—Si fuera tú, me pondría un desinfectante.
—Gracias, lo haré.
—Siento que te haya tocado esta parte del temperamento de Pablo. Ha estado bajo mucha presión.
—¿De veras? —preguntó Clara.
—Nunca lo he visto comportarse tan rudo como ahora. ¿Te molesta si te hago una pregunta personal? ¿Ha pasado algo entre los dos?
—Sí, nos conocimos, y al instante nos odiamos. ¡No me digas que no lo habías notado!
—Probablemente se disculpará más tarde.
Leonardo se beneficiaría de sus actos ya que de allí en adelante sentiría una gran satisfacción al lograr el fracaso rotundo de la película. Clara sintió que mejoraba su estado de ánimo y se levantó.
—Deseo refrescarme antes del almuerzo. Si quieres, vamos y te demuestro tu habitación —le indicó a Julia.
La comida no fue agradable. Pasaron la tarde bajo la dirección de Pablo estudiando varias escenas que se filmarían en la casa. Al final todos estaban nerviosos. Clara leyó su parte sin vida y Pablo no intentó usar su anterior táctica.
—Está bien, este es el plan. Los camarógrafos llegarán mañana y les tomará unos días preparar el equipo. Para ese entonces ya habré decidido qué cuartos usaremos para efectuar las escenas. Así que, a menos que los necesite para el vestuario, aprovechen este tiempo para visitar y ver los paisajes.
—¡Caramba! Siempre he ansiado conocer…¿en dónde estamos? —dijo Miles.
—Tu no, Clara —la voz de Pablo la detuvo—. ¿Podrías cerrar la puerta por favor? ¿Esperabas que me disculpara por lo de en la mañana?
—No
—Da lo mismo, lo haré. Acostumbro mantener al margen del trabajo mis sentimientos personales. Trataré de no mezclarlos en el futuro.
—¿Y eso fue una disculpa? No lo haces por tus opiniones, sino sólo por decir las cosas en público. Discúlpame por sentirme frustada ante tu generosidad. Si es todo, creo que iré a recobrarme del impacto.
Pablo se volvió enfadado.
—No, no es todo. Aclaremos las cosas. Estamos aquí para trabajar y eso es lo que vamos a hacer. Te sugiero tomes el libreto y lo estudies detenidamente, página por página, para que cuando ensayemos, ya te lo hayas aprendido. ¿Entendido?
—Perfectamente.
—Entonces, te puedes ir —la despidió.
Clara tomó el guión y salió. Deseaba azotar la puerta a ese altanero, pero no era posible. La frustración creció dentro de ella y pensó que algún día él lo iba a lamentar.
Leonardo entró en su cuarto mientras ella aseguraba sus pendientes de diamantes en forma de gota. La cena era siempre formal aunque él insistió en que se arreglaran de manera especial para celebrar el inicio de la película, por lo que decidió usar falda recta y blusa entallada de satén color azul que resaltaba su figura. El maquillaje era perfecto y su cabello lo recogió en un moño estilo francés. Todo le daba un aire arrogante y seductor.
La joven vio a Leonardo acercarse por el espejo, su corazón se aceleró como sucedía siempre que él llegaba. Se paró detrás de ella, puso sus manos sobre los hombros de Clara y observó el reflejo de su figura. Su mirada brilló al seguir el escote del vestido.
—Oí que la grabación empezará en un día o dos. ¿Te sientes emocionada, cariño?
—No —dijo llanamente, mientras alcanzaba el collar que hacía juego con los pendientes.
Leonardo sonrió, tomó la cadena y la abrochó dejando correr sus dedos por su espalda hasta que ella se estremeció.
—Ensayaste hoy también, ¿cómo te fue?
—Muy mal —admitió ella y subrepticiamente observó su reacción.
—Y, ¿cómo lo tomó Pablo?
Clara supo que su respuesta era importante por la forma suave en que preguntó.
—Como podrías esperarlo, se molestó —ella dudó en preguntarle por qué tenía que ser así cuando detestaba tanto a Pablo Roque; sin embargo, se detuvo al observar el malévolo silencio de Leonardo.
—Perfecto. Confío en que hagas que así continúen las cosas. Ahora vamonos, pues debemos atender a nuestros invitados. Cariño… —le ofreció su brazo el cual ella tomó y le permitió que la escoltara. Cuando descendían por la escalera, el continuó diciéndole:
—He estado pensando, mi querida Clara, lo útil que resultará que acompañes a Pablo por sus recorridos en la casa como mi representante; de no ser por presiones de trabajo, lo haría yo mismo. La idea me fascina y me interesa saber cómo intenta proseguir con la investigación.
—¿Proseguir en que? —preguntó Clara frunciendo el ceño. —Con la búsqueda del lugar correcto para la filmación —habló con suavidad y luego sonrió por la broma, lo que dejó a Clara confundida—. He estudiado este asunto por años aunque no tan detallado como Roque, estoy seguro, y ya debes haberte dado cuenta, de que él cree que Ruth Maxwell es inocente. Me encantaría saber por qué lo «ee así y cómo intenta probarlo. Tú sabes lo reservados que son estos tipos, no dirá una palabra. Tal vez, querida Clara, logres lo que yo no he podido.
—Haré lo que pueda —respondió la joven sumisa.
—Sé que lo harás y hay algo que debes cambiar. He notado una cierta frialdad de tu parte hacia el señor Roque , la cual debe desaparecer. No averiguarás nada si eres tan fría. Sé amistosa, querida. Obten los resultados que deseo y tal vez te dé el regalo que tanto has deseado —concluyó dando por hecho que ella aceptaba...