Red de Mentiras

Capítulo 20

Su tensión fue en aumento desde que subió a cambiarse. En unas horas todo habría terminado. La filmación continuaría, pero al hacer lo que le indicó Leonardo, tal vez la dejaría ir. Deseaba recuperar su autoestima antes que fuera demasiado tarde.

Tomaban café en el recibidor. Leonardo llevaba la conversación como deseaba, cuando Pablo empezó a hablar. —Si no te importa Leonardo, me gustaría que Clara viniera un rato conmigo, pues es necesario discutir algunas cosas con ella lo antes posible —solicitó con su encantadora sonrisa. Clara aún no le decía nada a Leonardo. —Claro, adelante, mi querido Pablo. Estas dos damas serán una grata compañía —señaló a Julia y a Jenny—. No la detengas mucho pues soy celoso cuando se trata de Clara.

—Como haría cualquier hombre afortunado que la posea —Pablo inclinó la cabeza—. Te la regresaré tan pronto como sea posible.

A Clara no le agradaron sus palabras; sin embargo, no lo demostró y se levantó. Una mano sobre su brazo la hizo volverse. Era Leonardo quien con la mirada le advertía "no olvides que confío en ti". Logró dibujar una sonrisa y Leonardo la soltó.

—Usaremos la biblioteca —propuso Pablo al poner la mano sobre el hombro de la joven.

La biblioteca era una habitación de buen gusto con sillas y sillones de piel, apropiados para acurrucarse con los pies arriba y leer alguno de los libros de los estantes. Pablo encendió las lámparas de mesa y apagó la luz principal. La habitación se transformó en un lugar íntimo.

—Así está más agradable —declaró satisfecho. La miró y le ofreció un brandy al tiempo que jalaba la bandeja de las bebidas.

—No, gracias —rechazó Clara y lo observó tensa.

Con el vaso lleno, Pablo se sentó en uno de los sillones y cruzó las piernas.

—Ven a sentarte. Parece como si estuvieras lista para huir. No tienes motivo para ello, ¿o sí? —preguntó con una inflexión de burla.

Clara se sentó en el sillón más cercano y esperó a que él le hablara. La mirada de Pablo la hizo sentir incómoda y para controlarse se levantó y se puso a mirar los libros.

—¿Pasa algo malo? —inquirió Pablo con curiosidad.

—Nada…es sólo que pensé que vinimos a hablar —agregó tensa.

—¿Cuál es la prisa?

—Oíste a Leonardo.

—A él no le importará esperar esta noche. Sin embargo, ya que estamos aquí, no hay razón para demorarse.

—Así es —aceptó la joven de inmediato.

—Pues bien, cambié de opinión. Como ya viste, el personal dejó todo listo antes de lo que esperaba, así que no habrá vacaciones, empezaremos a ensayar de inmediato. Tendrás las hojas amarillas esta noche —dijo con firmeza.

—¿A eso me trajiste aquí"? —dijo insegura y extrañada.

—¿Esperabas alguna otra cosa? —preguntó tranquilo.

—Sabes que sí.

Pablo se levantó y se aproximó a la joven con gracia felina.

—¿Como qué? —lanzó la pregunta al detenerse a unos cuantos centímetros de ella.

—Me dijiste que me darías la prueba —comentó humedeciéndose los labios.

—¿Yo? —se burló.

—Sí, —insistió, luego tartamudeo—. Eso es…

Pablo se movió y la atrapó con sus brazos.

—Recuerdo haber dicho que vería si valía la pena decírtelo. Aún no lo sé. ¿Tal vez tú me podrías convencer? —sus ojos azules recorrieron su cara y se detuvieron en sus labios.

Clara sintió que le faltaba el aire al darse cuenta que no lo engañó ni un sólo momento. Más bien él la engañó a ella. Se enfureció y levantó los brazos hasta su pecho para empujarlo.

—Ya fue suficiente, ya te divertiste. Tú ganaste. ¡Déjame ir!

—¿Cómo puedo si aún no lo sé? —se rió.

—¿No sabes qué? —preguntó respirando con dificultad.

—Qué tan lejos estás dispuesta a llegar para obtener la información que desea Leonardo—agregó con suavidad y ella pudo sentir el cálido aliento con olor a brandy sobre sus mejillas. Pablo notó su preocupada expresión y rió con dureza.

—¿Creíste que era un tonto? Ayer me odiabas y hoy eres mi amiga. Tu querías algo, así que te di suficiente cuerda para que te ahorcaras sola.

—¡Malvado! —dijo con lágrimas de frustración.

—De acuerdo, y, ¿tú qué eres? Harías cualquier cosa por Leonardo, así que veamos hasta dónde te lleva esto Clara. Si tú me das suficiente, te lo podría decir en este momento. ¿Aún deseas saberlo? ¿Lo averiguamos?

Pablo la besó como castigo. Débiles quejidos quedaron atrapados en la garganta de Clara. Pablos la atrapó fuerte con sus brazos, uno en la cintura y el otro en la cabeza con los dedos hundidos en el cabello sujetando su cabeza contra él...



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En el texto hay: familia, romance, engaños.

Editado: 24.12.2025

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