Lamentarla era como desear
¿Me iba a arrepentir de eso? Era probable, pero ¿qué más podía hacer?
Estaba tumbado en la cama todavía, ni siquiera la había tendido, llevaba veinte minutos «quizá más, el tiempo es subjetivo… ¿o eso era el arte?» reflexionando sobre mis actos y sus consecuencias futuras, lo cual no debió ser buena idea dado el momento en que quise hacerlo.
—Eliam, ¿no te has vestido para ir a clases?
El tono de reclamo de mi padre… un sonido peculiar que curiosamente escuché mucho durante mi época rebelde «que él dice no haber terminado». Me incorporé y lo vi parado en el marco de la puerta viendo su costoso reloj que le dio su novia Blanca por su cumpleaños, si tuviese trece seguro se lo hubiera robado para venderlo por una miseria a algún tipo en la calle, pero con dieciocho… seguro me llevarían a prisión.
—En un momento bajo.
Después de darme una ducha rápida y vestirme a la velocidad de la luz, no me quedó más que juntar mis cosas y meter en mi mochila algo insignificante, pero que me llevó a reflexionar sobre que tanto apreciaba mi vida durante la noche anterior y esta mañana.
«Solicitud para el concurso artístico
Participante: Allena Ramsey…»
—Allena me matará si entrego esto.
¿Quieres que Allena te odie más, idiota?
Allena ya me odiaba, no tenía más que perder, queridos pensamientos intrusivos.
Tomé valor y terminé de llenar la solicitud con datos que eran de dudosa veracidad. Bajé a robar algo para desayunar en el camino, pero en la puerta escuché a mi papá hablando con alguien y por su voz supuse que era Blanca.
—Sé que no te gustará la idea, pero ¿no has tratado de conocerla? Quizá no sea una bruja como crees, tu papá es feliz con ella, ¿no?
—No es tan simple, Melanie —repliqué un tanto rudo y me sentí mal—. Lo siento, sé que lo dices con buena intención, pero es que no me molesta que quiera rehacer su vida, es solo que…
… ¿por qué justamente con ella?
—Buenos días, Eliam —saludó sonriente.
Blanca era una mujer muy atractiva, piel apiñonada y cabello azabache, también era unos años más joven que mi papá, pero era empresaria y dueña de una constructora muy reconocida en la ciudad donde se creó.
—“Bonos das” —dije comiendo que apenas si se entendió y le causó gracia a Blanca—. Disculpa, buenos días.
Busqué una fruta entre el frutero mientras fingía no oírlos, aunque tampoco es que dijeran gran cosa, era algo sobre una inversión que ella quería hacer. Hace unos años investigué un poco a Blanca cuando supe que salía con mi papá, según internet era una mujer exitosa y muy estudiada que poseía más de diez sucursales de su constructora regadas por el país, también hacía donaciones y había participado en proyectos importantes, además se codeaba con peces gordos, toda una mujer de la mafia dije yo aquel entonces.
Odiaba admitirlo, pero Blanca era una mujer que admirar y eso me enfadaba más.
—Me iré ya —avisé ya en la puerta.
— ¡Eliam! Aguarda —se escuchó ansioso—, Blanca se ofreció a llevarte a la escuela hoy.
—Si no te molesta —añadió tímida viéndome.
—El auto se averió así que llamé al taller mecánico y esperaré a que lleguen, además se te hizo tarde para que tomaras el autobús.
También odiaba admitir que ese señor ahí parado con su buen traje y fragancia cara tuviera razón, justo como en ese momento.
—Bien, gracias.
Blanca sonrió inmediato y apenas me di cuenta cuando tomó su bolso porque ya estaba junto a mí abriendo su auto.
Al entrar a él me llegó el aroma a flores proviniendo del aromatizante puesto en la ventila del aire acondicionado, olía bien. El camino fue incómodo, ella quería hacerlo más agradable y preguntaba de vez en cuando, pero solo le respondía con monosílabos o hasta con los hombros, incluso empecé a sentirme mal por ello.
— ¿De verdad se averió el auto o fue una excusa que él inventó?
