A alguien que nunca conociste
Rompí con Melanie.
No fue cosa fácil, no quería herir sus sentimientos, pero tampoco quería engañarla y darle falsas ilusiones así que lo hice, fui honesto con ella y también conmigo mismo después de mucho tiempo.
Me olvidé de llegar a clase a tiempo y fui en busca de la señorita Sweeney a su cubículo, pero me enteré que pidió permiso para faltar así que no pude hablarle, en su lugar me encontré con mi padre.
Me veía molesto detrás de su escritorio, me hizo sentarme en silencio un rato mientras se bebía despacio su café matutino y eso me ponía de nervios.
—No llegaste a dormir.
—Me quedé en casa de… Marcus. —Apreté mis dientes al tener que decir ese nombre—. Lamento no avisar, me quedé sin batería y la luz se fue.
—No, Eliam, no solo es que no avisaste —se quejó azotando su taza, logrando una salpicadura—. ¿Es por Blanca o no? ¿Todo este jueguito de hacerte el rebelde es por ella? Me estás cansando, Eliam.
— ¿Y qué esperabas? Tú nunca quieres oír lo que tengo por…
—Eliam, basta ya —interrumpió molesto esforzándose por no gritar.
—Esto es justo a lo que me refiero, siempre me callas e ¡incluso antes de hablar!
El problema no era Blanca…
—Jamás me dejas explicarte como me siento, solo te preocupa lo que te ocasiona lo que hago más nunca por qué lo hago —afirmé sonando más grave—. ¿Tú estás cansado? Yo también lo estoy.
Mi problema era justo él, mi padre, el señor perfecto que nunca es culpable de nada.
Me vio fijamente, estuvo así algunos segundos y no dijo nada, creo que lo dejé sin habla. Mi mamá solía decirme que ella solía dejarlo sin habla también, quizá le recordaba mucho a ella y por eso evade el tema de ella siempre que lo saco yo.
—Eliam —dijo más relajado—. Me importas, de verdad lo haces. ¿Si lo sabes?
—A veces creo que no.
—Siento mucho que creas eso, sobre todo porque sé que no ha sido fácil para ti avanzar sin tu mamá…
Estuvimos hablando de ella y sin pelear, por primera vez desde su muerte. Se sintió un poco extraño, fue doloroso, pero también agradable recordarla y me hizo entender que mi padre no solo perdió a la que fue su esposa y la mujer que una vez amó, sino también a su mejor amiga y quien fue su confidente por años.
Estaba de pie junto a la puerta a punto de irme, pero volteé a verlo una vez más.
— ¿Tú… amas a Blanca? —Me atreví a preguntarle y por su cara, pareció que lo tomé desprevenido—. Encontré el anillo, ¿le pedirás matrimonio?
—Ah… yo… —Entreabrió su boca algunas veces en lo que decidía que me iba a decir—. ¿Eso… te ha enojado?
¿Lo hizo? En su momento pensé que sí, pero viéndolo todo desde otro ángulo ya no estaba seguro. Mis pensamientos habían estado en constante cambio últimamente, me habían hecho reconsiderar algunas cosas.
—Creo que debo pensar mejor ciertas cosas —admití sin entender bien yo mismo—. Blanca parece ser buena y agradable.
Mi padre fue esbozando una sonrisa y sus ojos parecieron iluminarse. Creo que le alegró oírme decir eso y sintió algún tipo de esperanza.
—Lo es. —Asintió riendo leve—. Me encantaría que pudieras darle una oportunidad y se conocieran mejor poco a poco, te agradaría.
Aún me costaba ceder ante la idea de que otra mujer ocupara el lugar de mi madre, pero sabía que había sido muy injusto con Blanca y aunque todavía las cosas entre mi padre y yo no estaban por completo arregladas, quería comenzar a hacerlo.
No respondí, solo sonreí a medias y estaba por irme cuando él habló de nuevo.
—Blanca me dijo algo sobre que hay una chica… ¿Allena? —Me quedó viendo inquieto—. ¿No es la misma Allena que creo?
Ay, no. Había olvidado que le prometí alejarme de Allena para evitar problemas, pero ahora cómo le explicaba que me gustaba y quería ir por ella.
—Eliam, pensé que acordamos que te mantendrías lejos de esa chica.
—Lo sé. —Tragué duro y apretaba mi mano cada tanto por nervios—. Pero no lo haré, ella de verdad me gusta y no es difícil como crees, ella es asombrosa… ¿quieres una oportunidad para Blanca? Entonces haz lo mismo con Allena.
Me vio con las cejas bien arqueadas. ¿Me habré pasado de la raya? Probablemente.
—No es lo mismo, Eliam. Además, ¿no estabas con Melanie? —Preguntó completamente desconcertado—. Estás jugando con cosas que no entiendes, Eliam.
No me enorgullecía lo que ocurrió con Melanie, pero ¿por qué lo que dijo al final me enfadaba tanto de pronto? Me daba la sensación de haberlo vivido antes, solo que en ese entonces yo era solo un espectador del juego.
—No puedes decir eso, no cuando hiciste lo mismo —acusé sin remordimiento—. ¿Por qué tú sí puedes enamorarte de alguien más y querer estar con ella dejándolo todo, pero yo no?
—No estás enamorado de Allena…
— ¿Cómo podrías saberlo? ¡Son mis sentimientos! Nadie mejor que yo podría entender lo que siento, y lo que siento por Allena es real.
—No quiero que estés cerca de esa chica, te traerá problemas. —Me miró con dureza—. Es una orden.
¿Cómo pudo ordenar sobre mis sentimientos? No lo dejaré hacerlo, me pertenecen y no desistiré de luchar por Allena a menos que ella me lo pida.
—Lo siento, pero no lo haré. —Me puse nervioso, estaba por actuar con madurez por vez primera—. Sé que todas las veces que te llevé la contraria fue solo para hacerte rabiar y ni siquiera fueron por algo que valiera la pena, pero esta vez es diferente.
Estaba deseando, no, rogando que algo se apiadara de mí y que mi padre pudiera entender, aunque sea un poco de lo que quería decirle.
—Estoy enamorado, completa y verdaderamente de Allena. No es algo pasajero como mi etapa de guitarrista en una banda, ni algo banal como querer irme lejos como motociclista, es real.
Me miraba callado, con esa arruga en su frente que se le hacía cuando pensaba mucho algo que lo traía con dolor de cabeza «vi mucho ese gesto durante mi etapa rebelde». Apostaba que me analizaba para saber si hablaba en serio, pero juraba que lo hacía.
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Editado: 20.04.2025