Su amor era como
Desperté.
¿Acaso todo había sido un sueño? Apenas podía recordar lo último que pasó, se sentía como algo borroso y lo más real que sentí en ese momento fue la luz entrando por mi ventana… ¿qué hora era? Se me iba a hacer tarde para la escuela.
Al sentarme me sentí un poco mareado y la cabeza se sentía pesada. Mi padre entró con un jugo y unas pastillas.
—Toma, el médico dijo que tomaras esto al despertar. —Me las dio y permaneció hasta que las tomara—. ¿Cómo te sientes? Me diste un susto anoche.
— ¿Qué ocurrió? No logro recordar claramente. Estaba con Blanca… ¡¿Y Blanca?!
—En su trabajo. Te desmayaste, Blanca dijo que te agitaste y luego colapsaste, el médico vino a verte y dijo que pudo ser por estrés. —Sentí que me veía con culpa—. Por cualquier cosa deberías quedarte, me tomaré el día y así…
—No hace falta, papá. —Me paré y chequé la hora dándole la espalda—. Más estresado estaré si me atraso en las clases.
—Blanca me dijo lo que hablaban.
—Hablemos de esto más tarde, por favor.
Ya no me dijo nada más y salió del cuarto, agradecí que lo hiciera de ese modo porque no quería hablar con él en ese estado, primero debía aclarar mis ideas a solas o me desbordaría como lo hice con Blanca.
Me perdí la primera clase y a la segunda llegué tarde, pero el permiso de mi padre el director sirvió bastante bien. Aunque no me gustaba hacer uso de esos privilegios, hubo veces en que pudieron ser útiles.
Viendo a Allena al otro lado del aula, solo pude pensar en mi charla con Blanca sobre ella y por consecuencia, también en el día que falleció mi mamá, pero no tengo imágenes de ese día solo la voz a través del teléfono de mi padre y eso me daba dolor de cabeza, así que me sacudí esos pensamientos y empecé a idear mi plan sobre Allena.
Saqué mi diario de ideas «un cuadernillo de pasta dura café y hojas amarillas» y me fui a ver dónde apunté mi plan, entonces empecé a hacer rayones y escribir por encima, empezando por renombrar al plan:
Plan para recuperar a Allena “Código 111: Operación corazón perdido”.
Plan para salvar a Allena “Código 263: Operación proteger un corazón”.
En el almuerzo busqué a Emily, se había metido a los baños sola y debía aprovechar que Allena no estaba con ella para poder hablarle a solas. Las chicas me veían extraño por estar esperando afuera, pero a ese punto qué más daba mi reputación.
—Necesito tu ayuda, Emily —rogué luego de que me dio un pequeño golpe al hombro.
— ¿Por qué iba a ayudarte? Lastimaste a mi mejor amiga. Eliam Montgomery, eres un mujeriego, tonto, patán, mentiroso, infiel y…
—Sí, un completo imbécil y merezco tus peores insultos, lo sé —admití. No mentí—. Pero quiero hacer las cosas bien…
Le conté a Emily todo el asunto de Blanca y la beca, luego un poco de mi plan al que creyó con un nombre muy largo y llamó “Plan para redimir la idiotez de Eliam Montgomery”.
—Entiendo que quieras ayudarla y así aminorar tu culpa, pero ¿no es esto mucho? ¿Por qué te esfuerzas demasiado? ¿Acaso tú…? —Me miró entrecerrando sus ojos con duda—. ¿De verdad estás enamorado de Allena?
—Ah… es un poco más complejo que eso, ¿sí?
— ¡Ja! —Abrió más sus ojos, ni su fleco disimuló su expresión—. Debes bromear, no puedo creer esto luego de todo…
— ¿Y tú cómo crees que me siento? No puedo dormir, la culpa y vergüenza me carcome. Tampoco puedo pensar bien y siempre que estoy con ella mi estómago se revuelve, es un extraño cosquilleo que revolotea por todo mi interior.
— ¿Mariposas?
— ¿Mari… posas?
—No lo creo, de verdad estás muy enamorado, ¿o no? —Se empezó a reír y solo la quedé viendo hasta que paró—. Bueno, aunque convenza a Allena de audicionar, ¿cómo lograrás que miss maravilla no se quede con el protagónico?
— ¿Qué tal unos pastelillos para unir al grupo?
Emily me vio preocupada y empezó a negar enseguida con su cabeza.
Los preparativos para la obra de teatro ya estaban cerca de acabar y el gran día estaba próximo, eso me mantenía ansioso y no sabía si quería echarme para atrás por todo lo que está en juego si se descubre el plan antes de iniciarlo o desear que el tiempo avance más rápido para ya lograrlo.
Había más personas involucradas en el plan de lo que planeé al principio, por lo que mantenerlo en secreto se estaba volviendo difícil y en cierto modo, divertido porque los chicos pusieron nombres claves y todo muy al estilo de espías. Gracias a eso no fui descubierto por Allena en el restaurante, al cual más adelante Emily y algunos amigos de ambos empezaron a usar como sitio de reunión.
Allena parecía tranquila, no sabía bien si era una fachada como lo había sido todo el tiempo antes del suceso de su hermano, pero esperaba que fuera sincera, me gustaba verla así, incluso reía más y eso lo notaban todos, incluso otros chicos.
Era fin de semana y los chicos estaban en el restaurante para avanzar sus proyectos finales.
—Oye, viejo —me susurró Zack—. El sujeto de allá se ve muy interesado en Allena.
Señaló a una de las mesas que estaban del otro lado del restaurante. En efecto, había un sujeto allí que hablaba con ella, diría que tomaba su orden, pero Allena ya había ido a la mesa varias veces y además, era un cliente frecuente.
—Zack, no seas un pesado, solo está atendiéndolo —regañó Emily, pero no hice caso cuando se dirigió a mí—. Eliam, ¿me oíste?
¿Por qué Allena reía mucho con ese tipo? ¿Le atraía? Era obvio que ella a él sí y mucho, sino no hubiera asistido tan seguido solo en los turnos de ella, además las miradas de sus dos amigos hacia él lo delataban.
—No deberías poner esa cara —dijo Emily quitándome la libretita de ordenes de la mano—. Dijiste que ustedes son solo amigos.
— ¿Tú crees que a ella le interese él? —Pregunté desanimado cuando la vi acomodándose su cabello detrás de la oreja.
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Editado: 20.04.2025