Perderlo fue azul
Primera semana de castigo terminada. Eliam y yo no charlamos mucho durante las clases y en detención no dirigimos palabra alguna a menos que fuera absolutamente necesario.
Ethan me había dicho que había vuelto a estar más callada que de costumbre, y lo cierto es que…por alguna razón extraño hablar con el rubio con cara de tonto que me reta todo el tiempo, es una clase de amistad-enemistad y me gusta como la llevamos o, mejor dicho, llevábamos.
— ¿Te gusta? —Oí la voz de Emily en mi cabeza— ¿Allena estás ahí? A veces siento que hablo con una pared.
No me sorprendía que pensara eso, incluso yo lo creería.
—Lo siento ¿Qué? —balbuceé avergonzada.
— ¿Qué si te gusta?
La miré confundida, no sabía a qué se refería.
Lo sabrías si le hubieras puesto atención en lugar de pensar en Eliam.
¿Quién dijo que pensaba en el chico de Londres? Pff que tontería… ¿Emily se refería a él? ¿insinúa que me gusta Eliam?
— ¿Qué si me gusta…qué? —Pregunté nerviosa esperando que ella me dijera.
—El pay de fresa, se acerca tu cumpleaños —un sensación de alivio me invadió al oírla—. Pensé en prepararte uno, pero no sé si te gusta.
—Ems no tienes que hacerlo —le sonreí—, además aún falta…es hasta la última semana de mayo.
—Lo sé, pero quiero comprar los ingredientes pronto.
Pude ver la expresión en su cara que me pedía por favor dejarle hacerme el pay y no pude negarme, así que asentí con una sonrisa.
—Amo las fresas, así que está bien ese —admití.
La pelinegra de cabello corto me sonrió grande y sacó una libretita para apuntar los ingredientes que compraría. Emily se ha vuelto una buena amiga desde que inició el penúltimo semestre, pero siento que no he sido igual con ella, quizás el chico de Londres tenga razón…debería confiar más en las personas.
Tonto chico de Londres.
“¡Apresúrate!” “Oigan el partido va a empezar…”
Escuché los murmullos de las personas afuera de la cafetería. Se dirigían a la cancha a lado de donde estábamos, donde también se estaba organizando el partido de básquetbol de cada año.
— ¿Quieres ir? —Me preguntó Emily al ver que el bullicio llamó mi atención— Oí que Eliam jugará para el equipo de quinto.
—No soy muy aficionada al deporte —torcí los labios y desvié mi mirada a la cocina.
—Pero si a cierto a chico rubio alto y pecoso —dijo picara.
Volteé de golpe a verla cuando oí su acusación. La pelinegra soltó una carcajada.
—Era broma —confesó al ver mi reacción—, pero por lo visto…no es broma —dijo sonriendo—. Lo sabía ¡Si te gusta Eliam!
La miré fúrica y puse mi mano sobre su boca para callarla.
—Cállate, alguien podría oírte —ordené aún con mi mano en su boca—. Y no, no me gusta el chico de Londres.
Frunció su ceño y me bajó la mano de su rostro.
— ¿El chico de qué? ¿Londres?
—Agh olvídalo —bufé y me dejé recaer en mi asiento.
— ¿Tienen apodos? —Me miró sorprendida— Y dices que no ocurre algo entre ustedes.
— ¿Eso qué? Cualquiera puede tenerlos, yo te digo Ems —alegué exasperada.
—Es diminutivo de mi nombre, no un apodo Allena —se burló y luego se acercó más a mi lugar—. ¿Alguna vez has notado como te ve?
Arqueé una ceja y giré mi rostro ligeramente hacia a un lado cuestionando lo que me decía.
—Es claro que le gustas a Eliam…te ve como si fueras un sexy cubo Rubik —afirmó confiada y bebió un sorbo de su jugo naranja.
—Que pésima analogía.
—Si, como digas, pero sabes que digo la verdad —me miró seria—. Eres muy indescifrable y creo que eso le gustó, el resto de chicas que se acercaron a él eran muy lindas casi como modelos, pero fácil de leer.
— ¿Qué quieres decir con eso? —La miré sin entender nada.
Primero me llamó cubo Rubik y ahora me dice que soy indescifrable, ¿en qué momento me volví los códigos del área 51?
—Todas ellas querían lo mismo, un chico lindo con quien salir y presumir en redes o aún más lejos…ya sabes qué —me miró insinuando.
S-e-x-o.
— ¿Cómo sabes que querían eso? Quizás era al revés —me reí jocosa—, quizás él quería una chica linda con quien salir, presumir y pasar el rato en una cama por las tardes.
Frunció los labios y suspiró.
—Me enteré por Alya que los chicos hicieron una apuesta de a cuantas chicas podían conquistar…
Mi expresión burlona de hace un segundo se esfumó tan rápido como oí la palabra apuesta.
—Querían ganarle a Eliam, pero sabían que eso sería muy fácil para él así que le dieron una chica dificil para conquistar —me miró nerviosa, yo también lo estaba.
—Dime que no es lo que creo que es —dije frunciendo mi frente— ¿Esa estúpida rata inmunda me apostó? —Levanté la voz indignada.
—Espera… ¿A dónde vas?
Tomé mis cosas de la mesa y las guardé tan rápido como pude que ni siquiera me importó como las iba metiendo a mi mochila. Quería golpear a alguien, quería golpear a Eliam.
— ¡Allena aguarda!
La voz de Emily ya se oía lejos, la dejé en la mesa tan pronto cerré el último cierre de la mochila. Salí apurada a donde estaba el lugar del partido y entré entre la bola de gente que gritaba eufórica por el equipo de quinto.
Me acerqué lo más que pude a donde terminaban las gradas para poder ubicar al rubio estúpido que estaba jugando con mucha energía, dando todo de él a un partido que posiblemente no significaba nada.
“¡Allena!”
La voz de Emily se escuchó cuando cruzaba entre la multitud, luego algo pasó…
Eliam volteó.
—No puede ser —susurró preocupada la desconocida a mi lado.
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Editado: 08.05.2022