Red S.O.S

CAPÍTULO 10

La lección contra la "Inmadurez"

Héctor dormía plácidamente en su habitación de lujo, el joven se propuso tener un corazón de piedra para no sentir todo el dolor que podía causarle sus propios pensamientos o las personas, sin importar lo que sucediera, él saldría se esto sin ayuda de nadie.

 

Dejar padres, amigos, familiares y seres queridos le pegaría directo al corazón cada minuto de sus días, él nunca se acostumbró a la soledad, era un chico tímido pero le gustaba sentir la compañía de alguien siempre.

Héctor sentía que hasta sus pensamientos estaban siendo monitoreados por alguien, no sabía quien, pero ya no se sentía a salvo en ningún lugar. Pero, mirar a un abismo es peligroso porque sabes que el abismo te mirará a ti. Entonces, mejor omitir esos pensamientos.

Después de un largo rato, continuó durmiendo.

Pero su perfecto sueño se vio arruinado en un instante gracias a una alarma que sonaba en el pasillo, una pantalla de luz se encendió en su habitación diciéndole que era hora de despertar, cuando él de mala gana se levantó, vio la hora: 3:30 am

 

-Por Dios, todos están locos aquí -maldecía en voz baja.

 

.

 

Al llegar al enorme auditorio, divisó a PAZ en el escenario (quien tampoco tenía un buen aspecto), Héctor estaba seguro de que aquel sitio era casi igual que su iglesia, pero con tres veces más tamaño.

 

-Hermanos, Dios les bendiga. -todos como por arte de magia tomaron sus asientos, el ruido cesó y un bestial silencio reinó sobre ellos.

 

-Sé que muchos aquí están confundidos como yo, no es nada bueno lo que está pasando allá afuera. -miró al público expectante.

 

El ambiente sin duda alguna estaba pesado, muchas personas se miraban entre si y parecían no prestarle atención a PAZ, sino a sus propios pensamientos. Héctor vio todo esto y se preocupó, se preguntó ¿en dónde estaba Cáliz en aquel instante tan angustiante?

 

-Es lamentable informar que, han fallecido ciento treinta Vigilantes, y los setenta sobrevivientes están mal heridos. -hubo un silencio sepulcral. -Cifra que en la historia de éste maldito juego NUNCA habíamos alcanzado, por favor, antes de iniciar éste día, quiero decir unas palabras:

 

-Nosotros no somos asesinos, no somos gente que le hace daño a otra gente, no participamos en las atrocidades en las que ésas personas se mueren por participar. No robamos, no creemos en sus enseñanzas de mentiras ni caminamos como ellos caminan. Nosotros somos diferentes, pero eso no significa que no peleemos ni nos quedemos en silencio..., significa que existe algo más allá que nos quiere matar, nos quieren muertos..., ellos..., los demonios, y ahora les pregunto ¿Dejaremos que ellos si hagan con nosotros lo que quieran?, es decir, ¡Abran los ojos, iglesia! ¡Tenemos al Dios más terrible del mundo! y ¿¡Le tendremos miedo al Diablo!? -gritó fuertemente -¿¡A quién le dimos nuestras vidas!? ¿¡A quién le servimos entonces!? ¿¡Le servimos a Satanás!? O ¿¡Le servimos al Creador de todo lo que existe!? ¡Perdimos ciento treinta almas aquí, en la tierra. Pero no hemos perdido la paz, la esperanza y todos los sueños que viven cada día dentro de nuestros corazones!, se los ruego hermanos, que no le tengamos miedo a éstas personas, sino que temamos a Dios y obedezcamos a su voz... vivamos el verdadero Evangelio que dicta nuestro Dios. -dejó el micrófono y bajó del escenario.

 

Héctor repentinamente se levantó de su asiento y lo siguió hasta su despacho hecho una fiera, tocó la puerta y casi al instante Abdías le abrió dejándolo entrar.

 

-Joven Héctor -le dijo.

-No empieces con eso otra vez, sólo llámame Héctor -le respondió secamente.

-Éste no es un buen momento para mí ¿qué deseas?

-¿Por qué engañas a la gente diciéndoles que “Dios esto y Dios hará aquello”? ¿Por qué tú no les dices lo que en realidad sucede? Mataron e hirieron a muchas personas y tú sólo dices: Dios les bendiga, hermanos, no tengamos miedo. Y te largas a éste sitio lujoso a llorar y a hablar con ése Dios que ni siquiera te presta SU apoyo.

Abdías lo miró sorprendido pero comprensivo.

 

-Dios es nuestro todo Héctor, les dije claramente lo que sucedía sin ocultar nada y ellos entendieron lo que pasó exactamente, pero tú no. Héctor tú no entendiste nada de lo que dije ¿verdad? No pudiste entenderlo.

-¿Entender qué? ¿que me quieres engañar como engañas a ésta gente? No gracias.

 

Abdías se puso furioso, su rostro pálido enrojeció de enojo. Levantó con fuerza un vaso enorme de cristal y lo estrelló contra el suelo, provocando que miles y miles de pedazos filosos quedaran esparcidos en todo el mármol brillante. Luego se acercó a Héctor (que estaba sobresaltado con los ojos completamente abiertos) y le respondió señalando al suelo:



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En el texto hay: juvenil, homicidios, leyendas

Editado: 28.08.2018

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