Memorizarla fue tan fácil
La alarma de mi móvil sonó, pero no me despertó porque ya estaba despierto por una mala noche en que mis pensamientos no me dejaron tranquilo. Era el penúltimo semestre de preparatoria, uno más y pronto tendría que ir a la universidad, lo que no era la gran cosa cuando no sabes qué hacer con tu vida como yo, quien siempre le fue más fácil culpar a su padre y a su actitud indiferente por ello, pero en el fondo todo el tiempo sentía que estaba mal.
“Eliam, baja a desayunar.”
Mi madre falleció hace dos años así que me mudé con mi padre a quien solo veía cada verano desde hacía cinco años porque se divorció de ella porque querían “cosas diferentes.”
Tomé mi celular para revisar mis mensajes y vi entre ellos los de mis amigos Dorian y Marcus, pero también los de mi novia con quien empecé a salir este verano, ella terminará la preparatoria en la misma que yo porque se mudó hace poco por trabajo de su madre.
—Gracias, papá —dije sin mucho ánimo—. Recuerda nuestro trato para este semestre.
Oí su suspiro aun cuando estaba dándome la espalda.
—Y tú recuerda el nuestro, Eliam. —Volteó a verme serio—. Te expulsaron de tus anteriores escuelas y el semestre pasado tuviste varios líos pequeños, pero no pienso seguir solapándote este semestre…
—Lo sé, lo sé, internado militar.
— ¿Cuándo vas a entender que no fue culpa mía la muerte de tu mamá?
¿A qué diablos venía esa pregunta?
Apreté mi mandíbula para no responderle algo que seguramente tenía muchas ganas de decirle, pero que luego me sentiría mal por haberlo hecho de ese modo.
—Han pasado dos años, ¿cuándo dejarás esa actitud?
Parecía que no iba a dejar el tema así que, si quería hablarlo, entonces íbamos a hacerlo.
—No debiste abandonarla de esa forma, tenían casados quince años y de repente, ¿querían cosas diferentes? —Lo miré molesto—. ¡Tú querías cosas diferentes! Pero no tuviste el valor de decirlo antes… antes de querer estar con alguien más.
Bajó su cabeza avergonzado y me asintió, algún punto de mis palabras rencorosas debía tener razón y eso lo hacía amargamente peor. Me levanté de mala gana y me fui a la camioneta, esperé en el asiento trasero mirando por la ventana el cielo azul claro carente de alguna nube, lógico porque era verano todavía.
Mi padre subió y arrancó para irnos a la escuela. Le dije que se detuviera a una cuadra de la preparatoria para bajarme ahí porque había un secreto que excepto mis amigos, nadie conocía.
— ¿Esto es necesario? —Preguntó desganado—. ¿Acaso ninguno de tus amigos sabe?
—Te veo luego.
— ¿En el almuerzo?
—No lo creo, señor director.
— ¿No notan el apellido? —Frunció su ceño burlón.
—Hay muchos Montgomery por el mundo, además el apellido del director se olvida rápido —contesté sarcástico y azoté la puerta.
Caminé durante toda la cuadra con los audífonos puestos, no me preocupaba llegar algunos minutos tarde porque era el primer día y hasta los maestros se retrasaban.
En la entrada me encontré a Marcus con Zack y me saludaron con bromas como era costumbre de Zack.
— ¡Viejo! Te ves más sexy que el año anterior. —Mordió su labio y me guiñó el ojo—. Quizá sea el corte de cabello, a las chicas les encantará.
Me reí hasta que Marcus me puso su brazo en los hombros para despeinarme con su mano.
—No lo creo, Zack, este chico…
— ¿Chico? ¿De qué hablas? —Protestó jocoso Zack—. Eliam Montgomery ya es todo un hombre, esos dieciocho gritan soy legal y puedo beber alcohol.
Los chicos se emocionaron por la misma razón cuando supieron que era un año mayor que la clase: alcohol legal. Claro que no era mi estilo así que no les hacía caso.
—Bien, ya basta —ordené riéndome—. Me están despeinando ambos.
Marcus subió a su nuevo salón en el edificio C mientras que Zack y yo seguimos de largo por la explanada para el siguiente edificio, al hacerlo miré hacia la planta alta del edificio C en donde teníamos nuestra viaja aula; resulta que cada semestre teníamos una distinta y esta vez la nuestra estaría al extremo del edificio D que era de una sola planta y estaba frente a la cafetería prácticamente.
Cuando entré, Maurice, Dorian y otros chicos se acercaron a saludarme así que correspondí a sus abrazos con palmadas en la espalda y luego sentí un pequeño empujón atrás.
“Disculpa.”
Con las risas y voces en alto de los que me rodeaban no pude reconocer quien habló atrás de mí y cuando di una mirada ya no había nadie, supuse que ya había pasado de largo. Cuando se dispersaron por salir a los escalones frente al aula, logré ver mejor el resto del lugar y vi hasta al fondo a Emily con Arely y Alya platicando con otra chica que no alcanzaba a ver porque estaba en medio de las tres.
— ¿Quién… es ella? —Le pregunté a Dorian en voz baja.
— ¿De quién hablas?
—La chica que está con Emily aparte de Arely y Alya.
Dorian me miró extrañado y eso me extrañó a mí, pareciera que le sorprendía que no supiera quien era.
—Es… Allena —respondió despacio.
Alcé la vista hacia las chicas y entonces presté más atención, el mismo cabello rojizo solo que más largo y ondulado estaba ahí; Arely se agachó a recoger algo y fue como pude ver el rostro de Allena.
Nariz pequeña, ojos almendrados, piel pálida y labios rosados, todo estaba ahí.
—Yo tampoco la reconocí a la primera, su cabello es más ondulado y luce más delgada…
Tenía a Dorian hablándome, pero dejé de oírlo cuando la vi reír con las chicas y volví a tener esa sensación extraña recorriendo mi piel como electricidad. Me había olvidado de Allena en el verano después de que nunca respondió mis mensajes y llamadas durante una semana luego de que me quedé esperándola en los asientos de la plaza durante nuestra primer y única cita, pero ahí estaba ella nuevamente, a tan solo tres metros de distancia.
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Editado: 02.02.2025