Red Hood

Capítulo 35

Enterrando el dolor
Angelic

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Un mes después...

Salgo del gimnasio con el pelo mojado golpeando en mis hombros desde hacía una semana había decidido venir a entrenar para mantenerme en forma y fuerte. El auto negro que me vio salir del hospital había rondado un par de veces la casa. Liz que quedo como la nueva alfa del clan Blood Wolf me aseguro que ese auto y esas personas no estaban relacionadas con su manada. Al parecer Haider los contrato para que enviaran un mensaje a mi casa, pero parece que el pago por otra cosa también.

La noche está más oscura de lo norma las nubes cubre la poca luz que refleja la media Luna. Estaba completamente sola caminado hacia mi auto que con ayuda de mi padre Steven y algo de dinero que tenía ahorrado sumando lo de mi trabajo logre comprar. Sacando las llaves de mi bolso de ejercicios saque la alarma del coche, pero soy detenida por un auto negro que frena cortándome el paso para ir hasta mi coche. Dando un paso hacia atrás no despegue la mirada del vehículo con vidrios oscuros. Lento comenzó a bajar el vidrio dejando ver el perfil de una mujer que no llegaba a tener más de cuarenta años.

– sube – fue lo único que dijo con voz autoritaria y sin esperar mi respuesta ella volvió a hablar – sube no te haremos daño si colaboras – la puerta de los acompañantes se abrió y de esta salió un adolecente me indico que subiera. No quería problemas y estaba armada con mis dagas desde la última vez no me separo de ellas por nada del mundo.

El auto se puso en marcha sacándonos afuera del pueblo y adentrándonos al bosque de la manada Moon Black, la antigua manada de Haider. En ese momento comencé a temblar al recordar lo que paso hace maso menos un mes y todo lo que paso años atrás. Avanzamos hasta donde el bosque dejo el acceso libre para el auto a partir de ahora tendríamos que ir a pie. Bajamos del auto en silencio tal y como lo habíamos estado todo el viaje.

– Haider nos pagó por adelantado para que te asesinemos si a él le llegaba a pasar algo – mire a la mujer acercando mis manos a mi bolsa del gimnasio donde tenía mis dagas. – él está muerto y no sabrá si vives o no... – comenzó a mover sus mansos acompañando sus palabras – nosotros queremos irnos de una vez de este pueblo, pero antes debemos dejarle un paquete a Diego Haider. El problema es que él no quiere ni vernos por lo que si quieres que perdonemos tu vida entrégale esto al mini Haider. – delante de mis pies me arrojaron una caja de tamaño mediano de color negro con un sobre encima de este atado a la caja. Tome la caja mirando a la mujer que sonrió resaltando sus blancos dientes y se movió para que yo fuera a la casa de Diego. – no renuncies a tu clan Angelic las cazadoras también necesitan una buena líder para volver a lo que las cinco madres querían – me detuve en seco al escuchar las palabras de esta a mis espaldas. Girando sobre mis talones la mire ahora con más detenimiento viendo lo que hasta ahora estaba oculto en su cuello. Una media luna roja, esta mujer es una cazadora o como diría mi padre una desertora no lleva el uniforme ni tampoco parece matar lobos, sino que a sus propias colegas.

– muchas cosas cambiaran a partir de la siguiente luna roja – murmuro y ella siente con la cabeza estando de acuerdo al parecer no soy la única que detesta como somos dirigidas a matar todo lo que tenga pelo, gruña y le aullé a la luna.

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Nos abrazamos durante un rato largo, durante años estuvimos esperando que este momento llegara. Diego me veía con lágrimas en los ojos hasta que volvió su mirada a la carta que su padre le había dejado. Con una caligrafía envidiable Haider confeso como fue que la madre de Diego murió intentando protegerlo de una Red Hood. Mika Haider le había dejado unas cuantas cosas a su hijo esperando a que el cumpliera la edad suficiente para que continué con lo que sus ancestros pasaron de generación en generación.

La caja contenía también joyería que uso Mika en su adolescencia que con orgullo mostraba lo que su abuela le enseño a armar. Con plumas cuero de animal y algunas otras decoraciones. Algo de ropa de cuando ella estuvo embarazada de Diego y todavía conservaba su aroma. Pero lo que más le dolió a Diego fue ver las fotos de su madre junto a su padre.

Mika estaba sonriendo mientras que Leo estaba detrás de esta abrazándola por la espalda mientras ambos acariciaban el abultado vientre de esta. Ambos traían pinturas en sus rostros con símbolos de la tribu de la mujer que según me dijo Diego simbolizaban que su madre estaba casada y otros eran de protección. En la foto se veía lo jóvenes que ambos eran, pero lo más importante el amor que ambos se tenían con tan solo mirarse.

– los necesito tanto – susurro entre sollozos Diego escondiendo su cara entre sus manos. Encerrados en su habitación habíamos abierto la caja y él se derrumbó apenas sintió el aroma de su madre. Haider tenía la costumbre o tal vez era algo que no podía evitar porque su dolor se lo impedía. Rociaba su habitación el pasillo y el estudio de su esposa con su perfume favorito.... A palabras de Leo no quería olvidar su aroma y que ella se haya ido le yendo de amargura.




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