Red de Mentiras

Capitulo 5

Clara sintió como si una parte vital de sí misma estuviera irremediablemente perdida. Se estremeció y se percató de repente que era el centro de atención. Los comentarios y miradas eran ávidos. Mantuvo el mentón en alto mientras se dirigía al corredor en retirada. Su único deseo era estar sola y encontró refugio en el baño del primer piso.

Cerró la puerta. Por un momento ella fue especial para alguien. No sabía quién era, pero no importaba. Al menos por un rato volvió a sentirse viva. Fue vigorizante, maravilloso. Un resplandor en sus horas más obscuras.

Apenas en este instante empezó a temblar al darse cuenta del riesgo que corrió al complacerse de este modo. Pero la suerte estuvo de su parte. Leonardo no lo sabía. Dudaba que pudiera enterarse. Aunque así fuera, no lamentaba esos instantes en que una especie de magia había entrado en su vida disfrazada de hombre de ojos azules y cabello oscuro. Nunca volvería a verlo, pero no era posible olvidarlo.

Suspiró y se sobrepuso. Ella lo despidió porque no tuvo otra alternativa. Estaba comprometida con Leonardo. No tenía lugar para…sueños sin esperanza. No obstante, sonrió consigo misma, puesto que él se fue conociéndola sólo como una mujer que lo atraía, que le agradaba y ahora había alguien que sabía cómo era ella en verdad. La realidad era un poco más soportable por eso.

Clara revisó su maquillaje, encontrando sus mejillas ruborizadas y brillo en sus ojos. Esperaba que Leonardo no lo notara. Se descorazonó un poco al percatarse que a esa hora cualquiera podría estar feliz por informar a Leo que ella bailó con el extraño. No podía hacer nada al respecto, excepto enfrentarlo si se daba el caso. Así que volvió a bajar.

Leonardo estaba en el corredor, obviamente esperándola. Su rostro expresó su disgusto. La forma en que la tomó del brazo lo subrayó. Ella palideció un poco, pero se negó a atemorizarse.

—¿Qué tramabas, Clara? —preguntó él, clavándole los ojos grises.

—¿Tramaba? —indagó tranquila, pero su mente se agitó son violencia. ¡Oh, Dios! ¿Qué sabía él?

—Alguien me dijo que creyeron verte corriendo hacia acá —la observaba con intensidad.

Clara respiró otra vez. Ese alguien no tuvo el valor suficiente para revelar el asunto. Se mantuvo serena.

—Yo nunca corro, Leonardo, pero tenía prisa. Pensé que había manchado mi vestido y subí a arreglarlo. Eso es todo —mintió con facilidad.

Leonardo la escudriñó por un tormentoso segundo antes de relajarse y sonreír.

—Más vale que eso haya sido todo, querida. Ahora ven, quiero presentarte a una persona.

El le pasó el brazo por la cintura, apoyando la mano de manera posesiva sobre su cadera. Por un instante Clara carro los ojos y el alivio luchó con el horror que siempre amenazaba en estas ocasiones. Luego bloqueó todo sentimiento, lo que le permitió seguir adelante. Pasaron de un grupo a otro mientras Leonardo buscaba entre las concurridas habitaciones. Al fin la mano en su cadera apretó un momento y ella supo que Leonardo había localizado su objetivo y algo más. Ese encuentro era muy importante para él. Estaba casi feliz, aunque con emoción reprimida.

Clara se movía obediente con la presión. Al principio no pudo ver hacia quién se dirigían, luego la multitud se separó y vio que era a un grupo que se encontraba por la puerta de la terraza. Ella se preparó para la reunión, sabiendo que enfrentaría la acostumbrada rivalidad masculina, las miradas salaces y cuchicheos a los lados.

—Pablo.

Al sonido del nombre, el grupo se dividió, dejando a Clara mirar directo a los ojos del extraño. Sus labios se abrieron en un silencioso jadeo de consternación.

Vio el instantáneo reconocimiento en el rostro del hombre, el gusto; luego él se volvió a ver a Leonardo. La incredulidad y conmoción que ella percibió en esa mirada hicieron que se le cerrara la garganta y el dique que bloqueaba sus sentimientos se vino abajo. Lentamente los ojos azules regresaron a Clara, quien palideció ante el frío desprecio que había en ellos...



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En el texto hay: familia, romance, engaños.

Editado: 24.12.2025

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