A través de la caída libre
Quién diría que el cara de tonto sería bueno exponiendo, me salvó de tener que ser yo, en su lugar me quedé sentada pasando las diapositivas en la laptop. Nuestro trabajo tuvo una buena calificación, normalmente hubiera sido yo quien hiciera el mayor trabajo, pero esta vez no fue así, él hizo más de lo que creí que haría.
—Muy bien hecho —mencionó el señor Williams—, Antiguo Egipto ¿eh? —nos miró jocoso.
—Ella lo escogió —comentó Eliam mirándome.
Subí mi vista hacia el rubio frente a mí, luego la llevé hacia el maestro y sonreí torpemente, aunque eso quizás se deba a mi enamoramiento platónico por el señor Williams.
Aquel maestro que enamoró sino a todas, pero si a la mayoría de sus alumnas, era alto y de complexión algo delgada, con ojos azules grisáceos y cabello castaño claro que brillaba con el sol, siempre vestía de camisas azules, blancas o negras de manga larga, aunque al final del día siempre se las arremangaba hasta el codo, y siempre usaba un blazer gris.
—Luego se cayó por querer alcanzar el libro —añadió el rubio.
Ahora me siento avergonzada, pero pagarás por esto Eliam.
—Debiste usar una silla o la escalera de la biblioteca —sugirió el maestro con gentileza—, espero no te hayas lastimado.
—No, por suerte lo evité —alardeó.
—Y luego me dejaste caer, gracias, por cierto —sonreí hipócrita.
Pude sentir la mirada de Williams en nosotros, y también como una risita salió de él.
—Tengan cuidado chicos —fue lo único que dijo antes de nombrar al siguiente equipo.
Durante las siguientes clases ya no volví a hablar con Eliam, pero luego me lo topé al final de estas, cuando todos salíamos del salón para al fin irnos a nuestras casas.
— ¿Te gusta el señor Williams? —susurró alguien en mi oído por atrás mío.
— ¡Carajo! —Dije en voz alta dándome la vuelta— ¿Podrías callarte? Alguien puede oírte idiota.
—Lo tomo como un si —apretó sus labios y llevó su vista al edificio A—, descuida, no creeré que es algo serio —regresó a verme— ¿o sí? —Me preguntó con su sonrisa burlona.
—Por supuesto que no, es mayor que yo —alegué indignada.
“Allena ¿vienes?”
Pude oír a Emily que estaba casi por bajar las escaleras. Giré hacia ella y le asentí con la cabeza.
Otros chicos del salón que estaba a lado del nuestro rodearon al rubio y atrajeron su atención, ya no tenía nada que hacer ahí así que fui a donde Emily. Luego un agarre me detuvo y al instante que escuché la voz, supe de quien era.
— ¿Podemos hablar ahora? —Me dijo con un tono triste Ian— Te busqué en el almuerzo, pero no estabas.
—Si, me castigaron, estuve en…
—Dirección —terminó mi frase—, lo sé, tu amiga Emily me lo dijo —frunció sus labios, parecía preocupado—. Debes tener cuidado con ese chico, puede causarte problemas.
Bah, sé cuidarme sola, del único que debí tener cuidado eras tú.
—Seguro —respondí a secas—. Querías hablar de algo ¿Qué era?
—Sobre lo que viste en mi computadora el otro día… —no me gusta a donde va—, sé lo que parece y créeme que no es cierto, no podría hacerte eso Allena, nunca.
—Nunca digas nunca —arqueé una ceja y lo vi indiferente.
—No sé como llegó eso ahí, ni siquiera sabía quién era.
—Pero tú respondiste —entrecerré mis ojos con una actitud fría—, los mensajes estaban desde hace días…además algunas cosas coinciden ¿algo de biología?
—Puedes preguntarle a Robert, estuve haciendo un trabajo de biología —alegó aparentemente con honestidad y desesperación porque le creyera—, admito que, si respondí los primeros mensajes, me llegó su solicitud y la acepté porque teníamos amigos en común…
—Típica excusa ¿no? —contesté exasperada.
En realidad, no estaba molesta, quería estarlo, pero algo en él sonaba honesto, y si no es cierto lo que dice al menos estaba bien elaborado.
— ¿Al menos llegaste al inicio de la conversación?
—Dios no ¿qué me crees? No soy estúpida —fruncí el ceño y fingí ofenderme.
—Debiste hacerlo, hubieras notado una gran diferencia entre lo que si respondí y lo que no —me miraba serio—, por favor tienes que creerme.
El tono triste de su voz hacía tambalear mi actitud, me quería hacer creerle.
»“Todos merecen el beneficio de la duda”
“No puedes vivir con rencor en tu corazón” «
Por alguna razón, las frases motivacionales de mi madre aparecieron en mi cabeza como si se tratase de alguna señal divina o alguna cosa así.
—Suponiendo que te creo —me animé a decirle bajando un poco la guardia— ¿Cómo es que los mensajes están ahí sin haber sido tú?
La suposición más obvia sería que lo hackearon o que…
—Quizás dejé mi cuenta abierta en el celular de alguien y quiso hacerme una broma —suspiró cansado—, a veces ingreso en el celular de algún amigo, pero normalmente cierro la cuenta cuando acabo.
Era una excusa válida, yo también dejé mi cuenta abierta en el celular de una vieja amiga hace unos años y me hizo una broma con un chico.
— ¿Y sabes quien fue o quien pudo ser?
—No, pero lo haré y serás la primera en saber —me miró con esa mirada tan dulce e inocente que tiene—. Quiero arreglar esto, dame una oportunidad de hacerlo.
Dudé en que decir y solo pude dejar mi boca ligeramente abierta.
—No es necesario que respondas ahorita, solo quería que lo supieras —sonrió triste y se fue.
—Hey te estamos esperando —dijo Emily sacudiéndome— ¿estás bien? Te ves…más ida de lo normal.
La miré sin expresión y le asentí. Ambas bajamos a donde estaba un grupito de nuestra clase, estaban amontonados frente a una pared y hablaban entre ellos.
—Allena ¿vas a participar? —Me preguntó Dorian, pero yo no sabía de que hablaba— Es el festival por el día de niños que será para los niños en la calle.
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Editado: 08.05.2022