Red de Mentiras

Capítulo 16

La cena fue todo un éxito. Leonardo era un anfitrión encantador. Clara observó cómo el hombre deslumbraba a sus invitados con su ingenio y simpatía. Se dio cuenta cómo alimentaba los egos de los chicos y que trató a Jenny como si fuera un abuelo indulgente. Sólo Pablo y Julia permanecieron intocables. La trigueña, por alguna razón personal, se mantuvo reservada y Pablo reclinado en su silla observaba lo que sucedía a través de sus impenetrables ojos azules.

Al toparse con la mirada de Leonardo, Clara se percató de que no realizaba su papel de anfitriona y que su obligación era entretener a Pablo. Un tanto insegura se volvió hacia él.

—¿Has hecho muchas películas, Pablo? —preguntó un tanto desanimada.

—Algunas —contestó sarcástico.

—¿Son historias de crímenes también?

—Algunas —replicó con una sonrisa burlona.

—¿Son historias de crímenes también?

—Algunas —replicó con una sonrisa burlona.

—Estás siendo difícil intencionadamente —añadió Clara con una mirada molesta.

—¿Qué te sucede? —preguntó Pablo con suavidad.

—Estoy tratando de ser amable. Podrías al menos corresponder.

—Disculpa. Dime, ¿cuántos rompecabezas armas en una semana?

—¿Rompecabezas?

—Sí, tu sabes, las pequeñas piezas que encajan entre sí y juntas forman una figura…

—Sé lo que es un rompecabezas. ¡Gracias! —replicó Clara.

—También Marión Davies. Leyenda en la que, de acuerdo a Welles, ella resolvió un buen número mientras esperaba el placer de sus amantes —aclaró Pablo.

—Veo que volvemos a lo mismo —dijo la joven sonriendo forzada para el beneficio de Leonardo.

—¿Más vino? —preguntó el hombre.

Clara le acercó su copa.

—Estoy tratando de agradarle, señor Roque, pero lo está haciendo muy difícil —añadió con frialdad.

—Sí, ¿por qué? —la vio con fingida sorpresa.

Clara hizo su silla hacia atrás para dar por concluida la cena, Pablo bajó su mano, la posó sobre la de ella y la detuvo. Sus miradas se cruzaron. La de Pablo era vivaz y sonriente.

—Más suerte para la próxima —agregó con suavidad y la dejó ir.

No habrá una próxima vez pensó furiosa, mientras salía con Jenny y Julia. No habían ido más alia de la puerta, cuando se dio cuenta de que sí la habría y que era necesario complacer a Leonardo. Sintió como si viviera una pesadilla.

Durante el café, Jenny fascinada habló de cómo se sintió con su anfitrión. Clara escuchó preocupada ya que la chica reveló lo encantada que se sentía y se dio cuenta del peligro real, pues Jenny veía a Leonardo como una especie de príncipe y no el demonio que realmente era. Deseó que fuera su imaginación y se prometió que no permitiría que destruyera a una inocente si él intentaba conquistar a la joven, sin importarle las consecuencias.

Cuando los señores se les unieron, Leonardo pasó su brazo sobre los hombros de Clara y con la mano en que portaba un gran anillo de rubí, acarició la piel mientras conversaba. Clara hizo un esfuerzo para relajarse y dejarlo. A pesar de tratar de no mirar a Pablo sintió su mirada que la atraía como un imán hasta que levantó los ojos. Pablo no disimuló su satisfacción y ella se ruborizó.

—Clara me dice que no te fue de gran ayuda —comentó Leonardo preocupado.—Creo que tienes razón —confirmó Dick de inmediato.

Leonardo dirigió su mirada hacia él y luego a Pablo.

—Sé que Clara no tiene la experiencia necesaria y estoy seguro de que pondrá su alma y corazón en esto ya que para ella es de vital importancia.

Los azules ojos de Pablo se detuvieron en los ojos color violeta de Clara.

—De ser así es posible que puedas persuadirla para que repita su mejor actuación. Esta mañana, en cierto momento, fue casi brillante —remarcó con tono afable.

—¿De veras? —inquirió Leonardo con agrado y miró a Clara sonriendo—. Después hablaré con ella. No me agradaría que nada se eche a perder ahora.

Las horas siguientes fueron pesadilla. Clara aparentó serenidad aunque sabía que tan pronto como estuvieran solos, Leonardo le exigiría una explicación. Cuando Pablo y los demás se retiraron a sus habitaciones, Leonardo la vio fijamente y no le permitió que se retirara. Su silencio frío y prolongado la obligó a hablar.

—Me temo que si produje ese efecto en Pablo, fue por accidente.Me hizo disgustar. Fue un error y no volverá a suceder, lo prometo.

—Por ti misma, espero que no —le dio una bofetada y agregó—: que te sirva de recordatorio. Bien, puedes irte a dormir, querida.

Con los labios apretados y temblando, salió y cerró la puerta. Doblegada por el miedo, llevó su mano a la mejilla y lágrimas de rabia brotaron de sus ojos. Todo era culpa de Pablo. La despreciaba tanto, que no resistía el mofarse de ella. Le dio un motivo más para vengarse de él...



#2799 en Novela romántica
#947 en Chick lit

En el texto hay: familia, romance, engaños.

Editado: 24.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.