paso que daba. No tenía idea de dónde podría provenir aquella voz pero lo usaría como una guía. Tal vez si encontraba a la persona de los susurros silenciosos podría pedirle que me explicase que pasaba.
 


 

Me detuve en seco cuando los susurros cesaron. Decepcionado y desesperado por aquello comencé a  enloquecer.
 


 

¿Hola? Por favor ayúdenme, no sé en donde estoy—Mascullé desesperado.
 


 

Nadie respondió.
 


 

¡Ayuda!.
 


 

Otra vez lo intenté y nada.
 


 

¡No sé que mierda hago aquí pero quiero irme!... ¡respondan, maldita sea!
 


 

Shhh— Sentenció una voz ajena a la mía.
 


 

¿Cómo qué "shhh"? ¡Saquenme de aquí!—Acoté con enfado.
 


 

Aquella angustia y frustración fue reemplazado por ira y desesperación.
 


 

De repente, en el fondo de la inmensa oscuridad se reflejó un destello de luz. Sabía que tenía que ir hasta allí y no lo pensaría dos veces.
 


 

Mientras más caminaba la adrenalina crecía con cada paso. Estaba confundido, anonado  y una idea me cruzó por la mente haciéndome detener en seco.
 


 

¿Y si había muerto? 
 


 

Y a raíz de esa pregunta crecieron otras:
 


 

¿Y si era un sueño?
 


 

¿Así era el cielo? 
 


 

¿Me iría tan pronto? 
 


 

¿Sin saber cómo?
 


 

¿Estaba en el infierno?
 


 

Muchas preguntas estaban carcomiendo la poca razón que tenía y sabía que la necesitaría para afrontar esto.
 


 

Y entonces la vi.
 


 

De aquella luz salió una pequeña niña. Caminaba con seguridad y con pasos rápidos. A medida que se acercaba pude fijarme en que llevaba puesto un vestido blanco. Lo supe por como aquel color brillaba en la oscuridad.
 


 

Por unos microsegundos maquine un plan; pedirle ayuda. Era fácil, claro pero ¿y si quería herirme? ¿Acaso es un demonio? Entonces creé el plan B: Meterle una patada en la jeta.
 


 

Ya con mi planes en mente esperé a que se acercara. 
 


 

Ella se detuvo a unos centímetros de mí. Dispuesto a saber quién era ella y el porque estábamos aquí; abrí la boca para hablar. No llegué a completar la oración cuando me interrumpi con su acto.
 


 

La niña estiró su brazo esperando a que yo le diera la mano. 
 


 

—¿Qué? ¿Ahora quieres dar un paseo? ¿O me darás un tur? — Pregunté con notorio sarcasmo.
 


 

La niña emitió una pequeña risita y me miró.
 


 

Ven. Te llevaré con ella—Propuso aún con su brazo esperando.
 


 

Me encorve un poco para tomarla, ya que, la diferencia de altura era descomunal. Y me guío a través de la oscuridad para mostrarme la luz.
 


 

¿Y quien es "ella"?— Pregunté cuando estabamos cerca.
 


 

Se tomó su tiempo en responder pero cuando por fin lo hizo me dejó atónito:
 


 

Ella es la chica a la que Phil ama.
 


 

¿Que mier...?
 


 

La miré con cara de: wtf? Pero ella me ignoró.
 


 

¿Y eso que tiene que ver conmigo? ¿Seré su chaperón?—Indague en busca de respuestas.
 


 

No.
 


 

¿Entonces?—Está niña ya me esta sacando la mala leche; pensé.
 


 

Camina y calla—Ordenó con hastío.
 


 

¡Esta carajita...!
 


 

No le dirigí más la palabra. En parte porque sabía que si seguía hablando quedaría más confundido y porque ya me estaba hartando de ella y estoy seguro de que el sentimiento es mutuo.
 


 

Llegamos a la luz y entramos en ella.
 



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En el texto hay: accion, contenido +18, humornegro

Editado: 22.09.2020

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