Que ese amor puede ser tan fuerte
Antes de poder llegar a la biblioteca me encontré con mis amigos de otro salón, el día de clase había acabado y todos se estaban yendo «excepto estas pobres almas», me detuve a despedir a Marcus y detrás de él venía Melanie con sus amigas.
Fue extraño, el semblante de Melanie cambió rápido tan pronto movió la dirección de su mirada hacia atrás mío, volteé despacio para ver lo que ella y resultaba que Allena venía conmigo, aunque a unos pasos más lejos.
— ¿Vas a quedarte en la biblioteca? —Me preguntó Marcus inquieto por ver a Allena atrás con otras chicas—. No creo que sea buena idea —susurró.
— ¿Qué no es buena idea? —Inquirió Melanie sonriendo de nuevo—. ¿Harán algo?
—Ah, no. Me quedaré en la biblioteca para trabajar en un proyecto.
— ¿Y de qué es el proyecto? —Intervino Jude con una ceja alzada—. Melanie podría ayudarte, estaba emocionada de que fueran al estreno…
—Filosofía, Jude —le dije tajante y con mala cara. Me estaba hartando—. Lo siento, Mel, será otro día.
Melanie asintió cabizbaja, me sentía mal por dejarla plantada ya que estaba muy emocionada porque era su saga favorita y llevaba esperando ansiosa el estreno.
—Eliam —Allena habló irritada—, ¿podrías apurarte? Por favor.
—Sí, dame un minuto, ¿quieres?
Alzó sus cejas por milisegundos y con la misma… ¿me reviró los ojos?
—Supongo que te veré mañana, amor…
El tono de voz de Melanie era tan diferente, más suave y cálido, pero me sentía ajeno a él por alguna razón, quizá porque en ese momento mis ojos todavía seguían viendo a Allena, quien volteó de nuevo hacia mí en cuanto la oyó. Sus labios se entreabrieron breve al respirar hondo, luego la perdí de vista cuando mi rostro se fue volteando involuntariamente hacia el otro lado y de repente Melanie me besó por sorpresa en frente de todos.
—Bien, ya es suficiente —escuché a Marcus jocoso—. No coman en frente de los pobres.
Me sentí incómodo, Melanie no actuaba así y yo tampoco. La alejé de mí con delicadeza para no verme tan obvio ni herir sus sentimientos por hacerla sentir rechazada, luego volteé de nuevo hacia a Allena y ella ya no estaba.
Me despedí finalmente y fui a la biblioteca, encontré a Allena sin su saco del uniforme, con la camisa arremangada y la corbata un poco más holgada. Estaba recargada en una de las mesas leyendo un libro, pero al parecer solo le daba una hojeada.
— ¿Podrías no besarte con tu novia enfrente de mí?
Que fría, ni siquiera alzó la vista del libro y eso que pensaba que no le interesaba.
— ¿Te molestó…?
—Me incomodó.
— ¿Te incomoda que bese a alguien…?
—Me incomoda que la gente se bese delante de mí. —Arrastró su mirada hacia mí y vaya que parecía no querer verme—. No es personal, Eliam, las muestras de afecto en público… me resultan incómodas. Si puedes evitarlo frente a mí, te lo agradeceré.
No sabía eso de ella, de hecho yo tampoco era fan de demostrar a diestra y siniestra el afecto en público y pensaba que Melanie tampoco ya que lo habíamos acordado.
—Lo siento, no quise incomodarte.
Se mantuvo callada y siguió leyendo, me acerqué despacio para dejar mis cosas en la mesa sin interrumpir su lectura; pasé junto al asiento donde dejó su saco y el aroma a rosas frescas impregnó mi nariz así como mi mente.
—He encontrado algunos libros donde podemos empezar —dijo de repente y agradecí al cielo por traerme de mis pensamientos—. ¿Me oíste?
—Sí, fuerte y claro.
—Entonces toma uno.
Cuando hablaba así, cuando actuaba de esa forma, cuando me miraba con su ceño un tanto arrugado y su boca fruncida, me lograba poner con los nervios de punta, sin nunca saber cómo hablar, como actuar ni como poder verla a los ojos. Era un efecto que Allena había logrado tener en mí, ella no lo sabía, pero lo tenía aún después de todo este tiempo.
Llevábamos horas buscando libros y leyendo, buscando en internet y subrayando en nuestras notas. En una ocasión escuché el estómago de Allena gruñir, sabía que ella no iba a tomarse un descanso cuando estaba tan concentrada y aun así fui a la cafetería a comprarle un batido y un sándwich.
La encontré en la escalera de un estante.
—Te he traído algo. —Alcé el batido y ella volteó a verme—. ¿Aún te gustan los batidos de fresa?
—No te hubieras molestado. —Me miró apenada, quizá la incomodé.
—Oí tu estómago, seguro también oíste el mío… hay que comer algo, ven.
No la dejé alegar y empecé a mover las cosas de la mesa para hacer espacio para la comida, pero ella permaneció en el estante queriendo alcanzar un libro de la última repisa.
— ¿Necesitas ayuda?
—No, ya casi lo tengo. —No volteó, comenzó a darle golpes a la escalera mientras murmuraba para ella—: Estúpida escalera, se trabó…
Traté de no reírme, pero fue imposible no hacerlo así que tuve que hacerlo en bajo. La quedé viendo por atrás sin que lo notara, estaba queriendo alcanzar un libro que le quedó muy a lado y ni con estirarse podría tomarlo, para eso estaba la escalera corrediza que… se había trabado y eso había frustraba a Allena mientras yo reía.
—Ya baja de ahí, no sirve.
—Calla, sé lo que hago —alegó orgullosa.
—No digas que no te lo advertí.
Escuché que chasqueó la lengua, seguro me mandó al diablo sin saber que estaba atrás suyo conteniendo la risa y las ganas de burlarme de ella si su plan fracasaba. De pronto la vi soltar un fuerte golpe con el costado de su puño al botón trabado que aseguraba a la escalera para no correrse por el estante y luego su pequeño grito cuando resbaló su mano de la repisa, haciendo que se fuera de lado hacia el piso.
Fue un impulso, por supervivencia pensé, cuando corrí hacia ella y la tomé de una mano y por la cintura para jalarla hacia mí para que cayera en mis brazos. Estaba tan cerca de mí, su corazón estaba a la misma dirección que el mío y podía oír o sentir sus latidos tan fuertes vibrando en mi cuerpo, aunque eran demasiados para ser de otra persona… ¿acaso eran los míos? ¿Era mi corazón el que latía tan fuerte?
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Editado: 09.03.2025