Red: Ella

Capítulo 18.

Intentar conocer a

Bella, ese era el nombre de la chica que estaba enamorada de Ian cuando salíamos y la misma chica que hizo que termináramos…con ayuda de sus amigas a quienes conocía de años atrás y con quienes no tenía una buena relación, y de su primo, que iba en el mismo grupo que Ian.

En los días que evité a Eliam, Ian me había dicho que Bella le había confesado su enamoramiento y que accidentalmente mencionó algo sobre la ruptura de nosotros que se suponía nadie sabía, ella le pidió disculpas por eso pero que creía que ella podría ser mejor novia y amarlo más, luego habló con su compañero de clase, quien le admitió haberla ayudado sin saber realmente lo que ella haría. Al darse cuenta de que tenía la cuenta abierta de Ian en su celular y mencionarlo frente a Bella, ella le pidió intercambiar de celular mientras le hacía la broma a Ian, el chico aceptó pues aparte prometió deberle un favor, cuando ella le devolvió el celular la cuenta de Ian estaba cerrada y nuestra relación pronto iba a estar terminada.

A pesar de que Bella no estudiaba en nuestra escuela, una de sus amigas Claire, si lo hacía y andaba con uno de los chicos del salón de Ian, a quien le pidió entregarme la laptop

Todo este tiempo había creído que Ian me engañó y jugó conmigo de una forma muy cruel, cuando en realidad todo había sido planeado por una chica hormonal con serios problemas.

—Allena ¿Estás bien? —Me habló mi madre desde la cocina.

—¿Dijiste algo?

Dejé de prestar atención en cuanto recordé el asunto de Ian y Bella.

—Te pregunté si querías mermelada en tus hot cakes… ¿dormiste bien? Luces cansada.

Se acercó con un plato con tres hot cakes medianos y el frasco de mermelada de fresa. Le agradecí y regresó a la cocina.

—¿Cómo te ha ido en el nuevo trabajo? —Pregunté mientras abría el frasco.

Mamá consiguió empleo hace una semana, ha llegado tarde los últimos días porque hace horas extras.

—Es cansado, pero me acostumbraré… este viernes me pagan así que podremos pagar las cuentas atrasadas —me sonrió y dio un beso en la cabeza.

—Desearía poder ayudarte...

—Ya te dije que no, no quiero que descuides tus estudios por nada en el mundo —tomó mi mejilla y me miró fijo—. Lo lograremos mi amor, tú no te preocupes.

Le sonreí y asentí.

Llegué a la escuela y todo iba de lo más normal, aún faltaba mes y medio para el verano, pero se podía sentir como estaba tan cerca.

—Hey —me saludó Ian por atrás—, toma.

Íbamos por el pasillo de la entrada cuando me entregó una cajita negra sellada por un listón rojo vino.

— ¿Qué es esto?

—Ábrelo —me miró ansioso.

—Sabes que no me gustan las sorpresas… —fruncí la nariz.

—Lo sé, pero pronto será tu cumpleaños y quería darte algo —encogió sus hombros—, así que anda…ábrelo.

—Bien.

Deshice el moño y abrí la caja con delicadeza. Una cadenita plateada estaba adentro, con un colgante en forma de una estrella de cuatro picos hecha de lo que parecía cristal o una especie de cuarzo transparente muy brillante.

Sonreí al saber que aún recordaba lo mucho que amaba las estrellas.

—Es muy linda, gracias Ian —le regalé una mirada alegre—, pero aún falta una semana ¿no es muy pronto?

—Saldré y no podré dártelo ese día, así que quise adelantarme…¿te gusta?

Asentí sonriendo.

— ¿Te la puedo poner? —Expresó nervioso mirando disimuladamente hacia el piso.

Le entregué la cajita para que sacara el collar y me lo pusiera. Ian me recordaba a un niño dulce e inocente, con un corazón lleno de buenos sentimientos que debían ser tratados con el mismo cuidado que él podría dar con los ajenos, eso era para mi Ian, algo precioso que debía ser cuidado porque era demasiado bueno para ser ensuciado por cosas negativas y rotas, por eso terminé con él la primera vez.

—Bien…creo que ya está —avisó entusiasmado atrás de mi— ¿Qué tal?

Alcé el colgante como si lo revisara y le sonreí.

—Se ve muy lindo.

Podría jurar que vi sus ojos con un extraño brillo cuando me dijo aquello.

—Claro, el collar es lindo —encogí mis hombros expresando obviedad.

—Quizás, pero ahora es más lindo porque eres tú quien lo usa —afirmó sonriendo.

Me aclaré la garganta y llevé un mechón de cabello hacia atrás.

— ¿Te incómoda que diga esas cosas? Si es así…

—Eh…no, está bien —contesté cabizbaja—. Es que fue muy repentino, me tomó por sorpresa…es todo —sonreí.

No mentí. En otros tiempos me hubiera puesto nerviosa por mis sentimientos hacia él, pero ya no era así.

Mi vista se fue sin querer hacia las escaleras enfrente de nuestro caminar, que dirigían a la planta alta de nuestro edificio. Estaba subiendo un chico alto de cabello dorado que brillaba con el sol y se movía con el aire.

—Te gusta ¿no es cierto?

Me giré a ver a Ian con nervios, apenas si me dio tiempo de articular alguna palabra cuando él sonrió y suspiró.

—Ah claro que sí…él te hace brillar —alzó su vista al cielo mientras se apagaba su sonrisa.

—Hubo un tiempo en que creí que estaría enamorada de ti toda mi vida —confesé cruzándome de brazos.

Me quedé unos segundos esperando una respuesta que no llegó, así que me giré hacia las escaleras y seguí caminando.

— ¿Y qué cambió? —Escuché la voz de Ian atrás y volteé.

 




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