Traté de recordar su nombre, mientras me acercaba. No veía a Amber ni a Maggie por ninguna parte. Así que pensé en preguntarle a él. Cuando por fin lo tuve en frente, su nombre se me apareció en la mente:
- Anthony…
- ¡Hola, Eden!
- Anthony, ¿podrías decirme si hay en el pueblo alguna biblioteca municipal? Porque la del instituto está temporalmente cerrada.
El joven pensó por un momento. Se acomodó el cabello oscuro, siempre peinado hacia atrás y de repente su cara se iluminó.
- ¡Claro! Hay una pequeña, justo al lado de la Alcaidía.
- Y… ¿dónde queda la Alcaidía?- lamenté no tener el mapa del pueblo conmigo.- ¿Queda cerca de la inmobiliaria? – trataba de buscar un punto de referencia conocido.
Anthony sonrió.
- En realidad, queda para el lado opuesto.
- ¿Podrías darme su dirección?
- Puedo hacer algo mejor que eso. Puedo llevarte, si quieres.
Lo miré estupefacto. ¿Todos eran siempre tan amables en aquel lugar? A veces, en situaciones como ésa, me sentía en otro mundo. No estaba acostumbrado a ser tan bien tratado.
- Me encantaría.- balbuceé- ¿Cuándo tienes tiempo?
- Ahora mismo, si te parece. Hoy no tenemos práctica de fútbol Soccer. Nuestro delantero estrella no está.
Sonreí y acepté.
- Y…, ¿tu hermana?- quise saber mientras lo seguía a la salida del edificio.
- Ella ya se fue con Amber. Yo tengo el auto aquí cerca. Te estaba esperando.
Lo miré con curiosidad. Anthony sonrió pícaro.
- Es que… Adam me hizo prometerle que te cuidaría estos días…
- ¿Días?- no pude evitar preguntar mientras subía a su automóvil, un viejo Falcon parecido al que Alice y yo habíamos alquilado- ¿Cuándo regresará Adam?
- Mmmm… Esas reuniones familiares nunca tienen una fecha fija. Pueden llegar a durar varios días.
- Y… ¿para qué se reúnen?- pregunté tratando de imaginar cómo sería una reunión de ésas. Yo jamás había participado de algo así. Mi familia sólo era mi madre.
Anthony se encogió de hombros.
- Los Alexander, los Blanc y los La Croix- dijo enumerando con sus dedos mientras que con la otra mano encendía el motor- son dueños de casi todo aquí en Crescent City- Supongo que esas reuniones pasan por tomar decisiones económicas y eso…
Me pareció bastante raro. Pero, como ya dije, yo no tenía idea de qué se hablaba en una reunión familiar. Así que quizá Anthony tuviera razón. Y nos pusimos en marcha mientras me abrochaba el cinturón.
- Y… ¿qué te ha parecido hasta ahora nuestro pueblo?
- Interesante.- dije rápidamente.
Anthony sonrió con picardía.
- ¿Qué?- no pude evitar preguntarle.
- Eso mismo ha dicho Adam sobre ti, al conocerte. Dijo que eres interesante.
- Y… ¿Adam tiene novia?- pregunté como al pasar.
Anthony me miró y un brillo extraño le iluminó sus ojos oscuros.
- Lo pregunto por….- dije en seguida- … por Maggie…
Anthony frunció el ceño y se concentró en el camino.
- ¿Tan evidente es?- me preguntó.
Yo sonreí.
- Sí, mi hermana siempre ha estado enamorada de él. Pero Adam nunca la ha mirado de esa manera. Son amigos, desde pequeños. Nos hemos criado todos juntos. Pero Adam no tiene ojos para ella. Y ella debería entenderlo.
Anthony perdió por un momento su sonrisa. Y nos quedamos callados. Miré a través del vidrio de la ventanilla. Y recién allí me di cuenta de que había empezado a llover. Cuando pasamos por el camino bifurcado, recordé que no le había avisado a mi madre. Seguramente ella estaría ya por irse a trabajar. Me mordí el labio. Y Anthony pareció darse cuenta de que algo me pasaba.
- ¿Eden? ¿Todo bien?
- Es que…acabo de recordar que no le avisé a mi madre que iría al pueblo.
- Mándale un mensaje.
Me sonrojé.
- No tengo celular.
Anthony se rió.
- Adam tiene razón. No eres igual al resto...
Sentí que me sonrojaba un poco más.
- Pero sí tienes teléfono de línea en tu nueva casa, ¿no?
Asentí tratando de recuperarme.
- Usa mi celular.- me dijo, dándome su aparato- ¡Llámala!
Miré el teléfono. Era un rectángulo plano, negro, sin ningún botón. Yo no tenía ni la menor idea de cómo se utilizaba aquello.
Anthony sonrió.
- Yo te marco. ¿Cuál es el número?
Dudé. Y entonces me di cuenta de que no me había aprendido el nuevo número.
- No…lo sé.- balbuceé.
Anthony me miró. Luego tocó algo en la pantalla de su celular. Y unos segundos después, dijo:
- Hola, Elena.
¿Elena? Aquel nombre me sonaba familiar. ¡Era el nombre de la madre de Damien!
- Sí, yo estoy muy bien, gracias. Mira, te llamaba para ver si tú podrías darme el número de teléfono de la casa que le alquilaste a Eden La Rue y a su madre.
Levanté una ceja y miré a Anthony. Él me devolvió la mirada y me guiñó un ojo. Luego de un momento asintió y dijo:
- Sí, claro, entiendo. ¿Por qué no hablas tú con él y te lo explica? O. K. Vamos para allá. Gracias.
Anthony finalizó la llamada.
- Por políticas de la inmobiliaria, no puede darme esa información. Pero sí te la puede dar a ti. Así que, si te parece bien, pasamos por la inmobiliaria para que te den el número. Y así llamas a tu madre. ¿Tienes alguna identificación?
- Sí, tengo mi…- automáticamente busqué mi morral.
¡Mi morral! Lo había dejado en mi dormitorio.
Anthony volvió a sonreír. ¿Es que nada lo ponía de mal humor?
- Podemos volver a tu casa- me propuso.
Me pareció un abuso pedirle que diera la vuelta. Ya estábamos en el centro del pueblo.
- ¿Qué hora es?
Anthony consultó su celular.
- Casi las cuatro.
- Mi madre ya debe de estar en su trabajo.
- ¿Y dónde trabaja?
- En el hospital. Es enfermera.
- ¡Hecho! Estamos a dos cuadras.- sonrió Anthony dando la vuelta en la siguiente esquina.
- Elena es la madre de Damien, ¿no?
- Sí…
- Creí que toda la familia se había ido a la reunión…