Red: Ella

Capítulo 22.

Todo lo que siempre quisiste

Corriendo, eso es lo que estaba haciendo luego de la vergonzosa escena que pasó hacía unos minutos frente a los baños principales. No me detuve a voltear si él se quedó o se fue como yo, solo seguí corriendo con la cara caliente hasta la cafetería esperando que lo hice no haya sido muy estúpido.

Una vez que llegué me paralicé, cansada y agitada, pero sobre todo avergonzada.

—No puedo creer que hice eso —mascullé para mi atónita—, yo lo…

Llevé mi mano hasta mis labios tocando sutilmente donde rozaron los de Eliam.

— ¡Mierda!

Solté en voz alta reprochándome a mí misma, miré al cielo y cerré mis ojos.

— ¡Allena! —La voz de Emily me asustó— Hey soy yo…¿Qué ocurre?

—Ay Ems —dije con un puchero y me recargué en su hombro de frente—, estoy jodida.

— ¿Por qué dices eso?

No puedo decirle a Emily lo que pasó, me molestará por siglos o aún peor querrá intervenir para que salga con Eliam.

—Hice algo muy estúpido —contesté apenas entendible.

—No escucho bien —me levantó el rostro y me miró fijo—, ¿Qué te pasa? ¿tiene que ver con Eliam?

— ¿QUÉ? ¡NO! —Negué nerviosa— ¿Por qué de pronto lo mencionas?

—Lo vi en las escaleras mientras bajaba del salón, él iba subiendo, pero tenía una cara de que algo lo había perturbado y mucho…

— ¿Qué? —Cuestioné dejando ver una expresión desilusionada.

No sé qué esperaba, era claro que feliz y entusiasmado no era como él iba a estar después de besarlo sin aviso ni permiso…molesto y asqueado, es lo más probable.

— ¿Por qué siempre que te hablo de Eliam te vas a la luna? —Me reclamó seria— Como sea ¿es con él el asunto?

— ¿Qué asunto?

— ¡Allena! ¿Qué carajo está ocurriendo? —Levantó la voz fastidiada— Vienes agitada y estás anonadada, luego Eliam que…actúa raro, algo les pasó estoy segura.

Mordí el interior de mis mejillas succionando un poquito mis labios y negué lentamente una y otra vez.

—Solo…me lo topé en el baño —desvié mis vista.

—Entonces si pasó algo… ¿Qué fue?

Caminamos hacia una de las mesas exteriores y tomamos asiento.

—Ya te dije que no pasó nada —me crucé de brazos y volteé la cara.

— ¿Acaso… —habló con un tono insinuador— ¡¿Ustedes se besaron?! —Gritó emocionada.

¡Mierda Emily! Nadie debía saberlo.

Solo él, tú, Emily y todas las personas en cafetería ahora.

Cállate estúpida voz interior, a buena hora vienes a hacer acto de presencia.

—¿Eso es un sí? ¿Cómo fue? ¿Qué ocurrió? ¡Quiero los detalles!

En cada pregunta su entusiasmo crecía más.

—Nunca dije que si —fruncí el ceño y dije irritada—, yo no tengo nada que ver con lo que le pase al chico de Londres.

—Chico de Londres… ¿Por qué empezaste a llamarlo así? —Me miró insistente.

Me quedé callada recordando ese día mientras veía mecerse las copas de los árboles.

“Y tú un chico de Londres.” 

“¿Se supone que sepa que quisiste decir?”

“No, pero lo sabrás cuando conozcas a uno.”

—En realidad…fue él quien empezó llamándome señorita americana —respondí sonriendo—, y no preguntes sobre eso porque no sé por qué me llama así —la vi de reojo y volví a los árboles.

— ¿Entonces si se besaron?

Suspiré y volteé a verla, no tenía una expresión clara porque no estaba segura de que contestar.

—Ah —reviró sus ojos fastidiada—, odio cuando pones tu cara de póker. Nunca sé lo que piensas, menos cuando haces esa cara.

— ¿Debo tomarlo como un cumplido? —Bromeé.

—Está bien, ya no preguntaré más…pero si pasó algo así ¿no crees que deberían hablar?

—Iré por…mi celular, lo dejé en el salón.

No era mentira, cuando bajé al baño no lo llevé conmigo porque se suponía que volvería pronto en lugar de besar a alguien para después salir corriendo.

Espero que Eliam no siga ahí.

Caminé de vuelta al salón apretando mis dedos repetidas veces por los nervios, cuando llegué a las escaleras escuché voces y me escondí debajo de ellas cuando identifiqué las voces. Eran Dorian y Eliam que parecía estaban por irse, aunque ahí abajo no podía oír muy bien.

Me asomé y al ver que no había nadie subí con cautela esperando no encontrarlos más arriba.

— ¡Maurice! —Dije sobresaltada al topármelo cuando doble al pasillo— Carajo, me diste un susto.

—Eso es porque tienes pensamientos impuros ¡sucia! Purifica tu alma —me dio unos toquecitos en la frente con su dedo y se fue.

No se que rayos fue eso, pero…quizás él puede ayudarme.

— ¡Maurice! Espera —pedí ansiosa—, puedes hacerme un favor…

Él aceptó entonces le expliqué lo que quería y mientras él se iba al salón por mi celular yo me quedé en la pequeña pared viendo hacia el edificio A.

—Toma —me entregó el celular con una nota sobre él—, me voy.

—Aguarda ¿Qué es esto?

Maurice me ignoró y siguió de largo. Miré confundida la nota y la abrí.

“¿Podemos hablar de esto? -Eliam.”

Suspiré y me di la vuelta hacia el salón, pero él ya estaba parado afuera de la puerta aguardando por mí. No podía ver mi rostro y no era necesario, seguro estaba haciendo la cara más nerviosa y preocupada que haya hecho en mi vida, pero él… él estaba luciendo de lo más perfecto, como siempre en su vida.

 




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