Red: Ella

Capítulo 21.

Tocarlo fue como darte cuenta

El concierto terminó y estábamos sentadas en la acera esperando el autobús mientras comíamos una nieve, Emily de vainilla y yo de queso.

—No sé por qué me las dio Allena, solo fue y me habló…puso las entradas en mi asiento y dijo que las podíamos usar.

— ¿Usarlas así y ya? ¡Eran costosas!

—Si seguramente, pero no lo sé…no se veía bien, incluso diría que estaba triste…

— ¿No te dijo algo más? —Bajé mi exasperación y quedé confundida. Ella negó— Está bien, no es la primera vez que hace cosas extrañas.

— ¿Extraño? Extraño es que se gusten y ninguno diga o haga algo al respecto —protestó frustrada.

Volteé a verla bruscamente y fruncí el ceño.

—Si Allena, te gusta ese “chico londinense” y tú le gustas a él.

—En primera, es “chico de Londres” y en segunda, yo no le gusto —alegué molesta.

— ¡Claro que sí! Todos lo saben, pero al parecer ustedes son los únicos ciegos que no logran verlo —siguió quejándose en voz alta—. ¿No pensaste que quizás compró esas entradas porque quería ir contigo a un concierto?

—Si como no —reviré mis ojos—, si así hubiese sido ¿Por qué no dijo algo en la mañana? En su lugar hizo algo extraño de lo que se arrepintió porque luego me dejó ahí y no volvió a hablarme en todo el día.

— ¿Qué fue lo que hizo? —Me miró con los labios cubiertos de amarillo— ¡Allena! ¿Qué hizo?

—Nada, no hizo nada —respondí sin ánimos—, el autobús no pasará deberíamos ir en un taxi.

—Hey no —me sostuvo del brazo cuando me levanté—, ¿te dijo algo? ¿te besó acaso?

Suspiré agotada mirando hacia el otro lado de la calle.

—Ves muchos dramas coreanos Ems.

Me solté de su agarré y paré al primer taxi que apareció en la calle.

—Andando —dije seria.

Llegué a casa, Emily se fue en el mismo taxi a su casa. Mamá no estaba, seguro seguía trabajando, me fui al cuarto para desvestirme y entrar a la regadera.

Salí empapada con la toalla cubriéndome cuando oí que no dejaba de sonar mi celular, siempre estaba en silencio y justo cuando lo quité es el día en que no deja de sonar. Era llamadas perdidas de mi hermano, quien desde que se fue solo ha llamado en mi cumpleaños para felicitarme y hacer una sola pregunta.

“¿Cómo va todo por allá?”

Apagué el celular y me fui a acostar temprano.

A la mañana siguiente el día estaba nublado y con mucha probabilidad de que lloviese. Llegué inusualmente temprano a las clases así que caminé tranquila, pensando en mis asuntos hasta mi salón, tomé mi asiento recurrente cerca de donde se sentaba Adrien y enfrente del de Jonas; me quedé viendo hacia la ventana que daba vista al otro edificio, pero en cuando mi vista fue obstruida por un rubio alto cambié hacia el pizarrón que seguía en blanco y sin un maestro a lado.

—Dicen que lloverá —expresó casualmente una voz atrás mío.

—Si, eso parece —respondí sin voltear—. Debiste traer un paraguas si no querías mojarte.

— ¿Quién dijo que no? Es un buen día para ir bailar bajo la lluvia… ¿alguna vez lo has hecho?

Eliam era un chico muy misterioso, indescifrable y poco fácil.

— ¿Tú si? —Volteé un poco hacia atrás para verlo de reojo— Me sorprendería si dijeras que sí.

—Tienes razón, nunca lo he hecho…quizá hoy sea el día —suspiró al levantarse e irse.

—Eliam… —mascullé tan bajo que ni yo pude oírme.

Después de la segunda hora empezó a llover, el salón lucía oscuro por lo nublado que estaba así que se prendieron los focos.

Disimuladamente miré hacia atrás donde se sentaba Eliam, estaba relajado hablando con Maurice y Dorian, en eso él llevó sus ojos en dirección de donde estaba mi lugar, de inmediato regresé mi vista a la libreta y tomé el lapicero negro frente a mi para fingir que hacía algo en lugar de parecer una acosadora.

La hora terminó, la que seguía fue libre porque la señorita Sweeney no había ido. Bajé hacia los baños en el edificio B, al salir me quedé esperando en los lavamanos a que volviera a disminuir la lluvia, pero eso no ocurrió pronto.

—Hey, primero me espías y ahora me sigues ¿Cuál es tu siguiente movimiento señorita americana? —Habló jocoso al salir del baño.

Movimiento…

Esa palabra me recordó a aquel juego estúpido que Eliam inició poco después de conocernos, el cual nunca acabamos si mal no recordaba.

—Yo no te espiaba rubio egocéntrico —alegué desviando la mirada—, y mucho menos te sigo, tengo asuntos importantes que hacer.

Quise irme de ahí pero pronto me jaló del brazo hacia atrás con él.

— ¿Por qué siempre actúas tan fría cuando hablamos? Creí que ya éramos amigos…tú lo dijiste —afirmó haciendo espacios sutiles entre la palabra amigos.

—Yo siempre actúo así, contigo y con quien sea —contesté tajante.

Algo de pronto empezó a irritarme y Eliam no me soltaba.

—No es verdad, con Ethan, Adrien y sobre todo con Emily eres menos fría —me miró pensativo—, pero conmigo eres un temple de hielo… ¿Cuándo se derretirá?

—Ja…deberás esforzarte mucho y ni aun así lograrías derretir menos de la mitad.

Un trueno retumbó las paredes y los postes de luz, con ello se vino más fuerte la lluvia con una ráfaga sumamente fría.

—Podrías empezar diciéndome por qué le diste las entradas a Emily —empecé a retarlo con la mirada y me enderecé al hacerlo—, o por qué te fuiste tan extraño luego de…

Arqueó su ceja y me vio jocoso, seguro sabía lo que iba a decir.

— ¿Luego de qué? —Susurró acercando su boca a la mía— ¿Allena?

— ¿Aún seguimos jugando? —Susurré viéndolo a los ojos— Si es así…¿fue una jugada tuya? —Lo vi con recelo.

Eliam se hizo hacia atrás y empezó a reírse.

—En realidad no, pero ya que lo mencionas empecemos de nuevo…primero tú.

Puso sus manos en sus bolsillos traseros y relajó su postura.

—Veamos que has aprendido hasta ahora…señorita americana —dijo deleitando en cada letra.




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