Red S.O.S

CAPÍTULO 7

 

La gran Fortuner dorada se estacionó en una zona verde impresionante que ya de tarde, solía ser extraño y hermoso. Héctor estaba admirando boquiabierto un bosque, con árboles pintados de otoño y frondosas arboledas frutales que parecían rogarle que comieran de sus frutos, el suelo parecía abrir sus céspedes con rocío para darle paso a la bestial camioneta a través de un camino de tierra fresca, al lado derecho había unas corrientes de aguas dulces que pasaba por un canal que conducía hasta el final de un río, y del lado izquierdo árboles de gran tamaño cuyas cortezas rebelaban el largo ciclo de vida que poseían. Pero aún había un problema.

 

No había más camino, solo una gran pared de cemento, Héctor intentó indagar más para ver si podían pasar el enorme vehículo por el canal del río, pero descubrió que ésta pared era más bien, un enorme cubo, no se veía nada más ni nada menos, pues los grandes árboles sabían ocultarlo muy bien.

 

-Hijo ¿por qué tanto esmero en cruzar? -le preguntó el pastor sentándose junto a él en el borde del río, contemplando así la caída del sol.

 

Héctor estaba confundido y muy cansado, estaba sucio y se sentía desorientado; después de todo sólo es un adolescente de 17 años que volvió a la realidad y se dio cuenta que no estaba en casa, tarde o temprano sus fuerzas se agotarían, como justo en ése momento.

 

-Quiero ir a casa. Todo esto es una locura y lo único que quiero es que todo esté bien.

-Bueno. Si te sirve de consuelo, puedo ofrecerte a ti y a tu amiga un nuevo hogar -levantó sus manos y le enseñó el paisaje. -no es tu hogar lo que extrañas, es a la gente a quien amas.

-¿Podré volver a casa? -preguntó el joven.

-Tu corazón es tu casa. Si una enfermedad grave llega a tu corazón y no la enfrentas, puedes morir. Lo mismo pasa con tu familia Héctor, si vuelves. No sólo te matan a ti. -dijo con tristeza.

 

-¿Cómo supiste que estaba en peligro?

-Cuando un jugador no está registrado en un equipo, revelan su ubicación activando forzosamente el GPS de su móvil. Mi trabajo aquí es salvar a quienes sobreviven antes de que los maten o contaminen sus mentes con basura religiosa. Pero la sorpresa fue grande cuando hackeé tu móvil y te vi mediante tu cámara frontal. No me esperaba esto ni estando en una iglesia católica en estado de coma, creo que tendré que hablar muy seriamente con tus padres con respecto al método de crianza que están usando contigo.

 

-¿Vas a ver a mis papás? -preguntó esperanzado.

-Soy el pastor, no porque salve vidas en una red totalmente ilegal significa que voy a dejar a mi iglesia sin rumbo -levantó los hombros.

-Pero tú, hijo. Debes quedarte oculto hasta que todos los demás jugadores crean que estás muerto. Es mejor para ti y tu familia.

-¿Y Cáliz?

-Ella también debe quedarse, pero eso lo decidirán ustedes cuando estemos dentro.

-¿Dentro?

-Si, éste es nuestro refugio desde hace 50 años -se detuvo a admirar.

 

-Cuando el juego comienza anualmente. Aquí vivimos hasta que se acaba y nosotros ganamos.

-¿Por qué estamos afuera entonces? -preguntó Héctor confuso

-Porque -el pastor lo miró -el paisaje está precioso esta tarde, pero ven -se levantó -ya tenemos que entrar, el sol se ha puesto y los Vigilantes van a salir.

 

-¿Vigilantes? -preguntó subiéndose al automóvil notando que Cáliz y Becca ya no estaban dentro.

-Los Vigilantes (o como los mundanos los llaman) Cazadores, son los que salen por las noches a matarse entre si, ya sean misiones de reclutamiento o cacería normal, siempre derraman sangre.

 

Presionó un botón y la pared se abrió en dos, adentro habían cientos de personas vestidas de chalecos grises y el resto de negro formadas y listas para salir.

-Nuestros Cazadores no matan, nuestro objetivo siempre es investigar y de acabar con éste juego para siempre.

-Uff, pues suerte -dijo Héctor con ironía.

 

.

 

Una vez dentro, le entregaron una habitación espaciosa de mucho lujo a Héctor, que estaba tomando un baño mientras se relajaba por fin, los sirvientes del lugar le dijeron que tenía exactamente media hora para arreglarse a la hora de la cena. Abdías le informó que Cáliz y Becca estaban siendo revisadas en la enfermería y que más tarde irían juntos a verlas. Los Cazadores (mejor conocidos aquí como Vigilantes) ya se habían marchado, eran en total ciento cincuenta mil personas que se encargaban de hacer justicia en diferentes días laborales, pues realmente no sólo buscaban al encargado del juego, sino que también peleaban contra aquellos que buscaban matar deliberadamente o hacer injusticias a la gente que no participaba en éste desastre atroz. En cuanto a los GPS de sus móviles adulterados, serían enviados a la Sala de Computación para ser desactivados.



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En el texto hay: juvenil, homicidios, leyendas

Editado: 28.08.2018

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