El semáforo estaba en verde aún y el enfrenón que dio de repente casi hacía que nos pasara un auto encima.
— ¡Cielos, Blanca!
—Oh, maldición —murmuró bajando la cabeza—. Perdóname, Eliam, no quise asustarte…
—No lo hiciste.
Sí lo hizo.
—No me asusto fácilmente.
En realidad, algunas películas de terror dirían lo contrario.
— ¿Estás bien? —Me miró preocupada.
Ella iba al volante, ella estaba temblando, ella estaba pálida, ella estaba asustada, que digo, aterrorizada, ¡en shock! Y aun así, ¿me preguntaba a mí si yo estaba bien? Si no fuera porque sabía que quería quedar bien con mi padre, hubiera creído que estaba actuando como una… madre.
—Sí, ¿y tú? Estás temblando.
—Oh. —Se sonrió avergonzada y volteó a ver el volante—. No es nada, descuida, será mejor que nos apresuremos o llegaremos tarde.
—Tampoco es que el señor director no pueda poner una excusa creíble —repliqué a la ligera sin darme cuenta de a quién se lo dije.
—De verdad no te gusta ser hijo del director de tu escuela —expresó riéndose.
¿No le molestó mi broma? ¿Ni mi sarcasmo? Qué raro.
— ¡Llegamos! Sanos y salvos —bromeó y guiñó un ojo.
Viéndola así, no parecía ser una bruja, pero… ¡¿qué estaba diciendo?!
—Sí, gracias.
No esperé a que dijera otra cosa buena y gentil, me salí enseguida de una forma tan torpe que hasta mi mochila se cayó y la solicitud de Allena se salió de ella.
—Eliam, ¿estás bien? —Preguntó viéndome desde el auto porque no cerré la puerta.
Por responderle y verla, perdí de vista la solicitud que se empezó a volar, pero por suerte se detuvo cerca en un arbusto al que corrí para tomarla, luego celebré como tonto por recuperarla y sentí que me observaban… ¡Allena había llegado y me vio!
¿Actuar como gente normal o huir como tonto?
Corrí de regreso al auto y me metí antes de que Blanca arrancara.
—Carajo, carajo, carajo —murmuré agitado—. ¿Habrá visto la hoja? Allena me matará…
— ¿Allena era la chica de la entrada? ¿Es tu novia?
¡NO PUEDE SER! ¡Olvidé que estaba en el auto de Blanca!
—Ah… no, no, no —negué igual de torpe que como actué antes—, es una…
Exactamente, ¿qué era Allena mío? ¿Una amiga? ¿Una simple compañera? ¿Una conocida? No puedo decir exnovia porque solo tuvimos dos besos y… ¿media cita?
—Lo has pensado mucho —comentó con gracia—. Es linda.
—Supongo.
— ¿Supones? —Me miró sonriendo—. Estás nervioso y no sabes que es ella para ti, pero supones que es linda, ¿no te parece curioso?
— ¿Qué cosa?
—Lo mucho que debe estar ella en tu mente que ni siquiera puedes pensar bien. —Suspiró cerrando sus ojos un momento y luego sonrió más despacio—. Deberías invitarla a una cita o al menos, decirle como te sientes, a veces la solución a nuestros dilemas es más simple de lo que queremos que sea.
Asentí callado, no sabía bien con qué más responder.
Camino a la clase «a la que claramente llegué tarde» me quedé pensando en varias cosas, una de ellas fue que había hablado con Blanca de algo ¿profundo? y no sentí la necesidad de estar a la defensiva; lo segundo fue que tenía un dilema y Allena era mi dilema; lo tercero era que Blanca tenía razón y la solución a él era simple.
Si Allena me iba a odiar, que fuera por buenas razones y por razones justificadas.
Pasé a las oficinas buscando a la señorita Sweeney para entregar la solicitud de Allena, la cual no sabía que hizo porque no la hizo. Rumbo a mi aula vi a Marcus en el pasillo, lo saludé con la mano y me hizo una seña rara que significaba algo como hay que hablar o algo así me tradujo por mensaje.
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Editado: 09.03.2025