Red: Ella

Capítulo 10.

Como los colores del otoño

Al día siguiente en clase de biología.

—Señor Connors, buenos días —saludó nuestra maestra de inglés que entró al salón—. Disculpe que lo interrumpa, pero necesito hablar un momento con Eliam ¿se puede?

El maestro asintió y escuché el ruido de una silla atrás, seguramente el rubio pecoso se estaba parando para salir hablar con la señorita Sweeney. Me pregunto de que hablarán ¿será por el festival?

Sweeney tenía razón, no tardó mucho hablando con él. Volteé hacia atrás para ver su reacción, si tenía razón y era por el festival tendría una expresión de confusión… ¡Ja! No me equivoqué, Anthony le preguntó y el rubio no tenía ni la más jodida idea de que rayos había pasado.

Nuestras miradas chocaron, se dio cuenta de que alguien lo veía y cuando me vio riendo su expresión confundida cambió enseguida, se sonrió jocoso y me asintió como si aprobara mi gran jugada.

Terminó la tercera hora, y era momento de almorzar. Emily me tomó del brazo y me arrastró con ella a la cafetería.

— ¿Por qué me ves así? —Reclamé cuando sentí su mirada fija en mi— ¿Tengo algo en la cara?

—Cielos Allena —se rio—, no te veo por eso.

Moví mi cabeza indicando que me dijera entonces el por qué.

—Tienes algo diferente en ti, como si…no olvídalo —tomó su batido y bebió del popote—, bueno si te lo diré —en ocasiones puede ser tan volátil quizás eso es lo que me agrada de ella—, pareciera que dejaras atrás una extraña barrera de hielo.

— ¿Eso que significa? Sin metáforas por favor, soy pésima con ellas —bromeé.

—Como si fueses la de antes, recuerdo que eras un poco más relajada en aquel entonces.

Me recargué en mi silla mordiendo el interior de mis mejillas.

— ¿Estás molesta porque dije eso? —Me vio nerviosa como si fuera a decirle algo malo.

—No —repliqué apenas escuchándose—. Tienes razón, si lo era.

— ¿Tu repentino cambio tiene que ver con Eliam? —Mencionó picara— Han estado cerca estos días.

—Pff —solté una carcajada— ¿Insinúas que tenemos algo? —Ella me encogió sus hombros— No es mi tipo, demasiado chico modelo a mi gusto.

— ¿Chico modelo? —Escuché un susurro atrás de mí.

Apreté mis dientes, no quería voltear, pero no hizo falta, aquella voz tomó cuerpo cuando se paró a lado nuestro.

— ¿Y como es tu tipo entonces? —Eliam se recargó en la mesa con sus brazos y me miró jocoso.

— ¿Disculpa? Es una conversación privada —señalé a Emily y luego a mi—, significa que tú no estás invitado.

—Lo estoy cuando es de mi de quien hablan —se incorporó, tomó una silla y se sentó en nuestra mesa—, así que sigamos hablando.

Emily bebió su bebida tratando de contener su risa, es probable que se reía de nosotros y no se estuviera incluyendo en el asunto.

—Hablaremos de minifaldas y zapatillas, ya sabes el clásico estereotipo femenino —le dije con sarcasmo esperando que se fuera.

—Ya veo, suena interesante —se recargó relajado— ¿zapatillas abiertas o cerradas?

Fruncí mi frente y abrí la boca para decirle algo, pero la cerré con la misma, solo me quedé frunciendo mis labios con irritación. Él me veía sin quitar su estúpida sonrisa burlona de su pecoso rostro porque sabía que eso me irritaba más.

Respiré hondo y suspiré, luego vi que tomó mi batido que estaba casi entero y le dio un sorbo con el popote.

—Oye —protesté—, consíguete el tuyo —le arrebaté el vaso de la mano.

—Quería saber de que era y si estaba rico antes de comprar uno —me sonrió según él inocente.

—Eres irritante —mascullé tomando un sorbo sin verlo.

—Y tú un encanto —expresó sarcástico—, ahora dime ¿por qué me anotaste en el festival?

Intenté no reír, pero solo era más obvio cuando apretaba mis labios.

— ¿Allena hiciste eso? —Preguntó desconcertada Emily— ¿Por qué?

— ¿No sabías? —Le dijo Eliam burlón— Tu amiga es peculiar, le gusta molestar a los estudiantes nuevos.

—Solo a los groseros que me tiran un batido encima y me dejan caer —me quejé haciéndome hacia adelante y poniendo mi batido en la esquina de la mesa—, te faltó decir.

— ¿La dejaste caer? —Emily se sorprendió al cien— ¿Y no te dio un golpe?

Eliam se soltó a reír.

— ¿Acostumbra a hacerlo?

—Un chico la besó a la fuerza luego de rechazarlo y Allena le dio una patada en ya sabes…—contó Emily como si estuviese orgullosa de ese suceso.

Aún recuerdo ese día, lo rechacé como tres veces y en la última me besó, lo empujé y le pisé el pie, cuando se agachó por el dolor en su pie izquierdo lo tomé de la espalda y le di un rodillazo en sus partes bajas.

—Auch —frunció su entrecejo con una especie de sonrisa al verme—, después de todo eres más ruda que linda ¿Qué le pasó al chico luego?

—Fue expulsado luego de que alguien lo acusara de publicar fotos intimas de una chica de su grupo —le respondí seria.

— ¿Acaso fuiste tú? —Me miró intrigado.

—La chica era mi vecina y él era su ex novio.

—Que gran imbécil —me sorprendió su actitud, creí que diría que hice un alboroto por tan poco—, se lo merecía y también lo de la patada —me sonrió.

Eliam es raro.

Creí que sería de esos chicos que juegan con las chicas mientras están aburridos o por alguna clase de auto desafío, y que tendría como colección las fotos intimas de muchas chicas, pero quizás me equivoqué.

—Si, bueno ya es pasado —expresé indiferente.

Me paré de la silla y accidentalmente moví la mesa que tenía mi batido justamente en la esquina frente a Eliam… ¡Ay no! Puedo ver la cara roja del rubio apiñonado al sentir el batido sobre su pantalón y más preciso sobre su entrepierna.

—Maldición —murmuré.

— ¿Lo hiciste a propósito? —Me preguntó enseguida alzando su vista luego de verse a sí mismo— ¿Por qué yo te tiré uno antes?




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